PETER
L
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ali solo ha tocado una vez desde que me mudé,
así que cuando abro la puerta y ella está parada ahí sé que algo está mal.
Puedo decir que está molesta. Su postura en el porche es desafiante. Está
cabreada y no sé lo que hice, pero sé que su rabia es por mi culpa.
Salir al porche es probablemente la cosa más
estúpida que he hecho en toda la semana. Hace frío, está nevando y no estoy
usando ni calcetines ni zapatos. No podría importarme menos el no cargar puesta
una chaqueta. Estoy tratando de ser serio con ella cuando lo único que quiero
hacer es correr de regreso al calor de mi casa.
No hay nada más frustrante que una mujer que no
te dice lo que está mal cuando se lo preguntas. Quiero agarrarla y sacudirla
hasta sacarle la respuesta. Ella está de pie frente a mí, con los hombros
encorvados, negándose a mirarme, a mostrarme sus hermosos ojos que puedo leer
como un libro abierto.
Rasgo el sobre manila que ella golpea contra mi
pecho. Mis ojos dan un vistazo a palabras como custodia, visita, manutención, y
residente de California. La última página acaba conmigo: dice que estoy
solicitando una prueba de paternidad para determinar si el menor conocido como
Noah Michael Espósito es mi hijo.
Lali cruza los brazos sobre su sección media
como si hubiese sido golpeada repetidamente. No se molesta en limpiar las
lágrimas que han
comenzado a caer en cascada por su hermoso
rostro, ahora marcado por el engaño con mi nombre incluido. No es de extrañar
que quiera llevarse a Noah. Le dije que nunca lo alejaría de ella y estos
papeles le están diciendo que lo hago.
Esto no es lo que quiero. Quiero que seamos una
familia. Nunca siquiera pensé en esto cuando me enteré de Noah. Ni en un millón
de años me pasó esa idea por la mente.
—¿De dónde sacaste esto? —exijo. Agarro los
papeles, arrugándolos en mi mano mientras los sacudo. Ella pone los ojos en
blanco y se aparta de mí, haciéndome enojar aún más.
—Solo quiero recoger a Noah y volver a casa.
—Respóndeme.
Ella niega con la cabeza.
—¡Solo dame a mi hijo! —grita, con las manos al
instante cubriendo su rostro.
No puedo, no lo haré. No entregaré a Noah sin
tener las respuestas que quiero de ella. La agarro del brazo y tiro de ella al
interior de la casa. Ella se resiste, lucha contra mí mientras la arrastro por
la cocina y por las escaleras a mi estudio. Es una habitación insonorizada así
que podremos chillar y gritarnos el uno al otro y Noah no nos oirá.
La empujo a la habitación y cierro la puerta de
golpe, bloqueándola tras nosotros.
—¿Quién te dio esos condenados papeles, Mariana?
—Odio decir su nombre completo, pero eso atrae su atención. Ella me mira,
decidida.
—Sabes, pensé que podríamos trabajar en este
asunto de la paternidad compartida, pero estaba equivocada. No quiero tu
dinero, Peter. No lo necesito. Noah y yo nos las hemos arreglado todo este
tiempo por nuestra cuenta, así que no tienes que preocuparte por exprimiéndote.
—Lali…
—No, déjame terminar. —Ella levanta la mano,
alejándose de mí, tanto como le es posible.
—¡No! —le grito—. No lo haré. Dime quién te dio
esos malditos papeles.
No tienen estampilla así que sé que fueron
entregados en persona. Realmente estoy a punto de perder mi mierda aquí, así
que simplemente dímelo ya.
—¿Qué importa eso?
—¡Porque es una maldita mentira! —grito—. No
hice esto. No quiero esto. No quiero alejar a Noah de ti o de Beaumont.
La acecho y la empujo contra la pared. Mi cuerpo
está presionado contra el suyo, mientras mi mano acuna su rostro suavemente. No
quiero hacer nada más que besarla. Arrancar todas las voluminosas capas de ropa
de invierno fuera de su cuerpo y sentir su piel contra la mía.
—Amo a nuestro hijo, Lali. Lo amo tanto. Nunca
haría nada para lastimarlo y alejarlo de ti, nunca haría eso. —Trato de
calmarme. Sé quién está detrás de esto, y para mí esta es la gota que derramó
el vaso.
—Su nombre es María —dice en voz tan baja que
casi no la escucho, pero captar Sam escapando de sus labios es toda la
respuesta que necesito.
—Escúchame —digo, levantando su barbilla de modo
que esté mirándome—. Compré esta casa contigo en mente. Estoy aquí porque aquí
es donde está mi familia, tú y Noah. Quiero estar con ustedes.
»María es mi mánager y claramente ha sobrepasado
sus límites. No sé cómo sabe acerca de Noah, pero lo averiguaré. La última cosa
que quiero hacer es hacerte daño. Te amo, La.
—Por favor, no te lo lleves —ruega ella. Odio
verla llorar. Odio la mirada de desesperación en su rostro. Voy a matar a María
por hacerle esto a Lali … a nosotros. No necesitamos este drama en nuestras vidas.
Empujo unos cuantos mechones de cabello suelto
detrás de su oreja.
