lunes, 27 de abril de 2015

Capítulo 14

LALI

V
er su espalda mientras se retira debe ser algo natural para mí. No es la primera vez que se alejó de mí y probablemente no será la última. Si tengo suerte se irá por unos diez años más y no tendré que lidiar con él ya.

Me frustra sin límites con su engreído trasero y su actitud de que le importa una mierda. ¿No sabe que está jugando con mi hijo? Sabe que no tiene intenciones de quedarse y jugar al maquillaje de un padre, así que, ¿por qué está tratando ahora? ¿No puede volver de donde sea que vino y dejarnos jodidamente en paz?

—Vas a romperte las uñas si las aprietas más fuertes. —Eugenia sonríe mientras entro. Rufina se voltea y me da una mirada asesina. Encantador, así que ella me escuchó diciéndole a Peter que se fuera de la ciudad. Sé que ella le pidió que viera fútbol con ella, pero de verdad Eugenia debía haberla querido lejos de Peter tanto como fuese posible.

—Deja de ponerte de su lado —le digo mientras sigo a Eugenia. Soy una cobarde y se lo digo a sus espaldas porque no quiero ver su mirada de decepción. Noah está ya en el asiento trasero mientras subo a mi carro. Mira a la ventana, evitando el contacto visual. Sus brazos están cruzados por encima de su pecho y suspira repetidamente. No voy a cambiar de parecer.

No importa cuánto me ignore.

Tenemos que sentarnos y esperar a que Pablo termine de hablar con sus padres. Me enfurece cuando veo el brazo de Paula Reca tocar el de Pablo. Ella siempre ha querido lo que es mío, primero Peter y ahora Pablo. Toco la bocina, advirtiéndole que estoy esperando. No estoy de humor para sentarme en este estacionamiento mientras se hacen ojos de cachorrito el uno al otro.

—¿Cuál es tu problema? —pregunta Pablo cuando finalmente entra en el auto. Debí haber hecho el camino a casa. Pensé en ello. Podía haber usado ese tiempo en enfriarme y poner en orden mis pensamientos.

—Está molesta porque estaba hablando con Peter —suelta Noah causando que Pablo me vea.

—Noah, cállate —le digo con los dientes apretados. Estoy tratando de no llorar por toda esta mierda acerca de Peter y Noah, lo trato. Trato de ser fuerte y mantenerme en pie. Se ha ido por diez años y no puede aparecerse aquí y actuar como si no hubiese nada malo con nosotros.
—¿Qué está pasando? —pregunta Pablo en su tranquilo y sosegado tono de doctor. Me vuelve loca. Quiero decirle a Noah que no puede hablarle a Peter. Necesito que me apoye en esto, pero no lo hace. Solo enciende el carro y sale del estacionamiento.

—¿Vas a hablarme? —pregunta. Niego con la cabeza, viendo fuera de la ventana a las fachadas de tiendas que pasan. Los comerciantes están afuera de decorando por el otoño y me doy cuenta que no lo hecho. Necesito hacerlo. No puede faltar cuando mi tienda es prominente en la calle principal.

—Déjame en la tienda, por favor. —Pido sin mirar a Pablo. Él alcanza mi mano. Dejo que la sostenga, pero no sostengo la suya. Estoy demasiado molesta y la última cosa que quiero es ser mimada.

—Lali…

—No me vengas con lo de Lali. Necesito ir al trabajo. No debí tomarme el día libre. —Pablo no responde, él solo asiente y maneja hasta la tienda.

Cuando se detiene en la acera salto sin decir adiós. Sé que voy a lamentar mi actitud más tarde, pero ahora mismo estoy cabreada porque nadie esté de mi lado.

El olor fragante de las flores se apodera de mí cuando abro la puerta.

Me olvidé de apagar el ventilador cuando salí la otra noche y me pregunto cuántas flores están arruinadas como resultado. Arruinadas por todo lo relacionado a Peter, porque se presentó aquí, en mi tienda, mi único lugar que no tiene nada que ver con él y ahora está contaminado.

