domingo, 31 de mayo de 2015

Capítulo 28

LALI

N
o sé qué fue lo que hice para merecer este desagradable giro que mi vida ha tomado, pero me gustaría saberlo así puedo rectificar toda la maraña en la que se ha convertido mi vida.

El equipo de la fiesta es por decirlo simple un desastre de proporciones épicas. Noah no habla con Pablo, Pablo no me habla, los padres hablan de mí, no tienen la cortesía de hacerlo a mis espaldas, puedo verlos señalando y susurrando, sacuden la cabeza y me miran de reojo, lo hacen parecer como si hubiera hecho algo malo, este incidente no sería diferente si Peter y yo nos hubiéramos divorciado y hubiéramos compartido la custodia, apuesto que estoy siendo catalogada como la ramera del pueblo. ¿Y qué? Quedé embarazada de mi muy estable novio el verano antes de ir a la universidad, y sí, me dejó, pero él no sabía del bebé de lo contrario no lo habría hecho, Peter me amaba tanto en ese entonces, incondicionalmente.

Se habría quedado.
Y fue absolutamente miserable porque él no quería jugar fútbol y eso es lo que yo le recordaba, el sueño que no era de él sino mío. Pudimos habernos casado y divorciarnos unos años después porque lo hubiera hecho cambiar su destino.

El destino es una mierda.

No puedo esperar a salir de aquí, he terminado con esto del equipo de fútbol del año, he terminado con los señalamientos, las miradas y las preguntas sobre si Peter financiara o no el equipo el próximo año para que puedan tener uniformes nuevos.

Mi nivel de frustración está rebasando su punto más alto de todos los años, necesito unas vacaciones, un lugar tropical y cálido con playas de arenas blancas y aguas tan azules que pareciera que estuvieras flotando en un cielo cristalino, puedo cerrar mis ojos y sentir la calidez en mi piel, la arena entre mis dedos y las olas del mar tranquilizándome como una canción de cuna.

Un lugar como ese es para una escapada romántica, puedo verme a mí misma junto a Pablo desperdiciando el día, compartiendo una hamaca, leyendo juntos mientras nos balanceamos delicadamente. Me acurrucaré junto a él y aunque tal vez sea más caliente la gloria ahí, él me mantendrá fresca, voy a llenarlo de besos y me mirará a los ojos mientras dice que me ama.

Solo que no es Pablo cuando lo miro regresarme la mirada. Es Peter.

Noah se acerca a mí y me abraza por detrás, amo a mi hijo, es lo mejor que me ha pasado, agradezco a mi estrella cada día porque tome la decisión correcta al tenerlo.

—Mi papa está afuera —dice tranquilamente en mi oído, asiento y doy un paso al presente soltándome de su agarre. Dejo la mesa, Pablo sacude la cabeza mientras Noah y yo caminamos tomados de la mano a la puerta de enfrente. Efectivamente apoyado contra su carro esta Peter, sus tobillos cruzados y sus manos dentro de sus bolsillos.

No me mira, pero le sonríe a Noah como si no lo hubiera visto en una semana, el ama a Noah sin duda alguna.

—No nos detuvimos para traer ropa, traeré unas cuantas.

—No es necesario, fui de compras, tendrá suficiente en casa de Eugenia.

Me mata cuando habla del sitio de Eugenia, lo hace sonar como si fuera su hogar, Noah entra en el carro y se despide de mí, ningún beso de despedida o algo así, sabe que Pablo y yo no estamos bien y quiere estar lejos de mí, no puedo culparlo.

Peter cierra la puerta y camina hacia mí, no estoy preparada para verlo, su expresión es indiferente como si Peter Page estuviera mirándome ahora como si no fuera otra más que una conquista con la que accidentalmente tuvo un hijo.

—No puedes alejarlo de mi Peter, es todo lo que tengo.

Los ojos de Peter brillan cuando me miran.

—No lo alejaré de ti Lali, pero no me voy a quedar mirando mientras Pablo actúa de esta manera. Lo he intentado, he hecho todo lo que me has pedido, lo llamo todos los días, regresé, diablos compré una maldita casa para que él tenga un sitio cómodo, terminé de ceder para tranquilizar a tu novio, sé que él lo crió, pero es nuestro hijo La.

