Lali
—Cariño, ¿te sientes bien? Te ves un poco verde
—pregunta Sarah. Sé que no está gritando porque Sarah no grita, pero suena como
si lo estuviera haciendo. En este momento tener los ojos abiertos hace que me
duela la cabeza.
—Sí, Sarah, estoy genial. —Trato de sonar alegre, pero estoy segura de que no lo pareció. Ella me mira y sacude la cabeza. La oigo levantarse de la silla de la sala de estar y entrar en la cocina. Oigo como los armarios se abren y cierran y, después de diez minutos, vuelve a entrar en la sala de estar con un vaso que contiene un líquido maloliente.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Lo que necesitas para sentirte mejor. —Me entrega el
vaso y sale de la habitación. Lo huelo y mi estómago se retuerce. Siempre he
sido un peso ligero y no importa lo poco que beba, siempre termino con resaca.
Me aprieto la nariz con mis dedos y pego unos tragos. No pasa mucho tiempo y me
siento mucho mejor. Ahora que me siento mejor, me sorprendo. Ella ni siquiera
se enoja conmigo por estar con resaca. De acuerdo, voy a preguntarle a papá, si
ella se convirtió en una persona comprensiva.
Estoy tratando de esperar pacientemente a que mi
hermana Candela venga hasta aquí, pero no creo lograrlo. Vive aquí en la ciudad
con su esposo Agus y su hijo de tres años, Mateo. La llamé al segundo en que
llegué aquí y le dije que se diera prisa porque tenía que hablar con ella. Lo
que pasa es que Candela no se da prisa a menos de que estés muriendo, y eso
tampoco es algo seguro.
Yo había llegado tarde a mi cita con Vico y Pablo para
venir hasta aquí. Me regañaron y se enfadaron mucho conmigo. No sé si saben que
casi duermo con alguien anoche o que sólo tenía resaca. No me he mirado en el
espejo así que no tengo ni idea de cómo luzco. En el momento en el que entré
por la puerta tuve que hablar con papá y Sarah. Ahora que soy libre, voy a
tomar una ducha y cambiarme de ropa.
Mis padres viven en una casa de dos pisos, con ocho
dormitorios y seis baños. En el primer piso todo el suelo es de madera y las
paredes de un color cálido, con muebles caros que combinan. Las escaleras están
alfombradas con felpa blanca y las subo de dos en dos hasta la parte superior,
donde giro a la izquierda hacia mi habitación, que es la segunda puerta. Al
entrar me siento inmediatamente feliz de estar en casa de nuevo. Euge ama el
rosa por lo que nuestro dormitorio es un dolor de cabeza.
Mi cama con dosel, que he tenido desde que me mudé,
está hecha con un edredón de Jack y Sally. La alfombra azul oscuro es suave
bajo mis pies mientras cruzo la habitación para acostarme en mi cama. Miro los
carteles que están colgados por todas partes. Tengo una serie de carteles que
incluyen grupos como Lady Gaga, Kurt Cobain, Brand New, Machine
Head y Disturbed. También tengo
muchos pósters de libros. Stained por Ella James, The Secret of Ella and Micha
por Jessica Sorensen, Twist por
Dannika Dark, y el mejor de todos es Onyx por Jennifer L. Armentrout. Tengo que
tener a mi Daemon con sus dulces ojos. Cubren mis paredes tan bien que casi no
se ve la pintura azul pálido.
Entonces veo el cartel que he estado evitando observar
desde que entré a la habitación. El mismo cartel que él tiene en su habitación.
No quiero pensar en él en absoluto. La noche anterior fue tan descabellada que
todavía no puedo creer que ocurriera. Quiero decir, ¡casi pierdo mi virginidad
con un chico y ni siquiera sé su nombre! Dios, caí sentada en el territorio de
putas.
Un golpe suena en mi puerta. Dios, espero que sea Candela.
—¡Adelante! —grito.
La puerta se abre y entra mi hermana. Tiene su cabello
negro recogido en un moño alto y su ceja está arqueada a lo largo de sus ojos.
Me estremezco, porque no sé ni por dónde empezar. Es la única con la que puedo
hablar sobre esto. No es uno de mis hermanos y puede guardar un secreto. Ana,
que dios la bendiga, es una chismosa y no lo entendería. Fue virgen hasta el
día en que se casó con Cris.
