sábado, 25 de abril de 2015

Capítulo 13

PETER

M
e pidió que viniera a verlo y me dio el lugar y la hora del sitio, dijo que podría darle algunas indicaciones de los cinco pasos de su caída al medio tiempo, quería hacerlo, de verdad pero no sé, Lali lo dejo claro, no quiere que tenga nada que ver con él y no quiero verla golpeando mi puerta pidiéndome una explicación.

Pero quiero verlo jugar, quiero recordar como era amar el juego y tal vez aprenderé a amarlo de nuevo ahora que tengo una razón para verlo… si es que aún tengo permitido tener esta razón, Lali tiene todas las cartas en lo que concierne a Noah.

La última vez que vi un juego fue en el último año de Nicolás, nunca tuve la oportunidad de decírselo, pero nunca me perdí un juego, lo veía cada sábado por televisión, un par de veces pensé en presentarme a alguno pero no estaba listo para afrontar a cualquiera.

Aparentemente no lo estoy aun, desde que no puedo tener una conversación decente o estar en la misma habitación que Lali sin molestarla.

Pero ella es tan determinante cuando está molesta, extraño eso, extraño ver el fuego en sus ojos está dispuesta a probar que estoy equivocado, extraño la forma de su cuerpo cuando intenta enseñarme como es ser amado por ella, daría lo que fuera por sentirlo de nuevo aunque fuera solo por breve y solitario momento, solo una prueba rápida de mi chica de nuevo y estaré completo.

Soy un mentiroso.

Me he estado mintiéndome a mí mismo desde el día que dejé Beaumont, me alejé de algo asombroso que tenía en mi vida porque fui demasiado egoísta para pensar que no la necesitaba y que ella estaría mejor sin mí.

—¿Hola?

—¿Peter? —Miro mi teléfono confundido por los números que veo en la pantalla.

—Sí, ¿quién es?

—Es Betty Addison, tu abuela.
Alejo el teléfono de nuevo y veo la pantalla, tal vez no escuché correctamente pero juro que dijo que dijo que era la abuela, solo conozco a mi abuela por parte mi padre, mi madre nunca me hablo de sus padres.

—Um… está bien —dijo no estando muy seguro de decir algo más.

—Estaré en la ciudad esta semana y pensé que podríamos almorzar, hay un pequeño y agradable café en tu campus.

¿Qué puedo perder? Y es un desayuno gratis.

—Seguro —digo mientras acordamos la cita y la hora para encontrarnos.

Hablamos un poco más y me pidió que cualquier cosa que hubiese escuchado de ella, primero escuchara lo que ella tenía que decir antes de hacerme un juicio final de porque estuvo ausente por los últimos dieciocho años de mi vida.

Acepto.

Mi pierna rebota en el piso, estoy nervioso mientras espero por ella, el mismo molesto hábito que tomé de Lali. Cuando la silla de enfrente se estira y ella se sienta, veo la versión vieja de mi madre, o lo que sería como mi mama se vería.

—Es bueno conocerte finalmente —dice estudiando mi cara.

La conversación es algo incómoda al principio mientras nos conocemos unos a otro, pero media hora después pareciera como si la hubiera conocido toda mi vida, nos sentamos y hablamos por horas, mi abuela dice que es una actriz pero que no ha actuado en años, cuando le pregunto por mi mamá y porque ellas no hablaban, me enseña una foto de Claudia, está vestida como una joven estrella sosteniendo un trofeo, Betty dice que es ella sosteniendo el premio “Estrella creciente” y que lo ganó cuando tenía dieciséis.

—Nunca me lo dijo.

—Cuando conoció a tu padre dejó sus sueños de lado para tomar los de él, discutí duramente con ella para hacerle ver lo que estaba haciendo, pero tu padre estaba decidido a ganar un trofeo que era una esposa para colgar en su brazo y tu madre haría cualquier cosa para complacerlo.

Me senté y escuché lo que la abuela tenía que decirme de mi madre y que ni siquiera sabía. La última cosa que Betty me dijo y nunca olvidaré fue “Sigue solo tus sueños Peter”.