—Lo sé —me atraganto.

—No sé, siento como si Pablo estuviera intentando probar algo, como que te ganó o algo, sé que él te ha querido desde la preparatoria y no es un secreto que él y yo no éramos amigos pero esto… algo no está bien y no me gusta.

Peter se inclina y besa mi mejilla, se va sin decir adiós, mientras veo como el carro se lleva lejos toda mi vida, me giro y miro en la ventana de la pizzería, todos están riendo y divirtiéndose, me inclino contra la pared y me deslizo descansando mi cabeza en mis manos.

***

—Aquí, Pablo Martínez me pidió que te diera esto. —Eugenia sostuvo una nota doblada y la mueve de arriba abajo—. ¿Están tú y Peter peleados?

—No, ¿por qué preguntas? —pregunto mientras acomodo mis libros en mi casillero.

—No sé, ¿por qué Pablo Martínez te escribió una carta de amor?

Me detengo a mirarla, y tiene una expresión de autosuficiencia y una ceja arqueada.

—No tengo idea. —Me estiro para tomar la nota pero ella se mueve rápido alejándola de mí.

—¿Qué es esto? —Nicolás la toma de su mano, Eugenia tiene una expresión de “Oh mierda” en su rostro cuando Nicolás la abre, y se queda inmóvil mientras aprieta la mandíbula, se gira y me mira y yo intento escabullirme en mi casillero.

—¿Tienes algo que ver con Pablo Martínez?

—No, no del todo —replico defendiéndome.

—Espera a que Peter vea esto —dice Nicolás.

—¿Vea qué? —Peter se inclina para besarme para después mirar a Nicolás—. ¿Qué es esto? —pregunta cuando las manos de Mason le entregan la hoja de papel, Peter mira el papel y me mira de nuevo—. ¿Qué es esto Lali?

—No lo sé, Eugenia me lo trajo, ni siquiera sé que es lo que dice.

Peter mira a Eugenia quien se encoge de hombros.

—Él me lo dio en la clase de historia.

—Dice… —Comienza a leer: —Querida Mariana, ¿te das cuenta de lo bonita que eres? Te veo en los pasillos y deseo tener el coraje para hablarte, pero no… no sé qué decir, me gustaría conocerte mejor, llámame. Tuyo, Pablo Martínez.

Nicolás y Peter comenzaron a reír haciéndome enojar, caminé lejos de ellos sabiendo que Pablo se acababa de comprar a sí mismo una patada en el trasero, Eugenia debió darme la nota en lugar de agitarla por ahí.

Antes de que pudiera entrar a mi clase, unas fuertes manos me empujaron a través de las puertas dobles que llevan hacia afuera, sé que Peter a pesar de que esta tras de mí, me conduce directo al campo de fútbol, su sitio favorito para tener una conversación, excepto que no estamos hablando, me empuja arriba contra la pared de concreto, mis piernas se enredan en su cadera instantáneamente y su boca me ataca, nuestras manos están por todos lados.

—¿Quieres llamar a Martínez? —me pregunta mientras mueve su boca hacia abajo por mi cuello.

Sacudo la cabeza y es la verdad, no tengo deseos de conocer o hablar con Pablo Martínez más que como mi compañero de clase.

—Está celoso de mí, nena, quiere todo lo que tengo, por favor no se lo des.

—No lo haré, lo prometo.

***

Presiono mis dedos en mis sienes deseando que la presión se vaya, cuando la puerta se abre y veo a Pablo ahí de pie mirándome, algo ha cambiado, sostiene su mano arriba para ayudarme a ponerme de pie, nuestros dedos se entrelazan mientras caminamos al auto, se ve mucho más relajado cuando Noah no está alrededor y no me gusta eso, quiero a mi hijo alrededor todo el tiempo.

Cuando entramos en la casa, me empuja contra la pared y me besa, su lengua impaciente y áspera se enreda con la mía, se quita su camisa y estira la mía, lo empujo lejos pero él piensa que es solo para ganar espacio y así quitarme mi blusa.

—Necesitamos hablar —digo sin hacer contacto con su mirada.

Me suelta y me conduce a la sala de estar, ambos tomamos asiento y me giro para afrontarlo poniendo mi rodilla hacia arriba.

—No puedes pelear más con Peter, no es justo para Noah, sé que jodí las cosas cuando tomé la decisión de decirle a Noah sobre Peter pero lo hecho está hecho y no puedo cambiarlo, tenemos que aceptar que Peter es parte de nuestras vidas ahora y solo seguir adelante.

Pablo tomó mi mano y la acerco a sus labios besándola.

—Tienes razón he sido un idiota y tienes razón sobre seguir adelante, es por eso que nos mudamos.

Miro a Pablo asombrada, sé que mis oídos deben estar engañándome, él tiene práctica constante aquí y yo estoy en proceso de expandir mi tienda, no hay manera en el infierno de mudarme.

—Perdón… ¿qué dijiste? —Mi voz queda atrapada en mi garganta y apenas y puedo respirar.

—Estoy tomando un año sabático e iremos a África por un año a “Médicos Sin Fronteras”. —Puedo decir por la expresión de su cara que habla en serio y piensa que iremos con él. Tomo una decisión importante sin siquiera consultármelo, mi elección sobre decirle a Noah sobre Peter es una tontería comparado con esto.

—No —murmuro mientras sacudo mi cabeza—. No iré a ningún lado.

—Será bueno para nosotros y Noah aprenderá mucho.

Arrebato mi mano fuera de la de él y me pongo de pie.

—Ni Noah ni yo iremos Pablo, no se toma una decisión así por nosotros sin decírmelo primero, Peter…

—No me importa una mierda Peter, Lali, métete eso en la cabeza, estoy tomando a mi familia y nos iremos.

—No, no lo haremos, tú puedes ir, pero nosotros nos quedamos aquí.

Pablo se mueve delante de mí.

—¿Qué estás diciendo?

Miro al hombre que he amado por los últimos seis años.

—Si quieres ir Pablo, entonces ve, pero Noah y yo nos quedamos aquí, Noah tiene escuela y sus actividades y no me lo llevaré lejos de Peter  mientras construyen una relación, y yo tengo mi tienda, no puedo solo dejarla… no quiero… y no está abierto para ninguna discusión.

—Así que eso es que… ¿estás eligiendo a Lanzani sobre mí?

Sacudo la cabeza.


—No Pablo, estoy eligiendo a Noah.


CONTINUARÁ...

sábado, 30 de mayo de 2015

Capítulo 27

PETER

S
i alguna vez menciono comprar una casa de nuevo, alguien por favor dispáreme. Noah y yo pasamos todo el sábado y el domingo vagando por Beaumont con mi excesivamente hiperreal agente de bienes raíces. Lo único que aprendí era cómo rodar los ojos como un niño de nueve años.

Sarah, Sadie o quizás Suzie (no recuerdo) nos mostró casa tras casa, ninguna de las cuales satisfizo mis necesidades. Sí, puedo ser una persona con un niño que tendrá ocasionalmente, pero eso no quiere decir que quiero una casa pequeña. Quiero dos pisos con un sótano completo y un garaje adjunto con al menos medio acre de tierra. No creo que estos requisitos sean demasiado sobre-el-límite, pero aparentemente lo eran.

Ahora Noah y yo nos sentamos fuera de esta casa de dos pisos en el mismo barrio de mis padres. Me di cuenta que era exactamente lo que estaba buscando, así que nos dirigimos a buscar un cartel de SE VENDE.

Encontramos uno.

Estamos esperando a que el agente llegue para que podamos ver el interior, pero ya sé lo que quiero. Puedo imaginar a Noah subiendo los robles gigantes que rodean la propiedad y puedo verlo lanzando el balón por ahí con sus amigos en el patio.

Este nuevo agente sale de su coche y saluda hacia nosotros. Es bajito y rechoncho, con el pelo blanco. Se ve como un malvavisco.

—Hola, soy Peter Lanzani y este es mi hijo, Noah.

—Encantado de conocerlo, soy Stu. Entremos.

