Dicen que el instinto te dice cuándo algo está
mal, o el intestino, lo que te guste. Supe que algo estaba mal en el momento en
que abrí mis ojos. Lo primero que noté es que no estoy en mi habitación. Lo
segundo es que estoy en una habitación desconocida y el tercero, que estoy
atada.
Me esfuerzo por sacar mis manos y liberarlas,
pero no se mueven. Después de cuatro intentos fallidos de sentarme, por fin lo
logro al quinto.
La habitación en la que estoy es muy
agradable. Sé que suena como un pensamiento estúpido de tener, pero es la
primera cosa que viene a mi mente. No es una celda color crema y no estoy
colgando de un gancho del techo. Eso tiene que ser algo bueno, ¿verdad? La
habitación es grande, con una cama matrimonial y su propio baño y aseo. Todo
parece bastante normal, hasta que mis ojos se posan en la puerta. Está cerrada
y tiene un teclado para salir.
Peor aún, las ventanas están clausuradas.
Empiezo a pelear de nuevo, dándome cuenta de
que tal vez esta situación no es la mejor para estar. Me esfuerzo por recordar
cómo llegué aquí, pero todo lo que puedo recordar es bailar en un club.
Oh, Dios, ¿ese hombre con el que estaba
bailando me secuestró? ¿Es un violador? ¿Un asesino? Tal vez estoy exagerando,
tal vez nos acostamos juntos y no puedo recordarlo. Tal vez está en esas cosas
BDSM o algo así. Lo que tendría sentido.
Oigo el sonido de las teclas siendo
presionadas, de repente, la puerta se abre y me enfrento a Juan Pedro. Lo
recuerdo bien, pero a la luz del día, tiene aún mejor aspecto. No tiene más que
un par de pantalones vaqueros y su pecho es enorme. Está cubierto de tatuajes y
su cuerpo… Mierda ese cuerpo. Me muerdo el labio inferior mientras tomo la
vista delante de mí.
Tal vez nos acostamos juntos, Dios, qué
injusto no poder recordarlo.
Se vuelve para cerrar la puerta detrás de él,
y veo en su espalda, en letras grandes y negras PETER. ¿Será su apodo? O tal
vez es un fan a muerte de Peter Frampton. Cosas más extrañas me han sucedido.
Se acerca a la cama, su mirada verde me explora. No se ve como un violador o un
asesino, pero eso no quiere decir que no lo sea. A veces los hombres de mejor
aspecto son los más peligrosos.
―¿Por qué estoy aquí? ―le pregunto, mi voz es
ronca y mi garganta está seca.
Él levanta una ceja y sonríe. Bien, quizás
tuvimos sexo y tuvimos sucios pequeños juegos.
―Estás aquí porque necesito que estés.
―¿Nosotros…?
Sus ojos se abren un instante y su cara se
vuelve piedra dura.
―No follé contigo, no tengo intenciones de
follarte. ¿Es eso por lo que crees que es esto? ¿Crees que te até y te puse en
una habitación segura porque soy una especie de extraño demonio del sexo?
―Bueno, ¿no es así?
Él me mira.
―Estás aquí Lali, porque tu padre tiene algo
de información muy importante y tenemos que conseguir sacarlo de su escondite.
Mi pecho se aprieta. ¿Qué clase de enfermo
hijo de puta era? Mi padre murió hace tres años. ¡Cómo se atreve!
―Mi padre está muerto, hijo de puta ―silbo.
―No, no lo está. Está en el programa de
Protección de Testigos porque se adentró en malos lugares y corrió con la
información que mis chicos y yo necesitamos.
¿Sus chicos? ¿Qué diablos es esto?
Tal vez fui drogada, sí, eso tendría sentido.
―¿Es una broma?
―¿Te parece que estoy bromeando?
Él no se veía como si estuviera bromeando, y
mi corazón se estruja. A lo mejor tiene todo mal o tal vez tiene a la chica
equivocada. ¡Mi padre está muerto, fui a su maldito funeral!
―Yo… mi padre está muerto ―le susurro, mi voz
no sale tan dura como me hubiera gustado.
―Como te dije antes, está en el programa de
Protección de Testigos, es su trabajo hacer que pienses que está muerto y es mi
trabajo sacarlo.
―¿Por qué yo?
Él sonríe y ya no se ve bello.
En este momento, no me gusta este hombre de
pie delante de mí y mi instinto de supervivencia comienza a tomar el control.
Si me va a lastimar, entonces no lo podré cambiar, pero seguro como la mierda
podré mantener la calma, estar tranquila y serena.
―Cuando se entere que te raptamos, dará un
paso adelante.
―Estás asumiendo que mi padre me ama ―dejo
escapar, antes de considerar cómo podrían sonar mis palabras.
Se ve momentáneamente aturdido, como si tal
vez hubiera cometido un error y, después, sacude la cabeza.
―Eres su hija. Vendrá por ti.
―¿Y qué si nadie informa que estoy perdida?
Él entrecierra los ojos:
―Sé lo que estás haciendo y no va a funcionar.
