lali
Me digo a mí misma que no era lo que parecía. Pero
fracaso miserablemente. Él sostenía la mano de Maria por la cafetería. Ella
había arrastrado su mano por su pecho, un pecho en el que había dormido la
noche anterior. Estoy en las nubes mientras camino a mi primera clase. No sé
qué hacer ni qué pensar en este momento. No tengo ninguna experiencia en la que
a chicos se refiere.
La clase a la que voy es mi primera y única clase de
arte. En realidad la tomé por diversión. Siempre me ha gustado pintar y es algo
que Gastón y yo hacemos juntos. Siempre lo hemos hecho juntos. Y es exactamente
a quien me encuentro en mi camino a la puerta, mi guapo hermano.
Vico y Gastón podrían ser gemelos, pero lo único que
tienen en común son los rasgos de sus rostros. Gastón es rubio y tiene los
mismos ojos azul pálido de su madre. Él es tan grande como Vico, pero no tan
enorme. Victorio se mueve sin parar, Gastón no lo hace.
Pero cuando corro y me estrello contra él, mi nariz
sigue encontrando duros músculos debajo de su camisa.
—Wow, La, fíjate por dónde vas, ¿quieres? —Pone sus
manos sobre mis hombros para evitar que me caiga y es entonces cuando ve mi
cara—. ¿Qué está mal?
Trato de poner cara de póquer, pero Gastón tiene esta
manera de ver dentro de ti como nadie que haya conocido.
—Nada, lo juro.
—Sí, y yo soy
hijo único. Escúpelo. —Agarra mi barbilla y tira hacia arriba, así que voy a
mirarlo a los ojos.
Quito su mano de mi cara y la coloco en su camiseta
negra.
—Nada de lo que quiero hablar, ¿de acuerdo? ¿Por qué
no te metes en tus propios asuntos? ¿Por qué estás siempre en mis asuntos?
¡Tengo diecinueve años, no soy un maldito bebé! —le grito.
—¿Cuál es tu maldito problema, Lali? Jesús, habla
conmigo. Sé que hay algo mal contigo. Y siempre voy a estar en tus asuntos. Si
recuerdo bien, fui yo el que te encontró desmayada en el piso del baño. No
puedes estresarte de este modo.
—¿Sabes que tenía diez años cuando sucedió eso? Ahora
soy adulta y realmente no quiero que me trates como un bebé. Puedo cuidar de mí
misma. —Empujo por delante de él en el salón de clase sabiendo que no va a
empezar conmigo delante de toda esta gente.
Tomo los pinceles de mi bolsa y empiezo a trabajar en
un paisaje. Trato de no sentir los ojos de Gastón en la parte posterior de mi
cabeza, pero no sirve de nada. Va a llamar a papá y Sarah, y va a hacer un gran
problema de esto. Me gustaría que se dieran cuenta de que ya no soy una niña
pequeña que no puede manejar cualquier cosa. Todo lo que quiero hacer es
sentirme adulta pero estos idiotas no me van a dejar.
Trato de pintar mi frustración, pero no ayuda. No
estoy acostumbrada a estallar así con nadie en mi familia y definitivamente no
estoy acostumbrada a los celos. Siento como si mi cabeza fuera a explotar.
***
Siempre he tenido un temperamento terrible. Sarah dice
que lo tengo de mi mamá. Era una mujer ardiente y me imagino que mi madrastra
tiene razón. Ella solía enojarse con las cosas más pequeñas y tener rabietas
enormes. No puedo evitarlo, tocas mis botones y salgo. A medida que han sido
testigos de alcohol sólo lo hace peor. Es entonces cuando tiro puñetazos y me
meto en problemas. Cuando estoy sobria no soy violenta, pero me gusta gritar y
gritar.
Supongo que así es como me encuentro de pie junto a la
camioneta de Peter. Lo vi después de mi última clase y vi rojo. No sé cómo
puede decirme todas esas cosas y aún así estar con Maria. Nunca he sido
engañada antes y no se siente nada bien.
—Oye, hermosa. Esto es una sorpresa. —Él me asusta
fuera de mis pensamientos y salto—. Cuidado allí, no era mi intención
asustarte. —Está de pie delante de mí con su sonrisa de firma con hoyuelos y
todo. Y no puedo dejar de pensar que todo es falso.
—¿Sigues con Maria? —pregunto, mirándolo a los ojos
con la esperanza que me puedan decir si está mintiendo.
—¿Qué? No, no estoy con Maria. No he estado con María en ocho semanas. —Se ve realmente sorprendido de que le haya preguntado esto.
Supongo que pensaba que no me iba a enterar, ya que Maria y yo no nos movemos
en los mismos círculos.
—Sí, dices eso pero no creo que te crea. Te vi tomando
su mano antes, cerca de la cafetería.
Siento que mi rostro se ruboriza y estoy tratando de
no gritar sangriento asesinato contra él.
—¿De qué diablos estás hablando? No estaba sosteniendo
su mano. Si realmente quieres saber, estaba de pie esperándote. Ella vino
corriendo hacia mí gritando y lanzando un ataque y llamándote puta. —Cierra sus
puños a los costados y aprieta la mandíbula. No puedo creer que esté enojado,
yo no era la que estaba tocando a otra persona cuando estoy saliendo con alguien
más.
—Sí, eso suena como una historia real. Ella ni
siquiera sabe quién soy. Supongo que eso hace que sea fácil para ti jugar con
cualquier chica que quieras. Bueno, no voy a caer en eso. Vico me dijo que eras
un jugador. —Empiezo a caminar alrededor de él, pero agarra mi muñeca
ligeramente.
—Eso es una cosa que nunca he sido ni nunca seré. No
ando jugando con los sentimientos de otras personas. Sé muy bien lo que se
siente. Así que puedes tomar tus creencias y seguir porque no quiero tener nada
que ver con ellas.
Me quedo ahí como un ciervo deslumbrado con las luces
mientras se sube a su camioneta y se va.
Peter
Después que he llegado a mi casa y entro, me encuentro
a mí mismo perdido. Ella me enloquece tanto. Nunca he estado tan enojado con
una chica, a excepción de hoy con Maria. Siento que deseo perforar una pared o
romper algo caro. Supongo que puedo
culpar a Vico por esto, ya que al parecer soy un jugador y ni siquiera lo
sabía. He estado con un número de chicas, pero ni una vez me he aprovechado. No
les dije lo que querían oír sólo para tener sexo.
Les dije desde el principio que sólo quería sexo.
Ahora, la única chica por la que he tenido sentimientos cree que estaba jugando
con ella. Esto apesta a lo grande. No sé dónde tengo la cabeza y eso me asusta.
He estado paseando por la alfombra blanca de felpa en
mi dormitorio durante veinte minutos, cuando suena mi teléfono.
Mi estómago empieza a aletear pensando que es Lali.
Nop, no puedo tener tanta suerte. Es su hermano y mi mejor amigo. La persona
con la que estoy más enojado y no puedo decirle nada.
—¿Qué pasa, hombre? —le pregunto.
—Amigo, ¿qué fue lo que pasó con Maria hoy? He oído
que fue toda psicótica sobre ti en la cafetería. Y después se estaba viniendo
sobre ti —pregunta emocionado.
—Ella estaba llamando a una amiga mía una puta y
luego, cuando me enfrenté a ella, empezó a ser como la loca que es, diciendo
que era caliente o lo que sea.
—Todavía no puedo creer que viniera a mí así tampoco.
—Ja, supongo que le gusta cuando hablas mal de ella,
imagino que esa perra loca iba a venir con algo como eso —suspira.
—Bueno, personalmente siempre he sabido que es una
loca, pero viniendo a mí así, era nuevo. Nunca había hecho eso antes. Ahora me
siento como que necesito diez duchas de agua caliente para fregar todos los
gérmenes.
Él rompe a reír y quiero estrangularlo. Tengo que
hablar como si nada estuviera mal. Todo lo que quiero hacer es arreglar las
cosas con Lali. Me encantó ese pequeño ataque que lanzó, fue un poco caliente.
Lali es una porción entera de mujer, empaquetada en un pequeño cuerpo.
—Ella tiene algo de nervios llamando a alguien una
puta. ¿Cuántas veces te engañó? —La voz de Vico me saca de mis pensamientos.
—No sé hombre, pero eso es parte del pasado. Tengo
cosas más grandes y mejores que hacer que preocuparme por ella. —Me paso la
mano por encima de mi cabeza pensando ir a ver a Lali.
—Sí, eres demasiado bueno para esa mierda. De todas
formas me tengo que ir, al parecer mi hermana se peleó con Gastón antes de la
clase de arte hoy. Mamá y papá vienen a recogernos. No sé cuál es el gran
problema, Gastón es un imbécil y Lali tiene una actitud que se iguala. No veo
cómo esos dos no se han matado el uno al otro aún.
Antes de darme cuenta, mi boca empieza a hablar antes
que mi cabeza pueda decirle que se callara.
—Eso fue probablemente mi culpa. —Abofeteo mi mano
sobre mi cara antes de que pueda derramar más de mis secretos.
—¿Por qué fue tu culpa?
—Uh... como que la hice enojar antes de que se fuera a
clase hoy —le contesto pensando rápido—. Todavía estaba enojado por lo que pasó
con Maria y ella vino a hablar conmigo acerca de encontrar a esa chica y yo
podría haber llegado a ser insolente con ella. —Me estremezco esperando que
sonara verdadero a sus oídos. Bueno, sobre todo es cierto excepto que no he
sido insolente con ella hasta más tarde.
—Vaya, tú si sabes cómo molestar a las chicas hoy, ¿no
es así? Bueno, espero que puedas arreglarlo antes del viernes, no quiero que
todos ustedes lo arruinen con Euge —bromea—. De todas formas voy a hablar
contigo después.
—Sí, después —digo antes de colgar el teléfono.
Bueno, eso estuvo enloquecedoramente cerca. En cierto
modo me alegra que él llamara porque no habría sido capaz de ver a Lali esta
noche ahora que sus padres están por llegar.
Oigo la puerta cerrarse de golpe y Bautista gritando
mi nombre. Ni siquiera espera una respuesta y sube corriendo las escaleras
hasta mi habitación. Cuando lo veo en el camino de la puerta levanto una ceja
desde la cama.
—Oh, sí, Maria está afuera. —Niega con la cabeza antes
de continuar—. Sí, sólo tienes que venir a ver esto. —De nuevo no espera mi
respuesta, pero regresa por donde vino.
Salto de mi cama y me encamino detrás de él para ver
qué infiernos quiere Maria ahora. Llego a la puerta y salgo. Chico, me gustaría haberme quedado en la casa.
—¡¿Qué mierda, Maria?! —le grito violentamente a la
rubia tonta.
—Te dije que no me llames puta otra vez —se burla
desde el césped donde está de pie al lado de mi camioneta.
Pobre Betty.
No sólo pinchó los neumáticos, escribió puta por todas partes.
No puedo creer que destruyó mi camioneta. Ahora sabía
que estaba loca, pero me pareció que de una manera no violenta, pero esto
bordea las fronteras de acosador loco.
—No puedo creer que destruiste mi camioneta. ¿Crees
que te vas a salir con la tuya o algo así? ¡Qué estúpida eres!
Ella sonríe ampliamente, pero la tengo ahora.
—Oh, me voy a salir con la mía. Me enteré quién es tu
pequeña novia. Lali Espósito. Es la hermana pequeña de Vico, ¿no? Cómo le
gustaría saber al hermano mayor que estás jodiendo a su hermana.
Y ahora ella me tiene.
—No te atreverías a decírselo —me burlo.
—Oh cariño, le voy a decir si no mantienes la boca
cerrada. No le digas a nadie que le hice esto a tu camioneta y nunca me llames
puta otra vez y estamos en paz —dice mientras se acerca a mí y me da una
palmadita en la mejilla.
Le agarro la mano y aprieto con la esperanza de
obtener un poco de dolor de ella.
—Oh, voy a mantener mi boca cerrada y nunca te llamaré
puta otra vez. Pero es mejor que mantengas una jodida distancia de ella y yo.
Supongo que el enojo en mi voz era suficiente para
ella.
—Bien. —Bueno, ahora lárgate de mi jardín.
CONTINUARÁ...
+++++++++++
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