Seguimos a Stu arriba de los escalones de ladrillo. El porche es amplio, con pilares blancos en necesidad desesperada de un trabajo de pintura. Stu abre la puerta, permitiéndonos a Noah y a mí entrar. Ante nosotros está la  escalera, abierta a ambos lados para que puedas ver el comedor y la sala de estar. La sala de estar tiene dos grandes ventanales, uno delante y otro atrás, dos más a los lados. La cocina es nueva, con un rincón y todos los electrodomésticos nuevos, y ventanas que dan al patio trasero. Hay un baño de buen tamaño justo al lado de la cocina. El comedor da al patio delantero con un gran ventanal y dos frente al patio lateral.

Nos dirigimos arriba a los cuatro dormitorios. El principal es grande, con un walk-in closet que conduce a un cuarto de baño con ducha y bañera de hidromasaje. Una habitación está decorada como una guardería, lo que tendría que cambiar. Las otras dos habitaciones son del mismo tamaño. Todas las habitaciones cuentan con abundante luz natural. Hay un cuarto de baño compartido arriba.

Stu está sentando en la mesa cuando bajamos.

—Vamos a revisar el sótano —digo cuando pasamos a su lado. Él sonríe y asiente hacia nosotros, y regresa a su papeleo.

Se accede al sótano a través de la cocina. Bajamos pisando las escaleras, poniendo a prueba su robustez. Hay una habitación de lavandería y un espacio muy grande.

—¿Qué piensas, papá? Estoy pensando que un hombre de las cavernas como Tío Nicolás está por allí y tu estudio ahí —señala a la pared en el lado izquierdo de la habitación.

—¿Sí? Sabes que el estudio es muy grande. Necesito un lugar para instalar el equipo.

—Creo que será lo suficientemente grande. ¿Qué te parece?

Miro a mi hijo. Está radiante de emoción.

—Me gusta. ¿Crees que te gustará vivir aquí?

—Sí, claro.

Pongo mi brazo alrededor de él y tiro de él en un medio abrazo.

—Vamos a comprarnos una casa.

Subimos por las escaleras. Stu levanta la cabeza cuando entramos.

—La tomaremos —suelta Noah antes de que tenga la oportunidad de decir algo.

—Sí, la tomaremos.

Stu comienza a hablar de la financiación y los bancos. Le digo que será una venta al contado y que quiero mudarme de inmediato. Él llama a los dueños de la casa, y les dice que el trato está sobre la mesa. Ellos aceptan de inmediato y estoy de acuerdo en aparecer mañana en su oficina para firmar los documentos.
Noah y yo caminamos por el patio después de que se vaya Stu. Se sube a uno de los árboles y corremos por el patio para ver quién es el más rápido.

Puedo haberlo dejado ganar, pero nunca lo admitiré. Salimos de la casa cuando el sol comienza a ponerse y vamos a cenar.

Cenas familiares en Deb’s son un pasatiempo en Beaumont, a menos que seas un Lanzani. La primera vez que fui allí, acababa de obtener mi licencia de conducir. Cuando mi mamá escuchó sobre ello al día siguiente, estaba horrorizada. Nosotros, los Lanzani no nos degradábamos con un lugar como Deb’s.

Lo que sea.

Me encanta Deb’s. Noah y yo tomamos un puesto y ordenamos nuestra cena de celebración. Él me pregunta cuándo seré capaz de mudar alunas cosas y le digo que ordenaremos los muebles esta semana y todo lo demás que necesitaremos. Aún no he sido capaz de llegar a una decisión sobre dejar Los Ángeles, así que hasta entonces, estaré aquí por una semana más o menos cada mes.

Estamos a mitad de camino de la cena y Noah lanzan una bomba.

—Mamá y Pablo pelean mucho.

Bajo mi servilleta, colocando los brazos sobre la mesa.

—¿Qué quieres decir? ¿Pablo la golpea?

—No, al menos nunca lo he visto hacer algo como eso, pero los  escucho discutir por la noche. Él no cree que deba pasar más que un fin de semana contigo en un tiempo, y no quiere que compres una casa aquí.

Levanto las manos, apoyando la barbilla en ellas. Noah no debería escucharlos discutir por mí. No es justo.

—Escucha, amigo. Esta es una situación difícil para todos nosotros, y honestamente realmente inesperada. Sabes que cuando vine aquí para el funeral de Nicolás nunca esperé encontrarte. Estaba sorprendido, lastimado, e incluso enojado. No sabía sobre ti y escuchar a este chico decirme que me vio besar a su mamá en un DVD, no supe qué pensar. Así que, imagina lo que pensó tu mamá cuando aparecí o cuando Pablo te escuchó llamarme papá. Hay muchas grandes emociones justo ahora y estamos tratando de encontrar la mejor manera de tratar con ellas.
»Pero no pienses que los tres no te amamos. Lo hacemos, mucho. Eres nuestra prioridad número uno. Solo se paciente con tu mamá y Pablo. Trabajarán en ello y las cosas estarán bien. —No estoy seguro de dónde vino todo eso, pero se siente bien decirlo a Noah. Él necesita entender que soy el catalizador de esas emociones entres Pablo y Lali. Al que no entiendo es a Pablo. En Acción de Gracias, prometió tratar de ser cordial por el bien de Noah y Lali. Yo no le prometí nada.

Dejo a Noah en casa y le digo que lo veré mañana después de la escuela.  Ahora mismo el acuerdo es que recogeré a Noah de la escuela, lo tendré para la cena y lo dejaré en casa una hora antes de la hora de acostarse, a menos que tenga práctica.

Conduzco hacia mi futura nueva casa y me estaciono al frente. Quiero ver a Lali corriendo afuera con Noah y conmigo. La quiero decorando flores al frente y adentro. La quiero viviendo aquí con nosotros, como una familia.

***

Es el último juego de Noah de la temporada. Estoy de pie en mi lugar de siempre con Rufina a mi lado. Ella mira a Noah como un halcón y no he averiguado si se trata de un enamoramiento o si quiere jugar fútbol. Eugenia dice no al fútbol, pero quizás en unos años cambiará de parecer.

Noah está luchando hoy. Ha lanzado dos intercepciones y ha soltado el balón. Estoy contando los segundos para el descanso, así puedo preguntarle qué está pasando. Cuando la alarma suena, me acerco a la línea lateral para saludarlo. Él se quita el casco. Su expresión infeliz me hace doler el corazón por él.

—¿Qué está pasando?

—No lo sé. Nada se siente bien. Estoy viendo todo lento.

—¿No confías en tus receptores?

—Noah, ven aquí —grita Pablo. Sé que es el entrenador, pero no es como si no supiera de lo que estoy hablando.

—Confía en tus receptores, Noah. Lanza el pase como está diseñado.
Estarán allí para atraparlo.

—Gracias, papá. Siento que no puedas venir esta noche. —Miro a Noah cuestionantemente. Él está con su equipo antes de que pueda preguntar de qué está hablando.

La segunda mitad de Noah va mucho mejor que la primera, pero aun así terminaron perdiendo. Noah parece triste y probablemente enojado consigo mismo. Arroja su casco, lo que no apruebo en absoluto. Me dirijo al banco para hablar con él sobre la deportividad.

—Recoge tu caso, Noah —demanda Pablo. Noah está parado allí, con los brazos cruzados sobre su pecho—. No sé lo que estás tratando de sacar, pero no volará. Recógelo.

—Noah, ¿qué está pasando? —pregunto, dando un paso adelante y parándome junto a Pablo. Pablo toma una respiración profunda, se vuelve y me mira.

—Este no es asunto tuyo, Lanzani. De hecho, tú eres el problema.

—¿Disculpa?

—Ya me oíste —gruñe.

Miro a los stands por Lali. Ella está de pie allí, su rostro congelado mientras entra en esta escena. Definitivamente algo está pasando allí de lo que no estoy al tanto.

—Coge tus cosas, Noah. Vamos a llegar tarde. —Noah mira a Pablo, sin moverse. Él me mira con lágrimas en los ojos. Me acerco a él y lo jalo a un lado.

—Noah, ¿cuál es el problema? —pregunto, inclinándome a su nivel.

—Hay una fiesta de equipo y Pablo dijo que no puedes venir. —Miro por encima de mi hombro a Pablo, quien está en una acalorada conversación con Lali. Hace la mierda difícil cuando podría ser tan fácil.

—Está todo bien, amigo. Podemos salir mañana.

