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—Hijo, ven aquí.
Mis ojos automáticamente se ponen en
blanco cuando me habla estos días. Nunca pensé que me estremecería por el
sonido de la voz de mi padre, pero lo hago. Cuando más me acerco a la
graduación, más exigente se vuelve.
El día que le pedí a Peter ir al baile
empezó la discordia. Mis padres me sentaron y me explicaron el concepto de los
estándares socialmente aceptados. En pocas palabras, Peter no era lo suficiente
en el club de campo como para ser vista con un Lanzani.
Por primera vez vi a mis padres con
una luz diferente. Estaba asqueado de ser su hijo. No podía entender cómo podían
decir algo tan horrible sobre alguien a quien ni siquiera conocían.
La noche del baile salí de mi casa con
mi esmoquin sin decir adiós o permitirle a mi madre sacar una foto. No iba a
dejar que me dijeran con quién podía salir o a quién querían para el caso.
—Te llamaré —le digo a Lali. Ella ya no
volverá nunca más. Se rindió hace mucho tiempo. Incluso se ofreció a romper
conmigo para que mi vida fuera más fácil. Le dije que de ninguna maldita manera
iba a dejar que Pablo y Claudia Lanzani la alejaran.
Lali es lo mejor que me ha pasado.
Ella me entiende.
Tirando mi teléfono sobre la cama,
suspiro. Estoy contando los días para estar lejos de aquí. Nicolás y yo vamos a
llevar a las chicas de camping por una semana antes de irnos a la universidad.
Un último hurra y una semana de pura soledad para Lali y para mí. Sin padres
molestos que anden tras nuestras espaldas.
Cuando llego abajo, mi padre me saluda
con una mirada siniestra. Está tramando algo. Me da una palmada en el hombro y
me dirige a la sala de estar. Sentada en el sofá, con las piernas cruzadas,
está la hija de su compañero de golf, Paula.
Gimo y me froto la cara. En esta
posición podría golpear con el codo a mi padre en el estómago y correr, pero Paula
ya me vio y se está levantando, caminando hacia mí con su mano extendida como
si yo fuera a besarla. Como si le debiera un gracias por estar en mi casa. No
gracias.
—Peter, es bueno verte.
Su voz es quejumbrosa, nasal, no puedo
soportarla. Hago una mueca, lo que solo la hace sonreír más. Sus dientes son
muy blancos. Podría iluminar una calle oscura por la noche.
—Paula —digo fríamente, desinteresado.
—Bueno, he pensado que ustedes dos
podrían venir con nosotros esta noche —dice Pablo. Otra vez pongo los ojos en
blanco, de lo cual Paula es testigo.
—O podríamos quedarnos —ofrece ella.
Me inquieta la idea de pasar tiempo
con ella.
—Tengo planes.
—Oh, no me importa pasar el rato
contigo y tus amigos. —Ríe mientras su mano se arrastra por mi brazo. Me alejo,
ofendido por su toque.
No recuerdo habérselo ofrecido, quiero
alejarla.
—Estoy seguro que no te importa, pero
a mi novia sí —lo digo solo para provocar a Pablo. Él se pone rígido y quiero
reír. Su emparejamiento está fallando, lo cual significa que su colega va a
estar molesto.
—Discúlpanos por un momento, Paula.
—Mi padre toma mi brazo y me lleva a la otra habitación. Estoy a punto de
conseguir una reprimenda, algo de lo que podría disfrutar plenamente—. Es hora
de que mires a tu futuro, Peter. Te vas a ir a la universidad y Paula es una
buena mujer para tenerla de tu brazo, especialmente cuando la NFL te está
ojeando. Tienes que presentar todo el paquete y ella completa eso. No puedes
tener a una chusma del otro lado de las vías del tren que solo espera tener a
alguien que la mantenga.
Sus palabras son combustible para la
ira pura.
—No sabes nada sobre Lali y su familia
—le señalo, empujando mi dedo en su pecho—. No haces nada más que sentarte en
tu pomposo culo y menospreciar a las personas que no van a tu ridículo y
estúpido club de campo. La quiero y planeo casarme con ella te guste o no. Si
quieres una chica florero, ¿por qué no sales con Paula? De todos modos,
probablemente esté buscando un viejo forrado.
