martes, 29 de septiembre de 2015

Capítulo 12

―En serio Peter, ¡dormirás en el piso!

Él me mira mientras está de pie en la puerta de mi cuarto de baño apenas en bóxers. Dios, se ve bien.

―No dormiré en el puto piso.

―Tú quisiste venir aquí.

―¿Y?

―Así que dormirás en el suelo.

―Follamos esta noche, ¿O simplemente olvidaste eso?

Sonrío.

―Y gracias por eso, sigo sin cambiar de opinión.

―Es una lástima.

Él se sube a la cama y se desliza, yo le doy un empujón en el pecho, pero no se mueve.

―Eres un idiota.

Se encoge de hombros y yo me volteo, cuando la luz se apaga, me quedo mirando la oscura pared durante mucho tiempo. Mientras creo que está dormido, él se da vuelta y se inclina sobre mí, susurrando en mi oído:

―Realmente no te importa que esté en tu cama.

―¡Me importa!

―No seas rápida, sé que no me odias, así que deja de actuar como si lo hicieras.

―Desde luego, ¡no me gustas!

―¿Todavía estás enojada porque me fui? Pensé que era la que querías, que te dejara ir.

―Pensé que éramos amigos al menos y simplemente te olvidaste de mí.
―Mierda, estaba haciendo lo que te prometí que haría. ¿Qué es lo que quieres de mí? Te quejaste y gemiste cuando estuviste allí, deseando irte y cuando te dejo ir, ¡te enojas!

―Quiero dormir ―interrumpo.

―Está bien.

Me doy la vuelta con un gruñido y me toma una hora caer en un sueño inquieto, sólo para despertar en medio de una pesadilla sobre Manchez. Mi temor más grande en el mundo es ser atrapada por él. Me asusta como la mierda. Me levanto sollozando y aferrándome a las sábanas. Estoy jadeando y temblando. Tengo este maldito sueño todo el tiempo, y sólo se pone peor y peor.

Peter se sienta, aturdido preguntando qué sucede. No contesto.

―Hey… ―Pone un brazo alrededor de mí y me aplasta contra su pecho. Yo gimo y lloro y él me acaricia el cabello―. Fue sólo un sueño, no permitiré que te haga daño.

Yo hipo y me estiro por él, la desesperación se hace cargo. Necesito consuelo, quiero comodidad. Sólo necesito que él esté conmigo, que me acaricie y me toque hasta que todo desaparezca. Encuentro sus labios y desesperadamente tiro de él hacia mí, con un gemido desliza su lengua en mi boca para hacerla bailar con la mía. Me muevo hasta que estoy cabalgando entre sus caderas.

Su dura erección se presiona en mi interior, haciéndome temblar.

Él me agarra la cara, profundizando el beso. Mi mente está confusa y sólo quiero comodidad. Es todo lo que necesito. Sólo comodidad. Él es mi consuelo.

Él agarra mis bragas y me las retira con un movimiento rápido. No hay tiempo para juegos previos, igual que antes. Sólo nos deseamos uno al otro, lo deseo dentro de mí, empujándose hasta que duela. Agarra sus calzoncillos, los tira y baja poco a poco mi sexo húmedo sobre su pene.

―Dios ―gimo, aferrándome a él.

Siento sus piercings tocar ese sensible punto dentro de mí, y grito, meciendo las caderas y arañando su pecho.

Él gime y agarra mi trasero y lo utiliza para jalarme arriba y abajo. Me deslizo fácilmente a lo largo de su longitud, tan excitada que duele. Sus gemidos irregulares me llenan y me acicatean. Necesito todo de él. Cada pequeña cosa que pueda conseguir. Mueve las caderas hacia arriba, causando temblores violentos a través de mi cuerpo. Cuando me vengo a su alrededor, sus gruñidos llenan mis oídos.

―Me vengo… oh, mierda…

Él se impulsa profundo dentro de mí y me quejo cuando se aferra a mí y empuja las caderas hacia arriba para que lo ordeñe hasta la última gota.

Cuando bajo de mi altura, me aparto de él y lo miro en la oscuridad. Ambos nos quedamos en silencio por un largo momento. No debería estar haciendo estas cosas, hace que no sea mejor que él.

―Lali…

―Eso no puede volver a suceder.

―¿Por qué no? ―pregunta.

―Porque no es real.

Él se queda en silencio durante un largo momento.

―¿Es lo que te parece?

―Sí, me robaste mi vida. Pasé por el infierno y sin embargo estoy tan locamente en…

―¿De qué? ―gruñe.

―No importa, está mal. No debo tener sentimientos por ti.

―¿Qué importa cómo malditamente empezó?

―¡No es real!

―Es verdad, lo que sentimos entonces no fue creado en tu mente Lali. ¿Por qué diablos no confías en tu propio juicio?

―Tengo una mente débil Peter, mi madre está en una institución porque tiene una mente débil también. No confío en que me lleve por el camino correcto.

―¿Crees que eres débil? Déjame decirte algo, eres la chica más fuerte en la que he puesto los ojos. Estás lidiando con cosas que otros no habrían podido manejar. Lo atravesaste todo y aún estás viva. Lo que sientes es real, y sentirte de la forma en que lo hiciste cuando eras chica no te hace débil de mente. No eres como tu madre…

―Tú no sabes eso ―le susurro, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.

―Sí, lo creo.

―No, no…

―Sí, ¡Malditamente lo hago!

―Me tengo que ir.

―¡Lali!

―Por favor, no vuelvas a hacer eso…

―Tú empezaste, no yo.

―Bueno, lo estoy acabando ―le susurro, después giro y salgo de la habitación.


Cuando llego a la cama de Jenny y Ava, me arrastro y me derrumbo. Ellas me sostienen toda la noche, mientras sollozo mis problemas en la almohada.



CONTINUARÁ...

6 comentarios: