LALI
P
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ablo me saca de la iglesia y al estacionamiento.
Supe que él estaba enojado cuando vi su cara viniendo por el pasillo, pero no
es como si supiera que Peter iba a aparecer aquí. Pablo nos lleva detrás de la
iglesia y me da vuelta, para que mi espalda esté contra la pared.
—¿Hasta cuándo, Mariana? —Dios, odio cuando la
gente usa mi nombre completo. Es como que estoy en problemas aunque soy un
adulto.
—Él apareció anoche.
—¿No querías decirme? —Realmente pensé que Pablo
y yo éramos mejor que esto, que teníamos una relación más fuerte.
—Pablo, no estoy escondiéndote nada. Él apareció
anoche, discutimos y se fue. No sabía que iba a estar aquí hoy y honestamente
estoy más centrada en Eugenia. Hoy no se trata de Peter, se trata de Eugenia y
las niñas.
—¿Cómo conoce él a Noah?
Respiro profundo.
—No lo sé —respondo con sinceridad. Tengo mis
sospechas, pero yo no iba a preguntarle a Peter y definitivamente no voy a
tocar este tema con Noah.
Pablo comienza a pasearse, tirando de su
cabello. Habla solo. Parece que está teniendo una pelea con una persona
imaginaria.
—Dile a Peter que quiero reunirme con él más
tarde.
—¿Por qué? —pregunto con curiosidad. Pablo se
detiene frente a mí y agarra mis brazos, sujetándome a la pared. Nunca lo he
visto así antes. Esta es una parte de él que no me gusta.
—Porque tendré a mi abogado redactando los
documentos de adopción y él pueda firmar su patria potestad ahora mismo.
No puedo creer lo que oigo. Sé que él quiere
adoptar a Noah, pero nunca lo hemos discutido. Ni siquiera sé si esto es algo
que quiero que haga.
Noah es mío, él no necesita tener el apellido de
Pablo. Incluso si estamos casados, las cosas pueden seguir igual entre ellos.
—Um…
—Oigan chicos, Noah está buscándolos. —Miro para
encontrar Candela parada a unos metros de distancia. Pablo se aleja, soltando
mis brazos. Trato de no hacer una mueca cuando la sangre empieza a fluir de
nuevo. Le sonrío a Candela para hacerle saber que todo está bien.
—Gracias, Cande. —Ella sonríe y se aleja,
dejándonos para resolver esta mierda.
—Pablo, solo porque Peter está aquí no significa
nada. —Lo tiro hacia mis brazos. Él cede y me besa suavemente en los labios.
—Lo siento, nena. No sé qué me ha pasado. Verlo
aquí y guiñándole un ojo a Noah, yo solo... mi sangre comenzó a hervir. Él pudo
haber creado a ese chico, pero esta es mi familia. Cuanto antes él se haya ido
mucho mejor.
—Estoy de acuerdo, pero no hay que darle una
razón para quedarse, ¿de acuerdo? —Pablo asiente y me lleva de vuelta a la
multitud de personas reunidas. Encontramos a Noah y nos dirigimos a nuestro
auto, así podemos seguir el coche fúnebre y el de la familia. Los portadores
del féretro necesitan estar en línea así pueden estar allí también, haciendo guardia, como mi padre diría.
El cortejo fúnebre va a través de la ciudad, por
la escuela preparatoria que se ha convertido en un santuario para Nicolás. El
juego de esta semana fue pospuesto. Es la primera vez en la historia de
Beaumont High que el equipo no tomará el campo. Nicolás tocó a tanta gente que
esta pérdida se sentirá por los próximos años.
Cuando nos detenemos en el cementerio, algunas
personas ya se han reunido. Trato de no buscar alrededor a Peter cuando salgo
del auto, pero mis ojos vagan. Él se detecta fácilmente. Él es el tipo con la
soltera y algunas mujeres-no-tan-solteras paradas alrededor.
—Dame un respiro —murmura Pablo mientras salimos
del auto.
—No es como si pudiera apagar quién es, Pablo.
No lo ves firmando autógrafos ni nada. Él está de pie con los otros chicos.
—¿Lo estás defendiendo?
Niego con mi cabeza y agarro la mano de Pablo.
Caminamos al sitio de entierro de Nicolás y encontramos un lugar para estar de
pie.
—Tus flores se ven bien, Lali. —Una vecina de Eugenia
se me acerca.
No recuerdo su nombre, pero debería. Debería
conocer a todos en la ciudad.
Le agradezco y ella promete pasar por la tienda.
—Mamá, ¿por qué están todas esas mujeres
hablando con tu antiguo novio? —Miro a Noah y me pregunto cuánto ha averiguado.
Quiero preguntarle donde conoció a Peter, pero eso tendrá que esperar. No puedo
evitar mirar a Peter. Él me mira y nuestros ojos se encuentran. Le doy una sonrisa
suave y él se encoge de hombros.
—Es un músico. Supongo que quieren su autógrafo.