—¿A dónde vas? —pregunta mientras me
alejo.
—Saldré con mis amigos. Es el
cumpleaños de Nico así que tendrás que entretener a Paula. Solo no dejes que
mamá te atrape. —Cierro la puerta de un golpe, cortando eficazmente sus
palabras.
***
Sacudo mi cabeza para alejar el recuerdo. He
odiado a mi padre por tanto tiempo por la forma en que ha tratado a Lali.
Aunque mi madre viene para ver a Noah, me niego a pisar su casa. Ella está
intentándolo. Le daré eso, pero a él… de ninguna manera. Si no pudo aceptar a Lali
en mi vida en aquel entonces, que me condenen si le permito estar en algún
lugar cerca de mi hijo.
Han cambiado muchas cosas en los últimos cuatro
meses. Lali y Noah se mudaron a mí (nuestra) casa después de Año Nuevo. Victorio
y Kyle también se han mudado a Beaumont, ella junto a la casa vacía de Lali. Lo
cual sabía iba a suceder. Todo tiene sentido. Él también está el mismo barrio
que Eugenia, donde, si conduces por ahí el sábado, lo ves con sus brazos
tatuados cortando su césped.
Esta noche vamos a celebrar el cumpleaños de Nicolás.
Han pasado siete meses desde que nos dejó y cada uno hemos luchado y seguido
delante de manera diferente. Celebramos nuestra recaudación de fondos para Eugenia
y las chicas de Agustín, el cual se ha convertido en un club local, y lo
hicimos relativamente bien. También he contratado a Eugenia como mi mánager, dándole
un trabajo para estar en casa, aunque tiene que venir a mi casa y trabajar
todos los días.
Tan pronto como la escuela haya terminado para
el verano, salimos de gira. Tres miembros de la banda, dos mujeres mandonas y
cuatro niños de gira durante tres meses. La vida del grupo será diferente
ahora.
Estoy esperando que Lali esté lista. Mi
camioneta, una Chevy de 1965 recién adquirida, es completamente adecuada para
ir a beber a la torre de agua. Cuando le conté a Lali sobre mi adquisición, me
golpeó en el brazo y me dijo que madurara. Sin embargo, es la primera en pedir
una noche de “torre de agua” cuando necesitamos un toque de realidad. Cargo la
parte trasera de la camioneta con una nevera llena de cerveza.
Lali será nuestra conductora designada esta
noche, por lo cual estoy agradecido. Quiero que esta noche sea divertida y algo
agradable para Eugenia. Lali sale de la casa, sus manos llenas de comida. Corro
hacia ella, besándola en la mejilla y aliviándola de la pesada carga. Pedimos
la comida ya que no quería que las chicas se estresen haciéndola.
Me giro y la veo guardando todo en la camioneta.
Asimilo su apariencia. Está vestida con jeans apretados y botas rojas de
vaquero. Su camiseta sin mangas “Amo a mi rockero” abrazando agradablemente sus curvas. Se viste
así para provocarme.
Voy hasta ella y la tomo en mis brazos,
inclinándola hacia atrás y atacando su cuello. Se ríe e intenta alejarme con su
cabeza. Finalmente cede, sabiendo que he ganado.
La pongo otra vez sobre sus pies.
—¿Lista? —pregunto. Asiente, entrelazando sus
dedos con los míos.
Entra a la camioneta por la puerta del
conductor, poniéndose en el medio.
Justo como en la escuela preparatoria.
Cuando llegamos a la torre de agua, hay un
montón de personas ahí. Me sorprendí cuando Eugenia dijo que quería invitar a
gente de la escuela preparatoria, pero le seguí la corriente.
Salimos de la camioneta de la mano. Luego la
ayudo a bajar las cosas de la parte trasera. Victorio se acerca para saludarnos
antes de tomar una cerveza de la nevera.
—Voy a ir, ¿de acuerdo? —La beso en la mejilla y
tomo unas cervezas. La camioneta de Nicolás está alineada perfectamente para
nuestros torpedos de cerveza. Victorio me sigue subiendo la escalera. La
mayoría de los muchachos que están en la torre lo conocen, pero hago unas pocas
presentaciones.