Enciendo solo la luz de atrás, esperando evitar que la gente entre. A pesar de que el aviso dice Cerrado, los lugareños todavía entrarán y visitarán.

A ellos les gusta hablar, tomar café y decirme las historias de su vida mientras recorto y preparo ramos de flores.

El crujido del cristal me recuerda a Peter de nuevo. Parece que no importa dónde me dirija, él está allí interrumpiendo mi vida, causando estragos a su paso. Quién diría que su regreso me causaría tanta agitación.

Incluso Eugenia ha abierto sus brazos a él como si los últimos diez años no importaran. Pablo solo quiere que renuncie él a sus derechos y Noah… Noah quiere que Peter sea su mejor amigo. Y yo quiero... Yo no sé lo que quiero excepto que todo vuelva a ser como era hace dos semanas cuando Nicolás se paseaba por aquí en la mañana del lunes a ordenar flores para su esposa.

Una vez que es retirado el jarrón, enciendo mi iPod y vuelvo al trabajo comenzando con mi ventana de exhibición, creando la perfecta imagen de otoño, alineando mi ventana con crisantemos y tallos de maíz. Voy a tener que acordarme de pedirle a Noah, si me habla, si puede hacer un espantapájaros. Añado fanegas de lavanda seca para dar a la ventana un poco más de color. No todo tiene que ser de color rojo y oro.

Abriendo la puerta para aire fresco, decido que las escaleras necesitan crisantemos y tallos también. Necesito mantenerme ocupada o voy a comenzar a pensar en Peter, Noah y Pablo.

Me detengo en seco. ¿Cómo puede venirme Peter a la mente por encima de Pablo cuando él ha estado desde que Noah tenía tres años? ¿Cómo puede ser el tercero en mis pensamientos?

Es simple, no debería. Es más hombre que Peter. Es inteligente y educado, acelerando la universidad para abrir su pequeña práctica para retribuir a la comunidad.

—¿Necesitas ayuda? —No necesito voltearme porque conozco esa voz.

Nunca olvidaré esa voz aunque él me esté gritando o susurrando al oído. Es la misma que me persigue en sueños, volviéndolos pesadillas últimamente.

—No necesito nada de ti, Peter. —Ato el último de los tallos en los ganchos metálicos de la fachada. Se sostendrán, siempre y cuando no tengamos alguna tormenta loca de viento. Pero, de nuevo, Peter golpea como una tormenta en la ciudad sin ninguna advertencia.

—Solo quiero hablar contigo, Lali. Podemos ser adultos acerca de esto.

En el momento en que me volteo deseo no haberlo hecho. Por primera vez, realmente lo veo, todo de él. Sus brazos están desnudos y finalmente puedo ver sus tatuajes, no es que haya tratado antes pero he estado curiosa.

Me enfoco en ellos antes de concederle el permiso a mis ojos para disfrutar del resto de su cuerpo. Sus brazos están todavía definidos, al igual que en la escuela preparatoria, pero probablemente ahora más. Sus jeans, deslavados y probablemente caros, no los Levi’s que llevaba cuando salíamos, quedaban sueltos en su cintura. Incluso con un cinturón se veían como si fueran a caerse si no se tenía cuidado.

Me mira cuando mis ojos alcanzan los suyos y sonríe, pero no con la intención presumida de antes. Él sabe que lo estoy mirando y él me permite hacerlo sin decirme nada por mi estupidez.

Nunca pensé que los tatuajes fuesen sexys, pero mirando a Peter ahora me pregunto si tiene alguno que no pueda ver y quiero preguntarle qué significan todos.

—¿Tienes…? —Mi voz se apaga. Esa pregunta es cruzar una línea que no estoy dispuesta a pasar.

—¿Tengo qué?

—Nada, olvídalo —digo negando con la cabeza. Subo las escaleras y le dejo parado en la acera. Cierro la puerta con la pierna, efectivamente dejándolo afuera.

—Lali —dice tan suavemente que casi permito que mi corazón se rompa. Extraño esa voz y ahora está aquí, golpeando en mi cabeza. Solo quiero gritar y decirle que se vaya.

—Lo siento por lo de temprano y quería preguntarle por algo que dijiste.

Pongo mis manos en mi cabello mientras le habla a mi espalda.

Cuando me toca, quiero derretirme y meterse en sus brazos, pero esa es la vieja yo. Esto me da vuelta y lo mira con nada más que ira y odio en los ojos y él lo sabe porque da un paso atrás y niega con la cabeza.

Alzo la ceja indicando que puede continuar.

Respiro hondo y me mira antes de mirar al suelo. Juega con sus labios y lucho con cada necesidad que tengo de alejar su mano de esa boca y encerrar sus dedos con los míos, al igual que solía hacerlo.

—Dijiste que trataste de decirme acerca de Noah. Sé que cambié de número y que eso fue una cosa terrible que hice, pero dijiste que trataste y quisiera saber cómo.

—¿Por qué debería decirte? —Cruzo mis brazos por encima de mi pecho desafiante.

—Te pido que me des una oportunidad aquí, La. Sé que lo jodí, pero no estabas allí maldita sea así que no tienes idea de lo que estaba pasando.

Peter comienza a caminar de un lado a otro y a tirar del cabello que tenía.

—El estrés y estar solo, simplemente…

—¿Me engañaste? —interrumpo.

Su cabeza se mueve bruscamente hacia arriba en dirección a mí y conozco la respuesta incluso antes de que tenga que decir las palabras.

—Nunca —susurra—. Nunca te hubiese faltado al respeto de esa manera. Cuando estábamos juntos nunca vi a otra chica de la manera en que te veía a ti.

—Me dejaste. Obviamente no fui suficiente para ti.

—Dios mío, ¿siquiera te estás escuchando? No fue por ti. Fue por mí y todo este cambio por el que pasé.

—Hubiera pensado que podrías haber llegado a algo mejor que eso, ya que eres un genio con las palabras. ¿Por qué no me dijiste que no estabas feliz?


—Debido a que no era así, me sentí como si... como si me estuviera ahogando.


CONTINUARÁ...

sábado, 25 de abril de 2015

Capítulo 13

PETER

M
e pidió que viniera a verlo y me dio el lugar y la hora del sitio, dijo que podría darle algunas indicaciones de los cinco pasos de su caída al medio tiempo, quería hacerlo, de verdad pero no sé, Lali lo dejo claro, no quiere que tenga nada que ver con él y no quiero verla golpeando mi puerta pidiéndome una explicación.

Pero quiero verlo jugar, quiero recordar como era amar el juego y tal vez aprenderé a amarlo de nuevo ahora que tengo una razón para verlo… si es que aún tengo permitido tener esta razón, Lali tiene todas las cartas en lo que concierne a Noah.

La última vez que vi un juego fue en el último año de Nicolás, nunca tuve la oportunidad de decírselo, pero nunca me perdí un juego, lo veía cada sábado por televisión, un par de veces pensé en presentarme a alguno pero no estaba listo para afrontar a cualquiera.

Aparentemente no lo estoy aun, desde que no puedo tener una conversación decente o estar en la misma habitación que Lali sin molestarla.

Pero ella es tan determinante cuando está molesta, extraño eso, extraño ver el fuego en sus ojos está dispuesta a probar que estoy equivocado, extraño la forma de su cuerpo cuando intenta enseñarme como es ser amado por ella, daría lo que fuera por sentirlo de nuevo aunque fuera solo por breve y solitario momento, solo una prueba rápida de mi chica de nuevo y estaré completo.

Soy un mentiroso.

Me he estado mintiéndome a mí mismo desde el día que dejé Beaumont, me alejé de algo asombroso que tenía en mi vida porque fui demasiado egoísta para pensar que no la necesitaba y que ella estaría mejor sin mí.

—¿Hola?

—¿Peter? —Miro mi teléfono confundido por los números que veo en la pantalla.

—Sí, ¿quién es?

—Es Betty Addison, tu abuela.
Alejo el teléfono de nuevo y veo la pantalla, tal vez no escuché correctamente pero juro que dijo que dijo que era la abuela, solo conozco a mi abuela por parte mi padre, mi madre nunca me hablo de sus padres.

