domingo, 13 de septiembre de 2015

Capítulo 4

―Lali, no puedes hacerte esto a ti misma.

―¿Por qué no, Jenny? Si no fuera por mi nacimiento, mamá nunca se habría enfermado y papá no querría estar en el trabajo todo el tiempo. Si mamá no hubiera hecho lo que hizo, seríamos una familia feliz.

―La vida es como el sauce, no puedes cambiar las cosas. Podría culparme a mí misma, como tú, pero no lo hago.

―Tú no hiciste nada.

―Soy el resultado de una aventura... ¿Crees que no contribuí a la locura de mamá?

―Mamá estaba loca antes de tu padre.

―Lali, si te mantienes lastimándote, un día no habrá vuelta atrás.

― Tal vez eso es lo que quiero.

Ella frunce el ceño y toma mi mano.

―Eso no es lo que quieres, estás en un lugar oscuro, pero mejorará...

―¡Fuera de ahí! ―grita Peter, sacándome de mis pensamientos.

Es el octavo día y estoy en el baño, sumergida en la bañera sin jabón y me niego a reconocerlo. Huelo tan mal, no he tenido el jabón desde que he estado aquí y espero que el baño absorba algo de la suciedad de mi piel. Sin duda no me relaja en ningún sentido, de hecho, me hace sentir un poco enferma. Peter tira de la puerta algunas veces, y suspiro saliendo de la bañera. Me envuelvo en una toalla y camino, abriendo la puerta.

Sus ojos se abren y su mirada cae en mi piel mojada. ¿Quizás Peter acaba de echarme un vistazo? ¿Mi secuestrador me dio un vistazo? ¿En serio? ¿Por qué mi corazón revolotea con ese pensamiento? Debo estar loca. Está en mi naturaleza, después de todo. Me aclaro la garganta y Peter mira hacia arriba para encontrarse con mi mirada. Sonríe y se inclina contra la puerta.

―¿Tratando de quitarte el olor?

―Vete a la mierda.

Sus ojos se abren y su sonrisa se pierde.
―Cocinarás para mí esta noche, es hora de que empieces a ganarte el sustento.

―¿Ganarme el sustento? Disculpa pero apenas tomé la decisión de estar aquí.

―Bien, mientras te quedes puedes hacer algo útil.

―¿No tienes miedo de que pueda apuñalarte?

Se echa hacia atrás y se ríe.

―Inténtalo, y estarás a cinco metros por la carretera y los hombres estarán sobre ti.

―Lo que sea ―murmuro.

―Apresúrate y vístete.

Me doy la vuelta y cierro la puerta en sus narices, después tiro rápidamente de mi ropa. Cuando salgo a la cocina, está sentado en la barra leyendo. ¿En serio? ¿Qué hay de malo en esta imagen? Él está sentado como si fuéramos una pareja y esto fuera completamente normal.

Cualquier persona que camine en esta casa justo ahora no vería la imagen real, sino sólo asumiría que estoy cocinando para mi novio. ¿Qué tan malo sería?

Abro la nevera y saco algo de pollo, por suerte para él sé cocinar. Saco setas y pasta de tomate. Golpeo la barra y Peter levanta los ojos del periódico que está leyendo para mirarme. Le doy una sonrisa sarcástica y sigo preparando mi pollo de tomate con champiñones. Se sienta en esa maldita silla mirándome, y puedo sentir su mirada ardiendo dentro de mí.

―Huele bien.

Me doy vuelta y lo miro fijamente, sorprendida.

―Gracias.

―¿Cocinas todo el tiempo?

Me encojo de hombros.

―Sobre todo lo hago porque quiero, no porque me vea obligada a hacerlo.

Él resopla.

―Touché.
―Entonces dime, ¿qué te hace el hábito de secuestrar chicas?

Levanto la vista hacia él mientras estoy cortando el pollo. Sus ojos en realidad caen a mi cuchillo y estoy segura que traga. Oh, oh, tal vez está re-pensando ese movimiento.

―No, tú eres la primera.

―Bueno, ¿no me siento honrada?

―Podría ser peor...

―Dime, ¿cómo? ―Chasqueo.

―Podría haberte violado, que mi pandilla te hubiera violado, golpeado, matado de hambre...

―Muy bien, consigo el punto.

―No te secuestré para hacerte daño.

―Dices que no piensas lastimarme, pero ¡ya lo hiciste!

Frunce el ceño.

―No te he puesto ni una maldita mano encima.

―Me muero de hambre... Tú amigo me lastimó... No me dejas ducharme...

―¡Está bien! ―Me corta, lanzando sus manos hacia arriba―. No tenía la intención de ser un cretino. Entiende esto, sin embargo, mi vida es mortal y hago lo que tengo que hacer.

―Oh, créeme, sé que tu vida es mortal.

―Entonces, ¿por qué me desafías tan a menudo?

―¿Eso es lo qué quieres? ―le digo, levantando el cuchillo―. ¿Quieres que te tema? Créeme, lo hago. Estoy bastante segura de saber de lo que eres capaz de hacer y no me gusta. Es para mantenerme fuerte, no para desafiarte. Quiero salir al otro lado de esto con mi cordura.

Me mira fijamente durante un largo rato y me arden las mejillas bajo su mirada.

―¿Cuántos años tienes?

―¿Perdón?

―Dije: ¿cuántos años tienes?

―Veintidós.

―¿Alguna persona te espera al volver a casa?

Mis mejillas se calientan de nuevo.

―¿Qué significa eso?

―Quiero decir, cuando salgas de aquí, un hombre estúpido aparecerá y tratará de golpear...

Resoplo.

―Si lo hubiera, no lo enviaría en tu dirección. Ni siquiera yo soy tan estúpida.

Sonríe.

―Estás aprendiendo, pero no respondiste mi pregunta.

―No, Peter, no hay nadie. Lo hubo pero... se acabó.

Asiente.  

―¿Terminaste con la charla?

Sonríe y aparto la mirada. Este hombre tiene doble personalidad, estoy absolutamente segura de eso. Termino la comida y muevo un plato hacia él. Lo mira, después hacia mí.

―Esto se ve... mejor de lo que esperaba.

―Bueno, soy buena cocinera.

Asiente y toma una cucharada. ¿Simplemente... había gemido? Oh Dios, tengo que salir de aquí. Ahora.

―Debo volver a mi habitación y morir poco a poco, mientras disfrutas de la comida.

―Siéntate conmigo.

Lo miro con una horrible expresión de duda confundida en el rostro.

―¿Por qué diablos iba a querer sentarme contigo?

―Come conmigo o ve a tu habitación y muérete de hambre ―dice encogiéndose de hombros.

Es una simple declaración de él, pero es mucho para mí. He sentido el agarre del hambre y no quiero volver a sentirlo. Saco un plato y me siento, mordisqueando un trozo de pollo.

―¿Qué pasó con tu ex novio?

Me ahogo con el pedazo de pollo que estaba comiendo y miro fijamente sus ojos.

―¿Qué pasa contigo?

―Lali, es muy sencillo, habla conmigo o vuelve a la habitación y habla con la pared. Me importa una mierda de cualquier forma, la elección es tuya.

Dios, él podía ser un cerdo, pero prefiero quedarme aquí un momento más.

―Me golpeó.

Deja caer el tenedor y me atrevo a mirar hacia él a través de mis pestañas. Su cara es salvaje y sus ojos azules son amplios y enojados.

―¿Él qué?

―Ya me oíste.

―¿Cuánto?

―Fue bastante, estuve en el hospital tres días.

―Maldito bastardo.

―Como si tú pudieras hablar... ―murmuro.

Nunca he golpeado a una mujer que haya amado.

―No, pero secuestraste a una mujer de su casa y de su vida, para cumplir tus necesidades. No eres mejor, Peter.

Se queda un momento en silencio y sus ojos se centran intensamente en los míos.

―Puede ser que no sea mejor, pero nunca te pondría una mano encima, Lali.

―No ha sido exactamente agradable toda la situación...

―Podría ser peor.

Él tenía razón, podría serlo.

―Lo que sea.

Termino mi comida, recojo los platos y los llevo al fregadero. Miro el cuchillo, preguntándome si podría ganar la confianza lo suficiente como para controlar eso y apuñalarlo con él. La idea de apuñalarlo me duele, sin embargo, y no me gusta eso. Un breve pensamiento de apuñalarme a mí misma parpadea a través de mi mente, y rápidamente lo empujo hacia abajo. No puedo ser tan débil de nuevo. Nunca.

―Tengo que salir, así que regresa a tu habitación ―dice Peter detrás de mí.

Me doy vuelta y me marcho sin mirarlo. Entro en mi habitación y me siento a la mesa. Él camina detrás de mí y se sitúa en la puerta, sin decir nada durante un largo rato.

―Sé que odias esta situación, y lamento que hayas tenido que ser puesta en el centro, pero no puedo cambiar lo que tiene que ser. Gracias... por la cena.


Luego se va otra vez y yo me quedo sintiéndome más confundida que nunca.


CONTINUARÁ...

2 comentarios: