Lali
—Mamá quiere que vengas a cenar mañana por la noche.
—La voz de mi hermana Ana viene desde mi teléfono celular.
Suspiro.
—¿Tengo que hacerlo? Por favor, no me obligues a
hacerlo. No puedo soportar la tensión, ¿por qué crees que vivo en el campus?
—Esto es lo último que necesito en mi vida ahora mismo. Pude haber obtenido una
beca para la universidad, pero no me dejaban ir muy lejos, sólo a una hora por
la carretera.
—Sí La, tienes que venir. Cris y yo vamos a decirles
que estoy embarazada, así que realmente quiero que estés allí. —Ella ha estado
casada con Cris hace como seis meses y ya estaba embarazada. Mi hermana
perfecta está obteniendo su perfecta vida. —Está bien Voy a estar allí, pero no
me pasaré la noche allí. Conduciré de vuelta aquí y dormiré lejos del drama.
—Cedo sólo porque amo a mi hermana y nunca me ha visto de la forma en que mi
madrastra lo hace.
Ninguno de mis hermanos y hermanas lo hacen.
Me chilla al oído y me estremezco
—¡Esto es genial! ¡Estoy tan emocionada, no te he
visto desde que empezaste la escuela!
—Caray, estoy malditamente sorda ahora gracias a ti.
Son sólo un par de horas, si duro tanto tiempo —me quejo.
—Lo harás por mí por lo menos. Bueno, ¡me tengo que
ir, cariño! Nos vemos mañana y te amo.
—Te amo también, Ana. —Cuelgo el teléfono y dejo que
mi cabeza caiga sobre mi almohada.
Las cosas con mi familia no son normales en absoluto.
Somos la definición de disfuncional. Y por desgracia es mi culpa. Bueno, tal
vez la culpa es más de mi padre, ah, y mi madre. Verás, soy la hija de una
amante y fue todo un escándalo en mi ciudad natal de Arkansas. Resulta que mi
papá es el dueño de la mayor parte del lugar y fue el alcalde de la época.
Maldición, él todavía es el alcalde, es que se ha quedado sin oposición durante
años.
Lo curioso de esto es que el pueblo nos echó la culpa
a mi mamá y a mí. ¿Puedes imaginar la gente tratándote como a una plaga y
prohibiendo que sus hijos jueguen contigo sólo porque eres una niña? Es una
mierda. Mi madre pensaba que ella era increíble. Mantuvo la cabeza en alto y
siguió con su vida. Dios, la echo de menos. Murió de cáncer cuando yo tenía
diez años.
Ahí fue cuando tuve que ir a vivir con los Espósito. Carlos
es mi papá, Sarah es mi madrastra, Candela es mi hermana mayor, después sigue
mi hermano Patricio, además de Ana y por último, pero no menos, están los
gemelos Victorio y Gastón. Otra cosa curiosa, son dos semanas más grandes que
yo.
Tenía toda una familia, no sabía nada de ella y daba
miedo. Maldición, estaba en el mismo grado con Vico y Pablo y ninguno de
nosotros lo sabía. Bueno, supongo que sí lo sabían Carlos y Sarah, o papá y
Sara, como los llamo yo. Y al parecer no fue idea de él. Fue de mamá. Me dijo
antes de morir que lo hizo para herir a mi padre, pero al final terminó por
perjudicarme también. Y entonces ella se había ido y tenía que lidiar con esto
por mi cuenta.
Pero no todo fue tan malo pensándolo bien. Candela y
Ana tenían una hermana nueva para mimar y yo tenía a alguien que me enseñara
acerca de los chicos y el maquillaje. Cosas como esas. Candela es mi mejor
amiga. Puedo decirle lo que sea y no me juzga. Ana es una perfecta santurrona,
pero la amo hasta la muerte.
Vico y Gastón se encargaron de ser mis protectores. ¿O
debería decir guardianes? Puedo culparlos por el hecho de que todavía soy
virgen. Todos los chicos de mi pueblo les tienen tanto miedo. Lucas Lagos no
les tenía miedo hasta después de que estuvimos jugueteando en el coche y los
gemelos se enteraron. Se ganó una paliza a plena luz del día. Lucas y todo el
resto de los muchachos nunca volvieron a hablarme.
Patricio tenía dieciséis años en ese momento, pero aun
así se tomaba el tiempo para jugar conmigo. Escalábamos árboles y jugábamos en
el barro. Incluso jugaba con muñecas Barbie. Los gemelos se burlaban de él por
eso, pero siempre dijo que mientras yo fuera feliz, él sería feliz.
En cuanto a papá, realmente amo a mi papá. Podrás
pensar que es un mal tipo, pero en realidad es el hombre más dulce. Nunca he
querido nada más en mi vida. Cuando algunos hombres pueden abandonar a sus
amados hijos, él no lo hizo. No podría haberlo sabido entonces, pero cuando era
pequeña tuve regalos caros y ropa de marca, cuando mi mamá sólo trabajaba en un
restaurante. Él nunca ha dicho nada, pero desde entonces he sumado dos más dos.
Mi mamá era egoísta, pensaba que estaba haciendo las cosas bien y me alegro de
que viera el error de su forma de hacer las cosas antes de morir.
Y ahora tenemos a Sarah. ¿Por dónde empiezo? No es que
ella sea una mala persona ni nada, quiero decir, tiene cinco hijos
maravillosos. Supongo que simplemente no ve un lugar para mí en su vida. Cada
vez que la veo obtengo un barco de carga de crítica. Dejé de tratar de
complacerla hace varios años y he aprendido sólo a asentir con la cabeza y
continuar con la vida. No soy perfecta como el resto de ellos.
La puerta de mi dormitorio se abre de golpe y levanto
mi cabeza de la almohada y mis pensamientos. Entra caminando mi compañera de
cuarto, Eugenia. Trae esa enorme sonrisa en su cara bonita, voltea su cabellera
rubia por encima de su hombro esbelto y corre hacia mi cama. Antes de darme
cuenta, ha aterrizado en mí aplastando el aire de mis pulmones. Ella puede ser
pequeña, pero yo soy diminuta. También he oído un ruido sordo, lo que significa
que se golpeó la cabeza contra la cabecera.
—Euge, no puedo respirar —murmuro debajo de ella.
Ella cae sosteniendo su cabeza.
—¡Ay, me olvidaba cómo de pequeñas son estas estúpidas
camas! Y siento aplastarte cariño, no era mi intención. —Sonríe tímidamente. Me
río de ella y niego con la cabeza.
—Está bien, amiga, ¿qué pasa?
—¿Quieres ir a una fiesta? Al parecer, uno de los
jugadores de fútbol americano va a dar una enorme en casa de sus padres. Están
fuera de la ciudad o algo así.
La miro y muevo la cabeza. Me encanta esta chica, pero
está totalmente loca por los chicos. Tiene el encanto de una verdadera belleza
sureña que haría que cualquier persona se derrita. Es una animadora y ha tenido
un enorme enamoramiento con uno de los jugadores de fútbol americano desde el
inicio del año, de ahí su deseo de ir a su fiesta.
—Uh, sí quiero. Tengo que ir a casa mañana, porque Ana
le dirá a papá y a Sarah que está en la dulce espera. Necesito tener algo de
diversión antes de tener que escuchar a mi madrastra hablar mierdas de mí todo el día.
Chilla y se baja de la cama. Corre hacia mi armario
tropezando con su peluda y rosa alfombra que está en el suelo, entre nuestras
camas. Me río a carcajadas y me levanto para detenerla antes de que yo termine
de color rosa.
CONTINUARÁ...
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ResponderEliminarMe encamto mass!!
ResponderEliminarMe encanto, me encanto!.
ResponderEliminarQuiero mas jajaja!.
Besos