—Um… está bien —dijo no estando muy seguro de decir algo más.

—Estaré en la ciudad esta semana y pensé que podríamos almorzar, hay un pequeño y agradable café en tu campus.

¿Qué puedo perder? Y es un desayuno gratis.

—Seguro —digo mientras acordamos la cita y la hora para encontrarnos.

Hablamos un poco más y me pidió que cualquier cosa que hubiese escuchado de ella, primero escuchara lo que ella tenía que decir antes de hacerme un juicio final de porque estuvo ausente por los últimos dieciocho años de mi vida.

Acepto.

Mi pierna rebota en el piso, estoy nervioso mientras espero por ella, el mismo molesto hábito que tomé de Lali. Cuando la silla de enfrente se estira y ella se sienta, veo la versión vieja de mi madre, o lo que sería como mi mama se vería.

—Es bueno conocerte finalmente —dice estudiando mi cara.

La conversación es algo incómoda al principio mientras nos conocemos unos a otro, pero media hora después pareciera como si la hubiera conocido toda mi vida, nos sentamos y hablamos por horas, mi abuela dice que es una actriz pero que no ha actuado en años, cuando le pregunto por mi mamá y porque ellas no hablaban, me enseña una foto de Claudia, está vestida como una joven estrella sosteniendo un trofeo, Betty dice que es ella sosteniendo el premio “Estrella creciente” y que lo ganó cuando tenía dieciséis.

—Nunca me lo dijo.

—Cuando conoció a tu padre dejó sus sueños de lado para tomar los de él, discutí duramente con ella para hacerle ver lo que estaba haciendo, pero tu padre estaba decidido a ganar un trofeo que era una esposa para colgar en su brazo y tu madre haría cualquier cosa para complacerlo.

Me senté y escuché lo que la abuela tenía que decirme de mi madre y que ni siquiera sabía. La última cosa que Betty me dijo y nunca olvidaré fue “Sigue solo tus sueños Peter”.

Una llamada unas horas antes cambió mi vida y es discutible mientras que el cambio sea para mejorar.

Pudiera vivir feliz ahora junto a Noah, educándolo y entrenando su equipo de fútbol americano, Lali sería mi esposa, me iba a casar con esa chica y ella lo sabía. Diablos nuestros padre lo sabían y los míos lo odiaban. A ellos no les gustaba el nivel social que tenían los padres de Lali, por lo que no pertenecían al aburrido club al que pertenecían ellos pero a mí no me importaba.

Esa chica movió mi mundo.

A estoy dispuesto a apostar que aún lo hace.
***
Decido limpiar la camioneta de Eugenia, no quiero que se moleste con las botellas de cerveza rotas y definitivamente no quiero que las gemelas trepen hacia atrás y se corten.

Esto es lo mínimo que puedo hacer por ella, después de que me abrió su corazón y su casa.

Anoche sosteniéndola por primera vez, sentí como si pudiera pertenecer a algún lado, pudiera ser yo sin tener que aparentar, es como si Peter Lanzani pudiera existir de nuevo pero tal vez pudiera combinarlo con Peter Page.

Justo cuando termino de recolectar el vidrio y me deshago de él, la alarma de mi teléfono comienza a sonar. Sé que está recordándome que el juego de Noah está a punto de comenzar y necesito tomar una decisión.

¿Debo ir y tomar el riesgo de molestar a Lali o no ir y mostrar a mi chico  que tal vez aunque no esté alrededor intentaré mantener mi palabra?

Tomo la única decisión posible.

Mi moto ruge mientras golpeo el motor de arranque deseando haber mantenido el alquiler o mínimo mi camión. Me pregunto si mis padres aún lo guardan, pudiera preguntarles pero eso significa visitarlos y no estoy seguro de estar listo para verlos aun. No estaba en Los Ángeles tres días antes de que mi padre tuviera mi camión fuera, estoy seguro que Pablo y Claudia Lanzani no estarán tan contentos de ver a su hijo conservador encima de una motocicleta con sus tatuajes a simple vista.

Pero, de nuevo tal vez un viaje al club de campo está a la orden. El camino a través del pueblo se vuelve familiar, solía soñar con estas calles en la noche hasta que mis sueños se volvieron difusos y complicados, después de un tiempo lo olvidas.

Olvidas a esa señora Williams que nunca quitaba la decoración de Navidad aunque todo el pueblo le rogara que lo hiciera, olvidas que el pueblo completo cierra los viernes por la noche de fútbol, sin embargo la gente no olvida lo que has hecho, tanto en el campo como fuera.

Cuando me detengo en la escuela, las gradas están llenas, el sonido de mi moto atrae su atención, algo que quería evitar, me quito el casco y me coloco mi gorra y mis anteojos falsos, estoy seguro que mi disfraz no es necesario pero si no me veo como Peter Page tal vez me dejen en paz.

Eugenia me saluda desde su lugar, su rostro luce triste, Lali está sentada a su lado pero ella no me mira y estoy bien con eso, no me he ganado una sonrisa o un saludo de ella… aun.

Evito las gradas optando por quedarme de pie contra el viejo roble que ha estado en el campo desde antes de que fuera lo suficientemente mayor como para jugar aquí. Escucho a Pablo en un lado gritando jugadas y puedo ver a Noah cuando se pone en medio. Me enderezo un poco más cuando veo el número que usa, el mismo que yo solía usar: ocho.

Trago con fuerza y limpio mi garganta, no quiero mostrar ninguna emoción y estoy seguro que es solo una coincidencia. Pero, ¿qué tal si no es así? Rufina llega a la mitad del juego y cuelga de mí. Sostiene un balón bajo su brazo y usa zapatos de fútbol, me recuerdo que debo preguntarle a Eugenia si ella juega fútbol.

Puedo ver a Nicolás permitir a su hija jugar, le preguntaría pero no le quiero dar ninguna idea, me rio cuando grita alguna jugada o les grita a los árbitros porque ondean una bandera. Mientras la observo, veo mucho de Nicolás en ella y me pregunto cómo Eugenia lo manejara. Me pregunto también su situación financiera y si hay alguna manera de ayudar. Sé que Eugenia no aceptara que le ayude pero algo se me ocurrirá, no quiero verlas batallar y yo tengo la manera de ayudarles.
 
El silbato final suena y Noah está brincando de arriba abajo, no puedo dejar de sonreír y sentirme un poco orgulloso aunque sé que no hice nada de eso. Mirándolo liderar su equipo a tan corta edad demuestra que es una promesa, y espero que sea mejor de lo que era yo y que siga con la universidad y sus promesas.

Siento un dolor en mi corazón cuando él viene corriendo hacia mí, su casco en sus manos y su cabello enredado por el sudor, él se ve como yo después de un juego.

—¿Viniste? —dice como si no esperar a que lo hiciera.

—Dije que lo haría, lo siento llegue tarde pero tenía algunas cosas que hacer primer.

—No, está bien, solo estoy agradecido de que me vieras jugar antes de abandonar el pueblo. Se suponía que me iría esta mañana pero le prometí a Rufina que el domingo veríamos fútbol.

El domingo aún se encuentra a unos días de distancia y aun no verifico con Mery que me espera mañana.

—Estaré aquí hasta el fin de semana, la señorita Rufina y yo tendremos una cita el domingo frente a su televisor.

—¿Para ver fútbol?

Asiento.

—Genial tal vez… ¿pueda ir también?

Miro a Rufina quien mira a Noah.

—Eso sería cuestión de Rufina, tal vez deberían hablarlo.

Noah mira a Rufina y sonríe, ella rueda los ojos y comienzo a reír, veo un romance en su futuro, Noah mira mientras Rufina corre hacia Eugenia.

—Así que… ¿Cómo lo hice? —pregunta girándose hacia mí.

—Lo hiciste bien, lanzaste antes en algunas jugadas pero es un asunto de un receptor y tu coordinen sus tiempos, solo necesitan practicar sus rutas y estarán bien.

—Guau, es genial tener algunos consejos tuyos.