Una llamada unas horas antes cambió mi vida y es discutible mientras que el cambio sea para mejorar.

Pudiera vivir feliz ahora junto a Noah, educándolo y entrenando su equipo de fútbol americano, Lali sería mi esposa, me iba a casar con esa chica y ella lo sabía. Diablos nuestros padre lo sabían y los míos lo odiaban. A ellos no les gustaba el nivel social que tenían los padres de Lali, por lo que no pertenecían al aburrido club al que pertenecían ellos pero a mí no me importaba.

Esa chica movió mi mundo.

A estoy dispuesto a apostar que aún lo hace.
***
Decido limpiar la camioneta de Eugenia, no quiero que se moleste con las botellas de cerveza rotas y definitivamente no quiero que las gemelas trepen hacia atrás y se corten.

Esto es lo mínimo que puedo hacer por ella, después de que me abrió su corazón y su casa.

Anoche sosteniéndola por primera vez, sentí como si pudiera pertenecer a algún lado, pudiera ser yo sin tener que aparentar, es como si Peter Lanzani pudiera existir de nuevo pero tal vez pudiera combinarlo con Peter Page.

Justo cuando termino de recolectar el vidrio y me deshago de él, la alarma de mi teléfono comienza a sonar. Sé que está recordándome que el juego de Noah está a punto de comenzar y necesito tomar una decisión.

¿Debo ir y tomar el riesgo de molestar a Lali o no ir y mostrar a mi chico  que tal vez aunque no esté alrededor intentaré mantener mi palabra?

Tomo la única decisión posible.

Mi moto ruge mientras golpeo el motor de arranque deseando haber mantenido el alquiler o mínimo mi camión. Me pregunto si mis padres aún lo guardan, pudiera preguntarles pero eso significa visitarlos y no estoy seguro de estar listo para verlos aun. No estaba en Los Ángeles tres días antes de que mi padre tuviera mi camión fuera, estoy seguro que Pablo y Claudia Lanzani no estarán tan contentos de ver a su hijo conservador encima de una motocicleta con sus tatuajes a simple vista.

Pero, de nuevo tal vez un viaje al club de campo está a la orden. El camino a través del pueblo se vuelve familiar, solía soñar con estas calles en la noche hasta que mis sueños se volvieron difusos y complicados, después de un tiempo lo olvidas.

Olvidas a esa señora Williams que nunca quitaba la decoración de Navidad aunque todo el pueblo le rogara que lo hiciera, olvidas que el pueblo completo cierra los viernes por la noche de fútbol, sin embargo la gente no olvida lo que has hecho, tanto en el campo como fuera.

Cuando me detengo en la escuela, las gradas están llenas, el sonido de mi moto atrae su atención, algo que quería evitar, me quito el casco y me coloco mi gorra y mis anteojos falsos, estoy seguro que mi disfraz no es necesario pero si no me veo como Peter Page tal vez me dejen en paz.

Eugenia me saluda desde su lugar, su rostro luce triste, Lali está sentada a su lado pero ella no me mira y estoy bien con eso, no me he ganado una sonrisa o un saludo de ella… aun.

Evito las gradas optando por quedarme de pie contra el viejo roble que ha estado en el campo desde antes de que fuera lo suficientemente mayor como para jugar aquí. Escucho a Pablo en un lado gritando jugadas y puedo ver a Noah cuando se pone en medio. Me enderezo un poco más cuando veo el número que usa, el mismo que yo solía usar: ocho.

Trago con fuerza y limpio mi garganta, no quiero mostrar ninguna emoción y estoy seguro que es solo una coincidencia. Pero, ¿qué tal si no es así? Rufina llega a la mitad del juego y cuelga de mí. Sostiene un balón bajo su brazo y usa zapatos de fútbol, me recuerdo que debo preguntarle a Eugenia si ella juega fútbol.