Ella se inclina hacia mi toque, frotando su
mejilla contra mi áspera palma. No puedo resistirlo. Beso sus lágrimas hasta
que encuentro su boca. Pongo tres besos a lo largo de sus labios, los dos
primeros en las esquinas antes de probar su reacción en el medio. Ella es
receptiva. Sus manos me halan hacia adelante, más cerca.
Me detengo demasiado pronto para los dos. La
deseo, pero no así.
—¿No me deseas? —susurra contra mis labios.
—Lo hago, demasiado, pero no así. No en mi
estudio donde Noah puede vernos. —Me alejo de ella y miro a sus hermosos ojos café—.
Quiero cada parte de ti en mi vida, La, cuando estés lista.
Caminamos de regreso arriba tomados de la mano,
dejando los papeles en mi estudio. Me encargaré de ellos más tarde. Lo primero
que necesito hacer es llamar a mi abogado y hacer que los anule. Ni siquiera sé
qué hacer respecto a María. Otra pregunta para mi abogado es si puedo
despedirla. ¿Cuánto me va a costar salir de este contrato? Ella ha ido
demasiado lejos esta vez.
***
Noah y yo comenzamos a armar el árbol,
centrándolo frente al gran ventanal que da a la calle. Lali llega, con el
rostro reservado. Conozco cada expresión que tiene y esta es vacilante, como si
estuviera caminando sobre cáscaras de huevo. Tengo que arreglar esto y rápido.
Inclino el árbol a propósito. Cuando ella
resopla, volteo la cabeza y oculto mi sonrisa. Ella empieza a darnos órdenes,
diciéndonos que si a la derecha, a la izquierda y finalmente lanza las manos al
aire cuando no la escuchamos. Nos deja a nosotros los hombres la dura tarea de
hacer que nuestro árbol permanezca derecho, mientras va a la cocina y trabaja
en la preparación de aperitivos para esta noche. Eugenia, las niñas, Vico y
Kyle estarán aquí dentro de poco para nuestra fiesta de decoración.
Los hombres Lanzani no tendremos nada de eso.
Noah y yo la seguimos sigilosamente a la cocina. Él la ataca por un lado, y yo
por el otro.
Cuando ella grita empezamos a reír. No puedo evitar
besarla. Oigo a Noah reír disimuladamente y alejarse, así que la beso de nuevo.
Sé que no debería, pero no puedo evitarlo, la amo.
La beso una tercera vez brevemente en los labios
cuando la puerta se abre de golpe. Eugenia le grita a las niñas que sean
respetuosas. Lali me empuja lejos. Eso debería herir mis sentimientos, pero no
es así. Sé que ella quiere centrarse en Eugenia durante los días festivos. Tomo
la decisión de empezar a enamorar a mi chica. Ella necesita ser cortejada.
Cuando Lali y yo llevamos la comida a la sala,
los niños, como buitres, atacan de inmediato. Los dejo para ir a abrir la
puerta. Vico y Kyle están ahí de pie, cada uno sujetando un ramo de flores.
—No debiste haberte molestado —digo, estirándome
por las flores.
—Bueno, tú eres una bestia sexy —dice Vico mientras sacude sus pestañas.
Los invito a entrar y los dirijo hacia la fiesta. Lali y Eugenia levantan la
mirada y sonríen cuando entramos.
—Esta es mi Lali y nuestro hijo, Noah. —Señalo a
Noah quien mira brevemente y saluda con la mano.
—Encantada de conocerte, Vico. Hola Kyle —dice Lali,
inclinándose a su nivel.
Kyle la saluda con la mano mientras se acerca
unos centímetros más a su padre, pero le tiende a Lali el ramo de flores.
—Sabes que es una florista, ¿verdad?
—Cállate, Peter. ¡Son preciosas! Gracias, Kyle.
—Lali me mira como si estuviera en algún tipo de problema. En cierto modo me
gustaría haberme aprovechado de ella abajo si va a mirarme así.
—Vico, ésta es nuestra amiga, Eugenia, y sus
hijas, Rufina y Alai. —Las dos chicas miran y sonríen antes de volver a ordenar
los adornos.
Eugenia estrecha la mano de Victorio y en cámara
lenta, él le entrega el ramo. Ella acepta las flores, acercándola de modo que
pueda inhalar su olor.
Los ojos de ella miran hacia los suyos, con la
mano de él aun sosteniendo el ramo.
—Hola —dice él como si acabara correr ocho
kilómetros.
—Mierda —digo, sacudiendo la cabeza. Lali mira
de ellos hacia mí, con los ojos ensanchados.
Palmeo a Vico en el hombro y me río. Él se tambalea
hacia adelante antes de recomponerse, sin apartar los ojos de Eugenia. La
Navidad oficialmente acaba de ponerse interesante.
CONTINUARÁ... Hola!! Este es el último cap. programado, para mañana está programado que se suban las sinopsis de las nuevas noves para que hagáis vuestra elección. ¡Un beso!
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ResponderEliminar@x_ferreyra7
Vico quedó flasheado.....
ResponderEliminarmass masss mass
ResponderEliminarwoaa vico y euge!!
ResponderEliminarmasss
me encanta q peter sea tan tiernooo
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