—No, quiero que estés allí, y ya que es para los niños, debería elegir. —
Mi hijo, el lógico, ¿quién lo sabría?

—Te diré algo. Ve a la fiesta y llámame cuando termines, entonces iré por ti y podemos pasar la noche, ¿de acuerdo?

—Mamá dirá que no.

—Déjame tu mamá a mí —digo. Él se inclina hacia adelante y me da un abrazo—. Por cierto, si alguna vez te veo lanzar tu caso de nuevo, lo lamentarás. ¿Soy claro?

—Sí, señor.

—Ve a recogerlo.

Espero un momento antes de interrumpir a Lali y Pablo. Odio lo que estoy a punto de hacer, pero Pablo no me da otra opción.

—Así que, Noah va a llamarme cuando la fiesta termine, voy a recogerlo y llevarlo de vuelta donde Eugenia para pasar la noche.

Pablo comienza a reírse.

—¿Quién lo dice? ¿Tú?

—Pablo…

—No, Lali. Establece algunos malditos límites con él. Lo dejas pasar sobre ti, y Noah jugó como la mierda esta noche porque está enojado conmigo.

—Oye, no culpes a Noah. No es su culpa.

—Quédate fuera de esto, Lanzani.

—Sabes, Pablo, pensé que estábamos bien, pero supongo que no. De cualquier manera, tú no importas en esta ecuación. —Odio decir estas cosas porque me prometí a mí mismo que trataría a Pablo como un padre. Miro a Lali; ella parece avergonzada. Debería estarlo—. Recogeré a Noah cuando llame. Si no te va bien, dime ahora para que pueda hacer que mi abogado te envíe un acuerdo de custodia por fax.

La dejo con las palabras que nunca quise decir, pero no está dándome ninguna opción aquí. He aceptado cada demanda suya, y ella permite que Pablo pelee conmigo por pasar tiempo con mi hijo.


No más.

CONTINUARÁ...

viernes, 29 de mayo de 2015

Capítulo 26

LALI

P
aso otra noche en el sofá, pero esta vez no duermo. Me quedo mirando al suelo, mis manos, la imagen de la ventana que Pablo instaló hace unos años —cualquier cosa para mantener mi mente alejada del completo desastre en lo que mi vida se había convertido y al hombre arriba en mi habitación inconsciente durmiendo su borrachera.

Cuando Peter me envió un mensaje anoche, quería llorar. No solo por mí, sino también por Pablo. A través de todo lo que había pasado, todo lo que yo había hecho mal nadie se había detenido a considerar sus sentimientos. Debí ponerlo primero. Él ha sido el que ha estado ahí desde el primer día, incluso antes de que empezáramos a salir él estuvo allí para Noah.

Y ahora está sufriendo debido a mí incapacidad para superar a Liam. Nunca pensé que Peter regresaría.

Pero él está aquí y me hace sentir cosas que no he sentido desde que dejé de pensar acerca de él. Quizá nunca verdaderamente deje de hacerlo. Quizá solo enmascare mis sentimientos. Amo a Pablo, pero no de la misma manera que amo a Peter. Peter fue mi primer todo, pero eso no es suficiente para renunciar a Pablo.

Cuando el café estuvo listo. Serví una taza y la coloqué en una bandeja con una tostada y tocineta. Él pocas veces está así, entonces no sé cómo maneja sus resacas, especialmente cuando tenemos que sentarnos con sus padres en unas horas.

Subo las escaleras cuidadosamente, empujo la puerta de nuestra habitación con mi pie. Él se encuentra acostado sobre su espalda, sus brazos extendidos. De haber estado yo en la cama me habría golpeado en el rostro.

De pie allí, lo estudio, su cabello rubio desordenado. La colcha está sobre el suelo al pie de la cama, una sábana lo cubre de la cintura para abajo. Observo mientras su pecho definido se mueve arriba y abajo con su respiración. Estoy aliviada de que no haya vomitado en medio de la noche.

Coloco la bandeja en la mesita de noche, camino hacia la ventana y la abro para que entre aire fresco. Trepo hasta la cama cerca de él y no puedo evitar estirarme y tocarlo. Paso mis dedos por su pecho, trazando sus músculos. Se estremece un poco y aleja mi mano. Trato de reprimir una risa, pero sé que puede escucharme.
De repente, su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me empuja a través de su pecho, su otro brazo descansando en mi espalda. Él está despierto. Me sostiene mientras me acurruco más cerca.