Puedo ver a Nicolás permitir a su hija jugar, le preguntaría pero no le quiero dar ninguna idea, me rio cuando grita alguna jugada o les grita a los árbitros porque ondean una bandera. Mientras la observo, veo mucho de Nicolás en ella y me pregunto cómo Eugenia lo manejara. Me pregunto también su situación financiera y si hay alguna manera de ayudar. Sé que Eugenia no aceptara que le ayude pero algo se me ocurrirá, no quiero verlas batallar y yo tengo la manera de ayudarles.
 
El silbato final suena y Noah está brincando de arriba abajo, no puedo dejar de sonreír y sentirme un poco orgulloso aunque sé que no hice nada de eso. Mirándolo liderar su equipo a tan corta edad demuestra que es una promesa, y espero que sea mejor de lo que era yo y que siga con la universidad y sus promesas.

Siento un dolor en mi corazón cuando él viene corriendo hacia mí, su casco en sus manos y su cabello enredado por el sudor, él se ve como yo después de un juego.

—¿Viniste? —dice como si no esperar a que lo hiciera.

—Dije que lo haría, lo siento llegue tarde pero tenía algunas cosas que hacer primer.

—No, está bien, solo estoy agradecido de que me vieras jugar antes de abandonar el pueblo. Se suponía que me iría esta mañana pero le prometí a Rufina que el domingo veríamos fútbol.

El domingo aún se encuentra a unos días de distancia y aun no verifico con Mery que me espera mañana.

—Estaré aquí hasta el fin de semana, la señorita Rufina y yo tendremos una cita el domingo frente a su televisor.

—¿Para ver fútbol?

Asiento.

—Genial tal vez… ¿pueda ir también?

Miro a Rufina quien mira a Noah.

—Eso sería cuestión de Rufina, tal vez deberían hablarlo.

Noah mira a Rufina y sonríe, ella rueda los ojos y comienzo a reír, veo un romance en su futuro, Noah mira mientras Rufina corre hacia Eugenia.

—Así que… ¿Cómo lo hice? —pregunta girándose hacia mí.

—Lo hiciste bien, lanzaste antes en algunas jugadas pero es un asunto de un receptor y tu coordinen sus tiempos, solo necesitan practicar sus rutas y estarán bien.

—Guau, es genial tener algunos consejos tuyos.

—Noah, ¿qué fue lo que dije? —Noah se congela cuando Lali habla, la miro y su rostro luce severo y determinado. No camina hacia nosotros, ella solo está pisando fuerte.

—Peter solo estaba dándome un consejo.

Lali apenas hace contacto conmigo y me doy cuenta que esto se pondrá feo. Su expresión me dice todo lo que necesito saber, no me dejara ver a Noah.

—Ve al carro Noah. ¡Ahora! —Lali lo dice muy parecido a aquellas madres de las que solíamos reírnos cuando éramos jóvenes.

No muevo ni un músculo, espero hasta que Noah este lo suficientemente lejos antes de moverme hacia ella.

—No te acerques más, Peter, hablo en serio, no sé qué juego estás haciendo pero quiero que te detengas ahora y quiero que te vayas, necesitas irte y olvidarte de Noah.

—¿De qué demonios estás hablando? Él me pidió que viniera y dije que lo haría, hubiera estado aquí todo el tiempo si lo hubiera sabido pero no lo sabía, así que no me vengas con esa mierda de qué estoy jugando, Lali, lo mantuviste lejos de mí y sí, sé que no podías conseguir que tomara el celular, pero había otras maneras.

»Bájate de tu alto caballo, Mariana, porque si caes no será lindo.

Meto mis manos en mis bolsillos y camino lejos, no quería explotar con ella pero me incitó a hacerlo.

—¡Lo intenté! —Me detengo y me giro.

—¿Es así?

—Sí, lo es. —Se queda de pie con las manos en sus caderas y sé que está cansada de tanta mierda.


—Estoy seguro que lo hiciste.


CONTINUARÁ... ¡Hola! Siento no haber subido durante casi una semana, pero no he tenido mucho timpo. Y para compensar, hace unos días alguien me pidió una maratón, pues el jueves o viernes que viene la intentaré hacer. ¡Un beso!

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