Tu familia podrá informar de ello.
―Mi hermana no me ve a menudo, le llevará por
lo menos un mes darse cuenta de que algo está mal. Mi madre está en una
institución de trastorno mental y lo ha estado durante ocho años. Así que dime,
sabelotodo, ¿cómo crees que este pequeño plan funcionará?
De pronto él se mueve hacia adelante y agarra
mi cara entre sus manos, inclinándose cerca.
―Te aconsejo que mantengas tu boca cerrada, no
estoy aquí para discutir contigo. Tengo un propósito para ti, así que sólo quédate
tranquila y haz lo que te diga.
Deja ir mi cara y con un pequeño empuje, caigo
hacia atrás. Me esfuerzo con mis ataduras, pero no puedo liberarme. Él saca un
cuchillo de sus vaqueros y se acerca. Cierro los ojos, sin mostrarle miedo.
Todo terminará pronto.
Él me rueda sobre mi estómago y aplasta mi
cabeza en la almohada por un lado, me preparo para el dolor punzante en mi
espalda, pero no llega. En su lugar, corta la liga y me suelta. No me atrevo a
mover. Es un truco, tiene que serlo. Tan pronto como me mueva, me lastimará.
―No puedes salir de esta habitación, por lo
que no lo intentes. No te lastimaré, no tengo ninguna intención de hacerte
daño. Sólo te necesito aquí hasta que tu padre muestre su rostro. Podemos
hacerlo fácil o difícil. Haz lo que te diga y pasará de forma rápida y sin
problemas. No haces lo que te digo, y las cosas podrían causar problemas. No
quiero tener que ir tras tu hermana, así que haz lo que te pido.
―Mi padre no haría nada por mi hermana, no es
su hija.
―No, pero tú harías cualquier cosa por tu
hermana y si esa amenaza te mantiene aquí, entonces que así sea.
Cierro los ojos, no llores, sé fuerte. Él
quiere debilidad. Cuando abro los ojos, su mirada está fija en mi rostro.
No se ve tan malo, pero eso no quiere decir que no lo sea.
―Déjala fuera de esto ―le susurro.
―Entonces haz lo que diga y esto irá sin
problemas.
―No merezco esto ―murmuro, buscando mi fuerza―.
¿Eres tan patético como para secuestrar a una chica inocente sólo para
conseguir alguna información?
Él se apodera de mis hombros, y yo aprovecho
la oportunidad para patearle las piernas, conectando con su cadera. Él ruge y
salta hacia atrás, y ruedo de la cama y empiezo a gatear hacia la puerta. Él
gruñe una maldición y da vueltas alrededor, agarrando mi tobillo y tirando de
mí hacia atrás. Le pateo otra vez, golpeando algo que no puedo ver. Él salta
encima de mí, sujetándome al suelo. Me retuerzo en su puño, con la
desesperación corriendo a través de mí.
―¡Déjame, por favor, te lo ruego! ―grito.
―Puedes hacer esto fácil o difícil para ti
―dice, su aliento en mi oído, su voz como el acero―. No quiero tener que
castigarte Lali, pero lo haré. La elección es tuya, haz lo que digo y tu
estancia aquí será manejable, si no lo haces… no lo será.
―Nunca cederé a ti, ¡marca mis palabras de que
voy a salir de aquí!
―¡Basta, basta! ―ruge, levantándome con un
movimiento rápido y depositándome en la cama. Sostiene el cuchillo hacia mí y
yo me congelo.
Me mira por un largo, largo momento antes de
darse la vuelta y salir de la habitación, cerrando la puerta y atrapándome una
vez más. Yo grito y lanzo maldiciones hacia él, pero ya es demasiado tarde, se
ha ido. Destrozo mis puños con todo lo que puedo encontrar, y pronto estoy en
el suelo agitada y llorando. Esto es culpa mía, tomé bebidas con un extraño
al azar y ahora estoy pagando por ello. Debí saberlo mejor, ¡tengo veintidós
años!
Mis vueltas me agitan hasta hiperventilar y
empiezo a jadear por aire, no puedo quedarme aquí, no puedo estar atrapada
en esta habitación durante meses… o años. Araño la alfombra, mi cara quema
donde él me golpeó. Mi cuerpo está temblando y no puedo obligarme a calmarme.
¿Todo esto es por mi padre? ¿Quien aparentemente está vivo? ¿Cómo pudo hacerme
esto? ¿Cómo es que me mintió?
Pensé que estaba muerto, sólo para descubrir
que está vivo y haciendo cosas ilegales.
Cuando finalmente me las arreglo para empezar
a respirar correctamente, me arrastro a la ventana y miro hacia fuera. Barras
pesadas cubren la mayor parte de la vista, pero puedo ver que estamos en medio
de la nada. Todo lo que puedo ver son árboles por kilómetros y kilómetros, nada
más que gruesos árboles. Me gustaría salir de aquí, sin embargo, de una u otra
manera, me liberaré.
CONTINUARÁ...
Interesante :) segui
ResponderEliminarLali no se va a dejar amedrentar tan fácilmente.
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