Abrimos nuestra primera cerveza y tomamos unos
tragos. A la cuenta de tres, tiramos nuestras botellas abajo. Con el fuerte
choque de cristales rotos todos gritamos:
—¡Nicolás!
Las mujeres empiezan a animar y suben la música.
Empezamos la fiesta al verdadero estilo de Nicolás.
A medida que la noche avanza, las historias se
cuentan y se recuentan. La cómoda camaradería que todos teníamos en la escuela
secundaria está de vuelta. Ya no soy el idiota que dejó plantado a todo el
mundo y Victorio encaja con todos. Literalmente estoy viviendo lo mejor de los
dos mundos y no podría estar más feliz.
Miro a Victorio cuando lo oigo suspirar
pesadamente.
—¿Qué te pasa?
—Nada —dice. Sigo su mirada y veo a Eugenia
hablando con Bill Rogers, un friki convertido en millonario por crear un
programa de computadora que a todo el mundo le encanta.
Llevando mi botella de cerveza a mis labios,
miró a Harrison otra vez. Su expresión es triste. Sé que ella le gusta pero
tiene miedo de ser rechazado.
—Tómate tu tiempo con Eugenia, hombre. Solo
estate ahí y no la presiones. Estuvieron juntos por mucho tiempo, pero sé que
te nota. La oí hablar con Lali de ti. Solo aprovecha el momento cuando esté
aquí.
Empieza a reír.
—Mira quién habla.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Escribes canción tras canción sobre lo mucho
que quieres a esa mujer. —Señala a J Lali, quien está hablando con Candela—.
Vives con ella, compartes un hijo, y aun así no te veo pidiéndole que se case
contigo.
Miro de Lali a él y de vuelta.
—Tienes razón. —Me levanto, agarrándome de la
barandilla, pongo mis dedos a través de mis labios y silbo alto, consiguiendo
la atención de todo el mundo.
—¡Oye, Lali!
—¿Qué quieres, Lanzani? —grita. Amo como algunas
cosas no han cambiado.
—¿Quieres casarte conmigo?
Alguien apaga la música y el silencio se
extiende por el campo. Ella se acerca a la torre de agua y coloca sus manos en
su cadera.
—Si vas a preguntármelo, será mejor que lo hagas
correctamente.
—Sí, señora. —Dejo mi cerveza y me dirijo a la
escalera. Bajo cuidadosamente. Cuando mi pie toca el suelo, toco mi bolsillo
buscando el anillo que he tenido ahí durante las últimas semanas y lo saco,
manteniéndolo en mi palma. Solo he estado esperando por el momento correcto.
Tiene que ser este.
Camino hacia ella, mis pasos son grandes por lo
que llego más rápido.
Sus manos todavía están en sus caderas, sus ojos
muy abiertos. No esperaba esto.
Me coloco sobre mi rodilla delante de ella. Su
mano va a su boca y hay una colección de jadeos detrás de nosotros.
—Lali Espósito te he amado desde que tenía
dieciséis años. Sé que la he arruinado muchas veces, pero prometo compensártelo
todos los días. ¿Me harías el inmenso honor de llevar mi anillo, tomar mi
nombre y convertirte no solo en mi compañera de vida, sino en lo más
importante, mi esposa?
Asiente. Hay lágrimas en sus ojos y quiero
levantarme y besarlas.
—Sí, Peter. Sí, un millón de veces me casaré
contigo.
Tomo su mano y deslizo el anillo, besando su
dedo antes de besarla. Hay un fuerte aplauso y exclamaciones a nuestras
espaldas.
—Te amo, La. Eres mi chica por siempre.
FIN
Hermosa novela, me encantó ! Gracias por subir esta historia :)))
ResponderEliminarme encantoooooooo gracias!
ResponderEliminark bello!!!!.
ResponderEliminarLlevaba el anillo semanas esperando el momento.
Gracias!!!
me encantooooo!!! muy linda novela.
ResponderEliminarme encantooo q historia mas hermosa
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