—Bueno, eso es una tontería. Si yo fuera famoso
y mi amigo muriera, yo no querría dar autógrafos.
—Apuesto a que Peter está pensando lo mismo,
cariño.
***
Mientras nos dirigimos a donde Eugenia para la
celebración de vida de Nicolás estoy desconcertada de que ella quisiera hacerla
en su casa. Pablo y yo ofrecimos la nuestra, pero ella se mantuvo firme,
diciendo que Nicolás hubiera querido una fiesta en su casa.
¿Una fiesta?
No tengo ganas de tener una fiesta. Tengo ganas
de acurrucarme en mi silla demasiado grande, envolverme en una manta y ver
viejas películas caseras. Pablo me ha atrapado haciendo eso unas cuantas veces
desde que Nicolás nos dejó, cada vez la expresión en su rostro es la misma.
Sabía que él no era feliz de que estuviera mirando. Que él estaba probablemente
cuestionando mi devoción a él; que esos no eran nuestros recuerdos sino los míos
y de Peter.
Ya estamos en la “fiesta” como Nicolás la
hubiera llamado cuando Peter entra. Estoy tratando de no juzgar, pero tiene un
harén de chicas siguiéndolo. No puedo decir si a él le gusta esto o no. Solía
saber lo que cada uno de sus rasgos faciales quería decir, pero ha pasado tanto
tiempo.
Rufina corre hacia Peter y jala la chaqueta de
su traje. Él sonríe y se inclina así está al nivel de ella. Él tira de una de
sus coletas y ella deja escapar la risa más increíble.
—¿Son ellas tus novias?
No puedo evitar reír e inclinarme más cerca para
poder oír la respuesta. La mitad de mí quiere saber más de él, pero la otra
mitad, la mitad lógica, no quiere darle importancia y no puede esperar a que se
vaya.
Peter mira a esas mujeres y hace una mueca.
—No, no las conozco. ¿Son amigas tuyas?
Rufina niega con la cabeza. Peter se inclina y
le susurra algo que la hace reír de nuevo.
—Disculpen, ¿ustedes conocen a mi papi?
Una de las mujeres echa la cabeza hacia atrás y
se ríe como si esta pregunta en particular es la más divertida que jamás haya
escuchado.
—No, no lo hacemos, pero nos gustaría. —Se
vuelve y mira a sus amigas y todas ellas sueltan risitas. ¿No se dan cuenta de
dónde están?
Rufina da un paso adelante, con las manos en sus
caderas. Antes de que ella tenga la oportunidad de decir algo, Eugenia aparece
de la nada.
—Lo siento, no creo que nos hayamos conocido.
¿Cómo conocieron a Mason?
—Oh, no lo hacemos. Escuchamos que Peter Page
iba a estar en esta fiesta y quiso la suerte que él estuviera justo saliendo de
su auto cuando llegamos.
La mirada en la cara de Peter es tan incómoda
que siento lástima por él. Está sosteniendo la mano de Rufina, ni siquiera
mirando a las mujeres detrás de él.
—Desafortunadamente, este no es su día de
suerte. Peter Page no está aquí y no vive en Beaumont lo que podrían querer
tratar de atraparlo de gira o algo así.
Las tres se echan a reír, una de ellas
señalando.
—Ese de ahí es Peter Page. Te lo juro por mi
vida.
Eugenia mira a Peter que está lleno de
remordimiento. Simplemente estoy asombrada de su capacidad para permanecer
calmado y frío. Pablo me besa en la mejilla y camina hacia Peter.
—Lanzani, ¿quieres lanzar la pelota?
Peter mira a Pablo y asiente. Cuando me ve
parada en la pared viendo todo este intercambio su expresión es ilegible.
—Bueno, vieron eso, su nombre es Lanzani. Fuera.
—Doy un paso adelante y ayudo a Eugenia a llevar a las mujeres fuera de la
casa.
—Lo siento mucho, Eugenia. —Nunca he tenido que
pedir disculpas por Peter antes. No estoy segura de por qué lo estoy haciendo
ahora.
Eugenia agita su mano como si no fuera gran
cosa.
—Era solo cuestión de tiempo antes de que
alguien chismoseara que estaba en la ciudad. Las cosas pueden ser tensas, pero
no hoy. Nicolás lo habría querido aquí.
No sé si ella está despotricando contra mí o no.
Tal vez debería haber llamado a todos ayer por la noche y decirles que había
vuelto, pero no sabía si él estaría aquí hoy.
Diablos, ni siquiera sabía si él sabía sobre Nicolás.
Supongo que podría haberles dicho, pero estaba más preocupado por salvar a mi
hijo de la inminente tristeza.
Una pelota volando por la ventana llama mi
atención. Salgo y mi corazón se detiene porque en un mismo espacio está el
hombre que una vez amé, el hombre con el que voy a casarme y el que nos une a
todos juntos, y están jugando fútbol.
CONTINUARÁ...
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ResponderEliminarSubi otro plisss
ResponderEliminarLos tres hombres d su vida juntos!!!!
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