—De acuerdo, me di prisa en prepararme para venir aquí
así que escúpelo —dice dando golpecitos con el pie en el suelo.
—Casi pierdo mi virginidad anoche —rechino.
—¿QUÉ? —grita.
—¡Shhhh! ¿Quieres a Vico y Gastón aquí? Dios, me
matarían y luego a él —digo, sentándome en la cama.
—Lo siento,
sólo que me sorprendió, es todo. Cielos, La, ¿cómo demonios pasaste a los
gemelos?—Se sienta en la cama conmigo.
Así que le cuento que Euge me invitó a la fiesta y nos
dieron de beber un poco, antes de que Vico me viera y tratara de que me fuera.
Le dije que me iba y lo dije en serio, pero luego esa chica loca tiró su bebida
sobre mí. Y que él me llevó a su cuarto para conseguir una camiseta seca y todo
lo que sucedió allí. No sé quién estaba en la puerta, pero el vodka me hizo
desmayarme mientras esperaba que él se deshiciera de ellos. Me desperté esta
mañana con mi cuerpo enroscado alrededor de su pecho y mi cabeza contra su
cuello. Él tenía sus brazos alrededor de mí y su cara enterrada en mi cabello.
—Así que me asusté y salí de allí antes de que él
despertara. Dejé mi camiseta allí. —Hago una pausa y dejo escapar un suspiro
porque esto va a ser el ejecutor del tiro—. Ah, y no sé su nombre o incluso
cómo llegar a su casa para recuperar mi camiseta.
Candela me está mirando como si nunca me hubiese visto
antes.
—¿No sabes cómo
se llama? Siento que te enseñé a ser mejor que eso.
—Lo sé, y estoy totalmente avergonzada de mí misma. No
sé por qué hice lo que hice. Le echo la culpa al alcohol —digo riendo de mi
broma. Ella no lo encuentra divertido y me frunce el ceño.
—¿Estás segura de que nada más pasó? Quiero decir, él
podría haberse aprovechado de ti mientras estabas desmayada. Niego con la cabeza.
—No, no lo hizo. Quiero decir, nunca lo he hecho o cualquier
otra cosa, pero estoy segura de que sabría si algo del tamaño de un pene
hubiese estado por allí, Candela.
—Sí, tienes razón. Estarías adolorida. —Se frota la
sien como si esto le ayudara a resolver mis problemas—. Bueno, tienes dos
opciones. O te olvidas de tu camiseta y de lo que pasó o descubres quién es.
—Oh, voy a averiguar quién es. Esa es mi camiseta
favorita y tal vez me gusten los tipos como él. —Tartamudeo al decir la última
parte.
—¿Realmente, La, crees que te gusta? Oh, esto es
genial. Espero que sea una persona decente porque a ti nunca te ha gustado
nadie. —Sonríe de oreja a oreja—. Mamá cree que eres lesbiana y que tienes
miedo de decírselos.
—¿Qué? ¿Por qué piensa eso? —pregunto. Estoy totalmente
sorprendida por eso.
—Supongo que es porque usas un montón de negro y nunca
has tenido un novio. Le he dicho que ese no es el caso, pero piensa que estoy
mintiendo por ti. —Pone los ojos en blanco y me rio.
—¿También le dijiste que cuando sus hijos sacan a
relucir sus grandes nudillos asustan a todos los chicos en los que me fijo?
—Vuelvo a caer en la cama y tiro mi almohada hacia la pared—. Quiero decir, ya
es lo suficientemente malo que ellos sean tan sobreprotectores, y ahora han
hecho que tu mamá piense que soy lesbiana. Lo cual no es algo malo, pero
simplemente no lo soy.
—Lo sé, cariño,
pero ya sabes cómo es ella. Eres diferente al resto de nosotros en varios
niveles. —Empiezo a enfadarme, pero ella me tranquiliza—. Eres especial para
todos y cada uno de nosotros, Lali, incluso para mamá. Trajiste luz a esta casa
y amor a esta familia. —Le doy una expresión confusa y continúa—. Mamá y papá
estaban siempre peleando y yo tenía miedo de que se divorciaran. Recuerdo el
día en que entraste en casa con tu bolso de Hello Kitty y tus grandes ojos
asustados. Mamá dejó ir todo su odio y sigo sin saber que pasó pero hiciste que
arreglaran todos sus problemas.