—Noah, ¿qué fue lo que dije? —Noah se congela cuando Lali habla, la miro y su rostro luce severo y determinado. No camina hacia nosotros, ella solo está pisando fuerte.

—Peter solo estaba dándome un consejo.

Lali apenas hace contacto conmigo y me doy cuenta que esto se pondrá feo. Su expresión me dice todo lo que necesito saber, no me dejara ver a Noah.

—Ve al carro Noah. ¡Ahora! —Lali lo dice muy parecido a aquellas madres de las que solíamos reírnos cuando éramos jóvenes.

No muevo ni un músculo, espero hasta que Noah este lo suficientemente lejos antes de moverme hacia ella.

—No te acerques más, Peter, hablo en serio, no sé qué juego estás haciendo pero quiero que te detengas ahora y quiero que te vayas, necesitas irte y olvidarte de Noah.

—¿De qué demonios estás hablando? Él me pidió que viniera y dije que lo haría, hubiera estado aquí todo el tiempo si lo hubiera sabido pero no lo sabía, así que no me vengas con esa mierda de qué estoy jugando, Lali, lo mantuviste lejos de mí y sí, sé que no podías conseguir que tomara el celular, pero había otras maneras.

»Bájate de tu alto caballo, Mariana, porque si caes no será lindo.

Meto mis manos en mis bolsillos y camino lejos, no quería explotar con ella pero me incitó a hacerlo.

—¡Lo intenté! —Me detengo y me giro.

—¿Es así?

—Sí, lo es. —Se queda de pie con las manos en sus caderas y sé que está cansada de tanta mierda.


—Estoy seguro que lo hiciste.


CONTINUARÁ... ¡Hola! Siento no haber subido durante casi una semana, pero no he tenido mucho timpo. Y para compensar, hace unos días alguien me pidió una maratón, pues el jueves o viernes que viene la intentaré hacer. ¡Un beso!

domingo, 19 de abril de 2015

Capítulo 12

LALI

P
or primera vez, estoy cerrando la tienda sin ninguna razón. Mi falta de sueño es evidente por las bolsas oscuras debajo de mis ojos. Pablo tocó mi frente, siempre en modo de doctor, antes de salir para el trabajo y sugirió que me tomara un día para mí. He optado por darle a Candela otro día de descanso también. Nadie necesita flores hoy de todos modos y si lo hacen, van a entender por qué cierro y volverán mañana.

Noah está mordisqueando su cereal, con los ojos pegados a sus último Sports Illustrated. Ayer los vi a él y a Peter con reserva, pero aún les permití llegar a conocerse el uno al otro. Hoy he decidido que fue suficiente. No puedo permitir que mi hijo salga lastimado cuando Peter salga de la ciudad de nuevo. Él no está pensando en quedarse, más allá si él me lo dijo o no. Solo lo sé. Lo siento en mi corazón. Él tiene una vida lejos de Beaumont, una que no incluye a Noah y probablemente nunca lo hará.

Me sirvo una taza de café y me siento al otro lado de Noah. No mira hacia arriba, completamente cautivado en cualquier artículo que está leyendo. Garantizado que es acerca del fútbol.

Traté de disuadirlo, sugiriéndole que jugara al fútbol soccer, pero él no quería oír hablar de ello. Él ha sido natural y eso me asusta. Veo mucho de Peter en él y no quiero hacerlo.

—¿Sabías que Peter Lanzani estuvo en la portada de Sports Illustrated, cuando estaba en la escuela preparatoria?

Escupí el café, el líquido caliente goteando por mi barbilla. ¿Cómo sabe eso? Pablo y yo, así como Nicolás y Eugenia, nunca hemos discutido de Peter con Noah. Ni siquiera puedo recordar un momento en el que el nombre de Peter haya surgido. Siempre hemos bordeado en torno a ese nombre. En secreto reprendo a los maestros en la escuela que siempre alaban a Peter por todo lo que ha hecho por Beaumont y el fútbol.

***
—¿Adivina qué?

Peter envuelve sus brazos a mí alrededor por detrás, acariciando mi cuello.

—¿Qué? —le pregunto mientras pongo mis libros en el estante en mi casillero. Le echo un vistazo a nuestra foto de la graduación de Junior, Peter en su esmoquin negro y yo en mi vestido rojo a la rodilla.

—Alguien va a estar en la portada de Sports Illustrated.

Me doy vuelta y envuelvo mis brazos alrededor de él. Yo sé que él quería esto desde el año pasado, cuando estuvo a punto de romper el récord estatal por pases de área y está cerca de nuevo este año.

—Estoy tan orgullosa de ti.

—No podría haberlo hecho sin mi chica —dice antes de besarme de lleno en los labios, un gran no-no en el pasillo.

—Deberíamos ir a celebrar.

—¿Qué estás pensando? —pregunta sugestivamente.

Me encojo de hombros, empujando mis dedos en su cabeza recién afeitada.

Sus ojos se cierran mientras masajeo su cuero cabelludo. Le encanta cuando hago esto.

—¿Están tus padres en casa? —pregunta y cuando sacudo la cabeza negando, pone una de mis manos en las de él y nos conduce fuera de la escuela.

***

—¿Cómo lo sabes? —pregunto apenas capaz de pronunciar las palabras sin atragantarme.

—Vi la tapa en el museo en nuestro viaje de campo.

—¿Es ahí donde conociste a Peter el otro día? —Me pica la curiosidad.

Cuando Peter se presentó en la tienda no tenía ni idea de cómo se enteró de Noah.

Noah asiente.

—Yo estaba molesto por algo que tenían por Nicolás y él estaba en el baño. Hablamos y le dije que él era el hombre besándote en el video. ¿Era tu novio?

¿Debo contestar o desviar la conversación? O solo debo salir y decirle que él es su padre y que nos abandonó totalmente cuando estaba embarazada, aunque nunca se lo dije. Sí, eso no funcionaría.
—No quiero que hables más con Peter Lanzani.

—¿Por qué no? —dice Noah sin expresión.

—Porque… porque yo lo digo, por eso. —Me levanto y vuelvo a la cocina y vuelco mi café. Ya no sabe muy bien y no está haciendo su trabajo.

Solo quiero meterme en la cama y olvidar que esta conversación nunca empezó.

Noah golpea su revista sobre la mesa, derramando el resto de su cereal. Él se sienta allí, haciendo caso omiso, sin moverse un centímetro para limpiar su desorden.

—¿Vas a limpiar eso? —pregunto antes de tirarle un paño de cocina. El enojo brilla en sus ojos. Sé que lo he disgustado, pero él es demasiado joven para comprender la magnitud de esta situación. Peter lo va a lastimar.

—No —dice él, sin hacer contacto visual.

—¿Perdón?

Él empuja su silla y recoge su revista. Se vuelve y me mira con una expresión que nunca he visto a mi niño precioso. Su cara es de color rojo, su respiración es dificultosa.

—Me agrada Peter —grita.

Estoy sorprendida por su arrebato. Si así es como él va a ser después de dos encuentros no hay manera de que pueda dejar a Peter entrar en su vida.

—Peter no vive aquí, Noah, y una vez que se haya ido no lo volverás a ver. Déjalo así.

—¿Por qué lo odias?

No lo odio, ése es el problema y me gustaría haberlo odiado, pero él es un trastorno y ya está arruinando las cosas en mi casa y yo no quiero eso. No puedo permitir eso.

—Yo no lo odio —murmuro. Aprieto mis manos en mis sienes para con suerte evitar el dolor de cabeza inminente.

—Solías besarlo, y mucho. He visto los DVD’s. ¿Cómo puedes besar a alguien tanto y no gustarte? —Noah se para frente a mí, con los brazos agarrando su revista. Sus ojos están enfocados en mí y todo lo que veo es Peter.

—Eso fue hace mucho tiempo, Noah. La gente cambia. He cambiado y también lo ha hecho Peter. Ya no somos amigos y no quiero que hables con él. Yo soy el adulto aquí y hago las reglas. Peter Lanzani está fuera de límites.

—No estás siendo justa. Me gusta y es bueno en el fútbol como yo. Él puede ayudarme a ser mejor y él dijo ¡que iba a venir a mi juego hoy!

Se me parte el corazón al ver sus lágrimas, pero prefiero tener un día de lágrimas que los meses de lágrimas que va a llorar cuando Peter lo deje. Le extiendo la mano a Noah, pero él se aleja y sale corriendo a su habitación.

Voy a tener que encontrar una manera de aguantar a Peter y decirle que no puede ir al partido. Lo que él necesita es ignorar a Noah por el bien de todos. Será más fácil de esa manera. Al menos eso es lo que me digo a mí misma.

Cuando suena el timbre de la puerta me apresuro a dejar entrar a Eugenia. Ella me da una mirada y sacude la cabeza, tirando de mí en sus brazos.

—¿Qué voy a hacer? —le pregunto a Eugenia. La guío a la cocina, nos sentamos. Ella está frente a mí, tomando mi mano cuando yo debería estar sosteniendo la de ella. Debería ser su roca en estos momentos. Acaba de perder a su marido y aquí estoy quejándome con ella.

—No estoy segura de que pueda responder eso por ti —dice ella, con los ojos llenos de compasión. Realmente tengo que dejar de pensar en mí misma y empezar a pensar en ella.

—Lo siento. No debería estar vertiendo esto en ti. Tienes suficiente a lo que hacer frente. —Quito mi mano y comienzo a limpiar nuestro desorden.

La invité a desayunar, no a solucionar problemas.

—Soy tu amiga, Lali. Puedes verter cualquier cosa en mí.

Sacudo la cabeza y la dejo sentada en la mesa. Ella viene y se para junto a mí mientras el fregadero se llena con jabonosa agua caliente.

—Lo recuerdo todo con tanta claridad. Es como si todos mis recuerdos son este libro brillante y colorido convertido en una pesadilla. Soñé con él anoche y no he hecho eso desde que Noah tenía dos años. Dejé de leer las revistas y de buscar los videos musicales, porque necesitaba un corte limpio y ahora él está aquí por los próximos días y no hay nada que pueda hacer para evitar que esta noche vaya al juego de Noah.

—¿Has pensado en sentarte con él y hablar acerca de Noah? —pregunta y comienzo a lavar los platos. Empapo mis manos en el agua y disfruto de la sensación de la quemadura del agua caliente.

—No creo que pueda. —Suspiro e inclino mi cabeza contra la suya—. Pablo quiere que Peter firme unos documentos de adopción o algo así, pero no sé. Pablo y yo no hemos discutido sobre esto y me temo que es una reacción visceral por lo de Peter apareciendo en la ciudad.

Eugenia toma mis manos entre las suyas y las saca del agua. Estamos goteando agua y burbujas de jabón en la parte delantera de nuestra ropa y en el suelo. Ella las mantiene apretadas, con los ojos llenos de lágrimas.

—Perdí a mi marido la semana pasada y no fui capaz de decirle adiós. Se te ha dado una segunda oportunidad y si tomas esa oportunidad solo acerca de Noah o para encontrar un cierre por ti misma, se lo debes a los tres encontrar un término medio. Si Noah alguna vez averigua que Peter es su padre y que no le dijiste mientras él tiene esta única oportunidad de conocerlo, nunca te lo perdonará, Lali, y nunca te lo perdonarás a ti misma.

—Peter lo va a lastimar —le digo a través de las lágrimas.

—Peter puede sorprenderte si le das una oportunidad.

***
Terminamos de pasar el resto de la tarde en su casa evitando el tema de Peter. Eugenia decidió que quería hacer frente a la habitación masculina en el sótano y estamos marcando las cosas que ella piensa que a los amigos de Nicolás les gustarán. Cuando veo el nombre de Peter en la lista tengo que luchar contra las lágrimas (es como si ella lo hubiese perdonado por todo sin pensarlo dos veces) porque Peter está consiguiendo el trofeo de Nicolás al Jugador Más Valioso que él se ganó en la universidad.



CONTINUARÁ...