lunes, 27 de abril de 2015

Capítulo 14

LALI

V
er su espalda mientras se retira debe ser algo natural para mí. No es la primera vez que se alejó de mí y probablemente no será la última. Si tengo suerte se irá por unos diez años más y no tendré que lidiar con él ya.

Me frustra sin límites con su engreído trasero y su actitud de que le importa una mierda. ¿No sabe que está jugando con mi hijo? Sabe que no tiene intenciones de quedarse y jugar al maquillaje de un padre, así que, ¿por qué está tratando ahora? ¿No puede volver de donde sea que vino y dejarnos jodidamente en paz?

—Vas a romperte las uñas si las aprietas más fuertes. —Eugenia sonríe mientras entro. Rufina se voltea y me da una mirada asesina. Encantador, así que ella me escuchó diciéndole a Peter que se fuera de la ciudad. Sé que ella le pidió que viera fútbol con ella, pero de verdad Eugenia debía haberla querido lejos de Peter tanto como fuese posible.

—Deja de ponerte de su lado —le digo mientras sigo a Eugenia. Soy una cobarde y se lo digo a sus espaldas porque no quiero ver su mirada de decepción. Noah está ya en el asiento trasero mientras subo a mi carro. Mira a la ventana, evitando el contacto visual. Sus brazos están cruzados por encima de su pecho y suspira repetidamente. No voy a cambiar de parecer.

No importa cuánto me ignore.

Tenemos que sentarnos y esperar a que Pablo termine de hablar con sus padres. Me enfurece cuando veo el brazo de Paula Reca tocar el de Pablo. Ella siempre ha querido lo que es mío, primero Peter y ahora Pablo. Toco la bocina, advirtiéndole que estoy esperando. No estoy de humor para sentarme en este estacionamiento mientras se hacen ojos de cachorrito el uno al otro.

—¿Cuál es tu problema? —pregunta Pablo cuando finalmente entra en el auto. Debí haber hecho el camino a casa. Pensé en ello. Podía haber usado ese tiempo en enfriarme y poner en orden mis pensamientos.

—Está molesta porque estaba hablando con Peter —suelta Noah causando que Pablo me vea.

—Noah, cállate —le digo con los dientes apretados. Estoy tratando de no llorar por toda esta mierda acerca de Peter y Noah, lo trato. Trato de ser fuerte y mantenerme en pie. Se ha ido por diez años y no puede aparecerse aquí y actuar como si no hubiese nada malo con nosotros.
—¿Qué está pasando? —pregunta Pablo en su tranquilo y sosegado tono de doctor. Me vuelve loca. Quiero decirle a Noah que no puede hablarle a Peter. Necesito que me apoye en esto, pero no lo hace. Solo enciende el carro y sale del estacionamiento.

—¿Vas a hablarme? —pregunta. Niego con la cabeza, viendo fuera de la ventana a las fachadas de tiendas que pasan. Los comerciantes están afuera de decorando por el otoño y me doy cuenta que no lo hecho. Necesito hacerlo. No puede faltar cuando mi tienda es prominente en la calle principal.

—Déjame en la tienda, por favor. —Pido sin mirar a Pablo. Él alcanza mi mano. Dejo que la sostenga, pero no sostengo la suya. Estoy demasiado molesta y la última cosa que quiero es ser mimada.

—Lali…

—No me vengas con lo de Lali. Necesito ir al trabajo. No debí tomarme el día libre. —Pablo no responde, él solo asiente y maneja hasta la tienda.

Cuando se detiene en la acera salto sin decir adiós. Sé que voy a lamentar mi actitud más tarde, pero ahora mismo estoy cabreada porque nadie esté de mi lado.

El olor fragante de las flores se apodera de mí cuando abro la puerta.

Me olvidé de apagar el ventilador cuando salí la otra noche y me pregunto cuántas flores están arruinadas como resultado. Arruinadas por todo lo relacionado a Peter, porque se presentó aquí, en mi tienda, mi único lugar que no tiene nada que ver con él y ahora está contaminado.

Enciendo solo la luz de atrás, esperando evitar que la gente entre. A pesar de que el aviso dice Cerrado, los lugareños todavía entrarán y visitarán.

A ellos les gusta hablar, tomar café y decirme las historias de su vida mientras recorto y preparo ramos de flores.

El crujido del cristal me recuerda a Peter de nuevo. Parece que no importa dónde me dirija, él está allí interrumpiendo mi vida, causando estragos a su paso. Quién diría que su regreso me causaría tanta agitación.

Incluso Eugenia ha abierto sus brazos a él como si los últimos diez años no importaran. Pablo solo quiere que renuncie él a sus derechos y Noah… Noah quiere que Peter sea su mejor amigo. Y yo quiero... Yo no sé lo que quiero excepto que todo vuelva a ser como era hace dos semanas cuando Nicolás se paseaba por aquí en la mañana del lunes a ordenar flores para su esposa.

Una vez que es retirado el jarrón, enciendo mi iPod y vuelvo al trabajo comenzando con mi ventana de exhibición, creando la perfecta imagen de otoño, alineando mi ventana con crisantemos y tallos de maíz. Voy a tener que acordarme de pedirle a Noah, si me habla, si puede hacer un espantapájaros. Añado fanegas de lavanda seca para dar a la ventana un poco más de color. No todo tiene que ser de color rojo y oro.

Abriendo la puerta para aire fresco, decido que las escaleras necesitan crisantemos y tallos también. Necesito mantenerme ocupada o voy a comenzar a pensar en Peter, Noah y Pablo.

Me detengo en seco. ¿Cómo puede venirme Peter a la mente por encima de Pablo cuando él ha estado desde que Noah tenía tres años? ¿Cómo puede ser el tercero en mis pensamientos?

Es simple, no debería. Es más hombre que Peter. Es inteligente y educado, acelerando la universidad para abrir su pequeña práctica para retribuir a la comunidad.

—¿Necesitas ayuda? —No necesito voltearme porque conozco esa voz.

Nunca olvidaré esa voz aunque él me esté gritando o susurrando al oído. Es la misma que me persigue en sueños, volviéndolos pesadillas últimamente.

—No necesito nada de ti, Peter. —Ato el último de los tallos en los ganchos metálicos de la fachada. Se sostendrán, siempre y cuando no tengamos alguna tormenta loca de viento. Pero, de nuevo, Peter golpea como una tormenta en la ciudad sin ninguna advertencia.

—Solo quiero hablar contigo, Lali. Podemos ser adultos acerca de esto.

En el momento en que me volteo deseo no haberlo hecho. Por primera vez, realmente lo veo, todo de él. Sus brazos están desnudos y finalmente puedo ver sus tatuajes, no es que haya tratado antes pero he estado curiosa.

Me enfoco en ellos antes de concederle el permiso a mis ojos para disfrutar del resto de su cuerpo. Sus brazos están todavía definidos, al igual que en la escuela preparatoria, pero probablemente ahora más. Sus jeans, deslavados y probablemente caros, no los Levi’s que llevaba cuando salíamos, quedaban sueltos en su cintura. Incluso con un cinturón se veían como si fueran a caerse si no se tenía cuidado.

Me mira cuando mis ojos alcanzan los suyos y sonríe, pero no con la intención presumida de antes. Él sabe que lo estoy mirando y él me permite hacerlo sin decirme nada por mi estupidez.

Nunca pensé que los tatuajes fuesen sexys, pero mirando a Peter ahora me pregunto si tiene alguno que no pueda ver y quiero preguntarle qué significan todos.

—¿Tienes…? —Mi voz se apaga. Esa pregunta es cruzar una línea que no estoy dispuesta a pasar.

—¿Tengo qué?

—Nada, olvídalo —digo negando con la cabeza. Subo las escaleras y le dejo parado en la acera. Cierro la puerta con la pierna, efectivamente dejándolo afuera.

—Lali —dice tan suavemente que casi permito que mi corazón se rompa. Extraño esa voz y ahora está aquí, golpeando en mi cabeza. Solo quiero gritar y decirle que se vaya.

—Lo siento por lo de temprano y quería preguntarle por algo que dijiste.

Pongo mis manos en mi cabello mientras le habla a mi espalda.

Cuando me toca, quiero derretirme y meterse en sus brazos, pero esa es la vieja yo. Esto me da vuelta y lo mira con nada más que ira y odio en los ojos y él lo sabe porque da un paso atrás y niega con la cabeza.

Alzo la ceja indicando que puede continuar.

Respiro hondo y me mira antes de mirar al suelo. Juega con sus labios y lucho con cada necesidad que tengo de alejar su mano de esa boca y encerrar sus dedos con los míos, al igual que solía hacerlo.

—Dijiste que trataste de decirme acerca de Noah. Sé que cambié de número y que eso fue una cosa terrible que hice, pero dijiste que trataste y quisiera saber cómo.

—¿Por qué debería decirte? —Cruzo mis brazos por encima de mi pecho desafiante.

—Te pido que me des una oportunidad aquí, La. Sé que lo jodí, pero no estabas allí maldita sea así que no tienes idea de lo que estaba pasando.

Peter comienza a caminar de un lado a otro y a tirar del cabello que tenía.

—El estrés y estar solo, simplemente…

—¿Me engañaste? —interrumpo.

Su cabeza se mueve bruscamente hacia arriba en dirección a mí y conozco la respuesta incluso antes de que tenga que decir las palabras.

—Nunca —susurra—. Nunca te hubiese faltado al respeto de esa manera. Cuando estábamos juntos nunca vi a otra chica de la manera en que te veía a ti.

—Me dejaste. Obviamente no fui suficiente para ti.

—Dios mío, ¿siquiera te estás escuchando? No fue por ti. Fue por mí y todo este cambio por el que pasé.

—Hubiera pensado que podrías haber llegado a algo mejor que eso, ya que eres un genio con las palabras. ¿Por qué no me dijiste que no estabas feliz?


—Debido a que no era así, me sentí como si... como si me estuviera ahogando.


CONTINUARÁ...

5 comentarios:

  1. Muy claramente ,salió huyendo ,muy d cobarde.

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  2. Hoy empecé a leer tu novela y quiero decirte que me encanta !!!
    Besos.

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  3. ayy quiero saber q le pasaba!!!
    maaass <3

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  4. Cuando subís de nuevo el siguiente capitulo???

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