LALI
P
|
or primera vez, estoy cerrando la tienda sin
ninguna razón. Mi falta de sueño es evidente por las bolsas oscuras debajo de
mis ojos. Pablo tocó mi frente, siempre en modo de doctor, antes de salir para
el trabajo y sugirió que me tomara un día para mí. He optado por darle a Candela
otro día de descanso también. Nadie necesita flores hoy de todos modos y si lo
hacen, van a entender por qué cierro y volverán mañana.
Noah está mordisqueando su cereal, con los ojos
pegados a sus último Sports Illustrated. Ayer los vi a él y a Peter con
reserva, pero aún les permití llegar a conocerse el uno al otro. Hoy he
decidido que fue suficiente. No puedo permitir que mi hijo salga lastimado
cuando Peter salga de la ciudad de nuevo. Él no está pensando en quedarse, más
allá si él me lo dijo o no. Solo lo sé. Lo siento en mi corazón. Él tiene una
vida lejos de Beaumont, una que no incluye a Noah y probablemente nunca lo
hará.
Me sirvo una taza de café y me siento al otro
lado de Noah. No mira hacia arriba, completamente cautivado en cualquier
artículo que está leyendo. Garantizado que es acerca del fútbol.
Traté de disuadirlo, sugiriéndole que jugara al
fútbol soccer, pero él no quería oír hablar de ello. Él ha sido natural y eso
me asusta. Veo mucho de Peter en él y no quiero hacerlo.
—¿Sabías que Peter Lanzani estuvo en la portada
de Sports Illustrated, cuando estaba en la escuela preparatoria?
Escupí el café, el líquido caliente goteando por
mi barbilla. ¿Cómo sabe eso? Pablo y yo, así como Nicolás y Eugenia, nunca
hemos discutido de Peter con Noah. Ni siquiera puedo recordar un momento en el
que el nombre de Peter haya surgido. Siempre hemos bordeado en torno a ese
nombre. En secreto reprendo a los maestros en la escuela que siempre alaban a Peter
por todo lo que ha hecho por Beaumont y el fútbol.
***
—¿Adivina qué?
Peter envuelve sus brazos a mí alrededor
por detrás, acariciando mi cuello.
—¿Qué? —le pregunto mientras pongo mis
libros en el estante en mi casillero. Le echo un vistazo a nuestra foto de la
graduación de Junior, Peter en su esmoquin negro y yo en mi vestido rojo a la
rodilla.
—Alguien va a estar en la portada de
Sports Illustrated.
Me doy vuelta y envuelvo mis brazos
alrededor de él. Yo sé que él quería esto desde el año pasado, cuando estuvo a
punto de romper el récord estatal por pases de área y está cerca de nuevo este
año.
—Estoy tan orgullosa de ti.
—No podría haberlo hecho sin mi chica
—dice antes de besarme de lleno en los labios, un gran no-no en el pasillo.
—Deberíamos ir a celebrar.
—¿Qué estás pensando? —pregunta
sugestivamente.
Me encojo de hombros, empujando mis
dedos en su cabeza recién afeitada.
Sus ojos se cierran mientras masajeo
su cuero cabelludo. Le encanta cuando hago esto.
—¿Están tus padres en casa? —pregunta
y cuando sacudo la cabeza negando, pone una de mis manos en las de él y nos
conduce fuera de la escuela.
***
—¿Cómo lo sabes? —pregunto apenas capaz de
pronunciar las palabras sin atragantarme.
—Vi la tapa en el museo en nuestro viaje de
campo.
—¿Es ahí donde conociste a Peter el otro día?
—Me pica la curiosidad.
Cuando Peter se presentó en la tienda no tenía
ni idea de cómo se enteró de Noah.
Noah asiente.
—Yo estaba molesto por algo que tenían por Nicolás
y él estaba en el baño. Hablamos y le dije que él era el hombre besándote en el
video. ¿Era tu novio?
¿Debo contestar o desviar la conversación? O
solo debo salir y decirle que él es su padre y que nos abandonó totalmente
cuando estaba embarazada, aunque nunca se lo dije. Sí, eso no funcionaría.
—No quiero que hables más con Peter Lanzani.
—¿Por qué no? —dice Noah sin expresión.
—Porque… porque yo lo digo, por eso. —Me levanto
y vuelvo a la cocina y vuelco mi café. Ya no sabe muy bien y no está haciendo
su trabajo.
Solo quiero meterme en la cama y olvidar que
esta conversación nunca empezó.
Noah golpea su revista sobre la mesa, derramando
el resto de su cereal. Él se sienta allí, haciendo caso omiso, sin moverse un
centímetro para limpiar su desorden.
—¿Vas a limpiar eso? —pregunto antes de tirarle
un paño de cocina. El enojo brilla en sus ojos. Sé que lo he disgustado, pero
él es demasiado joven para comprender la magnitud de esta situación. Peter lo
va a lastimar.
—No —dice él, sin hacer contacto visual.
—¿Perdón?
Él empuja su silla y recoge su revista. Se
vuelve y me mira con una expresión que nunca he visto a mi niño precioso. Su
cara es de color rojo, su respiración es dificultosa.
—Me agrada Peter —grita.
Estoy sorprendida por su arrebato. Si así es
como él va a ser después de dos encuentros no hay manera de que pueda dejar a Peter
entrar en su vida.
—Peter no vive aquí, Noah, y una vez que se haya
ido no lo volverás a ver. Déjalo así.
—¿Por qué lo odias?
No lo odio, ése es el problema y me gustaría
haberlo odiado, pero él es un trastorno y ya está arruinando las cosas en mi
casa y yo no quiero eso. No puedo permitir eso.
—Yo no lo odio —murmuro. Aprieto mis manos en
mis sienes para con suerte evitar el dolor de cabeza inminente.
—Solías besarlo, y mucho. He visto los DVD’s.
¿Cómo puedes besar a alguien tanto y no gustarte? —Noah se para frente a mí,
con los brazos agarrando su revista. Sus ojos están enfocados en mí y todo lo
que veo es Peter.
—Eso fue hace mucho tiempo, Noah. La gente
cambia. He cambiado y también lo ha hecho Peter. Ya no somos amigos y no quiero
que hables con él. Yo soy el adulto aquí y hago las reglas. Peter Lanzani está
fuera de límites.
—No estás siendo justa. Me gusta y es bueno en
el fútbol como yo. Él puede ayudarme a ser mejor y él dijo ¡que iba a venir a
mi juego hoy!
Se me parte el corazón al ver sus lágrimas, pero
prefiero tener un día de lágrimas que los meses de lágrimas que va a llorar
cuando Peter lo deje. Le extiendo la mano a Noah, pero él se aleja y sale
corriendo a su habitación.
Voy a tener que encontrar una manera de aguantar
a Peter y decirle que no puede ir al partido. Lo que él necesita es ignorar a
Noah por el bien de todos. Será más fácil de esa manera. Al menos eso es lo que
me digo a mí misma.
Cuando suena el timbre de la puerta me apresuro
a dejar entrar a Eugenia. Ella me da una mirada y sacude la cabeza, tirando de
mí en sus brazos.
—¿Qué voy a hacer? —le pregunto a Eugenia. La
guío a la cocina, nos sentamos. Ella está frente a mí, tomando mi mano cuando
yo debería estar sosteniendo la de ella. Debería ser su roca en estos momentos.
Acaba de perder a su marido y aquí estoy quejándome con ella.
—No estoy segura de que pueda responder eso por
ti —dice ella, con los ojos llenos de compasión. Realmente tengo que dejar de
pensar en mí misma y empezar a pensar en ella.
—Lo siento. No debería estar vertiendo esto en
ti. Tienes suficiente a lo que hacer frente. —Quito mi mano y comienzo a
limpiar nuestro desorden.
La invité a desayunar, no a solucionar
problemas.
—Soy tu amiga, Lali. Puedes verter cualquier
cosa en mí.
Sacudo la cabeza y la dejo sentada en la mesa.
Ella viene y se para junto a mí mientras el fregadero se llena con jabonosa
agua caliente.
—Lo recuerdo todo con tanta claridad. Es como si
todos mis recuerdos son este libro brillante y colorido convertido en una
pesadilla. Soñé con él anoche y no he hecho eso desde que Noah tenía dos años.
Dejé de leer las revistas y de buscar los videos musicales, porque necesitaba
un corte limpio y ahora él está aquí por los próximos días y no hay nada que
pueda hacer para evitar que esta noche vaya al juego de Noah.
—¿Has pensado en sentarte con él y hablar acerca
de Noah? —pregunta y comienzo a lavar los platos. Empapo mis manos en el agua y
disfruto de la sensación de la quemadura del agua caliente.
—No creo que pueda. —Suspiro e inclino mi cabeza
contra la suya—. Pablo quiere que Peter firme unos documentos de adopción o
algo así, pero no sé. Pablo y yo no hemos discutido sobre esto y me temo que es
una reacción visceral por lo de Peter apareciendo en la ciudad.
Eugenia toma mis manos entre las suyas y las
saca del agua. Estamos goteando agua y burbujas de jabón en la parte delantera
de nuestra ropa y en el suelo. Ella las mantiene apretadas, con los ojos llenos
de lágrimas.
—Perdí a mi marido la semana pasada y no fui
capaz de decirle adiós. Se te ha dado una segunda oportunidad y si tomas esa
oportunidad solo acerca de Noah o para encontrar un cierre por ti misma, se lo
debes a los tres encontrar un término medio. Si Noah alguna vez averigua que Peter
es su padre y que no le dijiste mientras él tiene esta única oportunidad de conocerlo,
nunca te lo perdonará, Lali, y nunca te lo perdonarás a ti misma.
—Peter lo va a lastimar —le digo a través de las
lágrimas.
—Peter puede sorprenderte si le das una
oportunidad.
***
Terminamos de pasar el resto de la tarde en su
casa evitando el tema de Peter. Eugenia decidió que quería hacer frente a la
habitación masculina en el sótano y estamos marcando las cosas que ella piensa
que a los amigos de Nicolás les gustarán. Cuando veo el nombre de Peter en la
lista tengo que luchar contra las lágrimas (es como si ella lo hubiese
perdonado por todo sin pensarlo dos veces) porque Peter está consiguiendo el
trofeo de Nicolás al Jugador Más Valioso que él se ganó en la universidad.
CONTINUARÁ...
subi otroooooo
ResponderEliminarMaaadsdwss
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Vaya dilema en el k está metida lali .Mucha razón la d euge ,LAli tiene k aclarar todo con Tomás y Peter.
ResponderEliminarQyy q mall toda esa situacion de mierdaaa
ResponderEliminarMass