—¿Cómo te sientes?

—Como si fuera a morir — responde con voz ronca. Tiene que toser un par de veces para aclarar su garganta.

—Tuviste una noche difícil.

Él no dice nada. Nos rueda para que estemos frente a frente. Sube el dobladillo de mi camisa como si fuera a perderse si no me sostiene.

—Bebí mucho anoche y tengo el sentimiento de que hice algo estúpido.

Asiento, no queriendo avergonzarlo. Él ya ha hecho bastante de sí mismo. Muevo su cabello lejos de su rostro, un rostro del que me enamoré hace años.

—Te hice algo para desayunar.

—¿Vas a decirme que hice?

Me encojo de hombros.

—No sé todo, solo un poco cuando llegue allí. Supongo que tú y Peter intercambiaron unas palabras porque él me escribió que estabas borracho y me dijo que te buscara.

Pablo cerró sus ojos y hundió su cabeza en mi pecho. Me empuja más cerca, necesitando la misma reconfirmación que yo, de que todo estará bien. —Estoy intentándolo Lali. De verdad lo estoy. No sé qué me pasó anoche. Caminé hacia Agustín y todos estaban volviéndose locos por él y todo lo que podía pensar es como estoy perdiendo todo por este tipo que no lo merece. Empecé a beber y sé que le dije algo, pero no puedo recordarlo.

—No me voy a ningún lado, Pablo.

Después de desayunar, se ducha mientras Noah y yo lo esperamos a que baje. Estoy segura de que Peter no dirá nada sobre la pelea, especialmente enfrente de Noah, así que le digo a Pablo que no necesitamos mencionarlo más.

Está vestido con unos pantalones grises oscuros y una camisa blanca, su corbata colgando sin hacer cuando baja por las escaleras. Me encuentro con él al final de la escalera y la ato por él. Me empuja en un profundo abrazo hasta que Noah empieza a exclamarnos —Solo espera hasta que tengas tú novia —dice Pablo mientras me ayuda a ponerme mi abrigo.

—¡De ninguna manera! Las chicas tienen piojos y no entienden el fútbol.
—Pablo sostiene su mano en alto para chocar los cinco. Y pongo los ojos en blanco. Mis chicos son incorregibles.

La cena de acción de gracias en casa de los padres de Pablo siempre es interesante. Mis padres se nos unen y es una gran festividad. Navidad es un evento mucho más pequeño. Mientras todos estamos sentados alrededor de la mesa, sosteniéndonos las manos por una oración, estoy agradecida de que mi familia está completa, al menos por hoy.

Después de la cena los hombres tienen la tarea de limpieza mientras las mujeres charlan sobre los anuncios del Viernes Negro para la excursión de compras mañana. No tengo ni idea de qué comprar para Noah y Pablo para navidad y estoy esperando ver algo que llame mi atención.

Pablo y yo hemos esquivado la charla sobre el matrimonio, incluso aunque hemos hablado sobre establecer una fecha después de las fiestas. Queremos pasar navidad sin la presión de las personas preguntando dónde nos vamos a casar.

Noah, Pablo, y los otros hombres se dirigen afuera para jugar fútbol. El clima está cambiando y sé que pronto nevará. Noah tiene un juego más antes de que la temporada haya terminado y Peter prometió estar allí.

Peter. No sé qué hacer con respecto a él. A veces deseo que él no hubiese regresado o hubiera visto a Noah ese día. Creo que las cosas serían mucho más fáciles, pero entonces Noah no habría conocido a su papá. Y creo que todo niño debería conocer a ambos padres y darles la oportunidad. Alai y Rufina apenas tendrán recuerdos de Nicolás cuando sean mayores. No quiero eso para Noah.

Los chichos regresan, con las mejillas sonrosadas y sucios. Pablo me besa, deslizando sus manos frías abajo de mi abrigo. Lo aparto, pero me sostiene fuerte.

—Te amo —dice él contra mis labios.

—También, te amo.

Él coloca mi cabello detrás de mí oreja.

—Quiero ir a donde Eugenia.

—¿Por qué? —pregunto. Peter está allí y no los quiero peleando, especialmente enfrente de Noah.

—Necesito pedirle disculpas a Peter. No quiero que lo de anoche pese sobre nuestras cabezas y creo que a Noah le gustaría verlo. Quizá podamos detenernos en casa y él puede empacar un bolso y quedarse con Peter esta noche. Darnos un poco de tiempo a solas.

—Me gustaría eso —digo antes de plantar mis labios sobre los de él.

Noah está más que feliz de quedarse con Peter esta noche. Cuando nos estamos estacionando en la entrada de Eugenia, Noah está fuera del auto antes de que Pablo haya terminado de acomodarse en el espacio. Pablo y yo caminamos de la mano hasta la casa de Eugenia. Noah ya está sentado con Peter, tratando de empujar lejos a Rufina. Eugenia está en la silla con Alai. Por un breve momento miro hacia Peter, tan cómodo en la casa de Eugenia y me pregunto si pudiera estar pasando algo entre ellos.

Ha sido ella la que lo ha hecho sentir bienvenido, abriéndole su casa, invitándolo para acción de gracias y ahora está acostado sobre el suelo, Rufina descansando sobre su estómago, como si fuera dueño del lugar.

Él se sienta cuando me ve observándolo, Pablo detrás de mí. Sé que estoy imaginando cosas, pero no puedo evitarlo. Mi mente está enloqueciendo con imágenes de ellos juntos. Eugenia cierra su libro y mueve a una dormida Alai para poder pararse y recibirnos.

—¿Qué ocurre? —dice ella, bostezando.

—Pensamos que a Peter le gustaría ver a Noah —digo, mirando a Peter—. Pero si están ocupados…

—No creo que ver TV constituya estar ocupados, Lali. Me alegra que Noah este aquí —me dice Peter. La manera en que me está mirando dice que sabe lo que estoy pensando. Hemos pasado por el camino de los celos antes y acaba de crecer unos muy feos sobre mi cabeza otra vez.

—Siéntanse como es su casa. Haré un poco de café. —Peter se pone de pie y ayuda a Eugenia con Alai. Mis ojos lo siguen por el pasillo mientras la lleva a su cama. Aparentemente también las pone en su cama.

—Lanzani —dice Pablo cuando Peter camina de regreso a la sala—. Vayamos afuera para hablar. —Peter no dice nada solo asiente y camina afuera por la puerta que guía a la entrada. Pablo me besa en la mejilla y promete ser bueno.

—Sé que quieres escuchar —dice Eugenia cuando me extiende una taza de café. Me hace señas para que la siga a la cocina.

—¿A dónde van? —pregunta Noah antes de que yo deje la habitación.

—Solo a hablar. —Y me giro de regreso a Eugenia.

—¿Qué está pasando contigo? —pregunta ella tomando un trago de su taza.

—Nada, solo me tomó desprevenida por cuan natural lucía todo cuando entré, eso es todo. Supongo que no esperé que siguieras adelante tan pronto.

Eugenia escupe café de su boca, arruinando su camisa blanca.

—¿Estás bromeando, Lali? Crees que Peter y yo… oh, Dios ni siquiera puedo decirlo. Acabo de enterrar a mi esposo. No tengo intención de buscar algo con nadie. Peter está aquí porque no quería que estuviera solo en acción de gracias y Rufina quería a alguien para ver el fútbol.

—Solo pensé…

—Pensaste mal. Él solo estuvo de acuerdo porque le daba a Noah un lugar para venir hasta que pueda comprar una casa. —Eugenia se movió hasta el fregadero para limpiarse—. En caso de que no lo sepas, ese hombre todavía está loco por ti.

—Sé que lo está —murmuré. Soy tan estúpida por pensar que Eugenia empezaría algo con él.

Eugenia limpia sus manos en la toalla y se inclina contra la encimera.

—¿Qué demonios estás haciendo Lali?

Miro a Eugenia y de regreso a la puerta antes de mirarla otra vez.


Lágrimas llenan mis ojos. Escondo mi rostro y me dejo caer en sus brazos.


CONTINUARÁ...