Me quedo
estupefacta y de piedra. No sabía que habían estado peleando antes de que yo me
mudara. Los recuerdo siempre felices.
—¿Estás segura?
Siempre parecían felices para mí.
—Estoy segura,
cariño. Los arreglaste. Papá dejó de estar fuera de casa todo el tiempo y mama
sonrió por primera vez en años. Y tampoco son los únicos. —Ella toma mi
barbilla y la empuja hacia arriba para que pueda mirarla a los ojos—. Lali, yo
salía con chicos y bebía mucho porque no quería lidiar con ellos. Me ayudaste
porque los arreglaste. Mi casa estaba feliz de nuevo. Pato fumaba una tonelada
de marihuana y solía estar fuera todo el tiempo también. Ana fingía que nada
malo sucedía, lo que no era bueno para ella, y odio pensar en lo que hubiera
sucedido si se divorciaban. ¿Y los gemelos? Reaccionaban golpeando a los chicos
en la escuela y a ellos mismos hasta que entraste en su vida y dejaron de ser
unos matones.
En este punto,
estoy llorando porque no tenía idea de que eso estuviera pasando antes de que
yo me mudara. Bueno, sabía sobre los gemelos porque estaba en la misma escuela
que ellos.
—¿Por qué lloras, La?
No era mi intención molestarte. Sólo quería que supieras que eres la persona
más especial de esta familia. —Me da un abrazo y me seco las lágrimas antes de
manchar su camiseta.
—Lo sé, Cande,
estas son lágrimas de felicidad, te lo juro. —Le sonrío y finalmente siento que
pertenezco a esta familia.
Peter
Ella se había ido cuando me desperté. Y se había ido
como un ladrón en la noche. Siento que
me robó el corazón, así que tal vez sea una ladrona. Sé que no la conozco, o
algo así, demonios, ni siquiera conseguí su nombre y eso me da vergüenza por
incluso haberla tocado.
Me hizo algo, algo que no puedo olvidar o ignorar.
Todavía siento sus manos en mi cuerpo y escucho los suaves gemidos que salían
de sus labios. Nunca había estado con alguien tan receptivo, era como si
estuviera tan perdida en mí como yo lo estaba en ella. Maria no era virgen
cuando la conocí y era del tipo que follaba como si no lo disfrutara en
absoluto. No es necesario decir que no teníamos relaciones sexuales muy a
menudo. Y todos los encuentros al azar que he tenido en las últimas ocho
semanas sólo eran para calmar el ansia.
Ella es diferente y no puedo sacarla de mi cabeza.
Nunca amé a Maria, quiero decir, ¿cómo podría amar a una perra como ella? Lo
intenté y creo que no debería haber estado con ella durante tanto tiempo.
Simplemente sentí que era lo que se esperaba de mí. Yo era el mariscal de campo
en nuestro equipo de fútbol de la escuela secundaria y ella era la capitana de
las animadoras y sé que suena como un cliché, pero es lo que era.
Cuelgo su camiseta en la puerta de mi armario después
de lavar con una esponja toda la cerveza que había en ella. No puedo evitar
mirarla e imaginarla a ella. Es tan pequeña que me siento como pie grande a su
lado. No es mi tipo en absoluto. Voy por las rubias con piernas largas y
curvas. Ella no es nada de eso con su negro cabello largo y rizado y un metro y
medio de altura. Donde me he excedido con grandes tetas y culos, las partes de
ella entran perfectamente en mi mano. Me encanta.
Mi hermano menor, Bauti, irrumpe en mi habitación
asustándome. Tiene dieciséis años y se comporta exactamente así. Su pelo largo
y rubio está recogido en una cola de caballo. Su rostro, que es muy parecido al
mío, luce con un poco de picardía. Oh, mierda, sabe algo de mí. Él pasea hasta
mi cama y se acuesta en el extremo.
—Entonces, ¿quién era esa chica que estaba saliendo a
hurtadillas esta mañana?
—No lo sé —digo con honestidad. Sé que no me cree.
—En serio, ¿quién era? No dejas que ellas pasen la
noche aquí. —Me conoce mejor que nadie y a veces odio eso.
—En serio, Bauti, no tengo ni idea de quién era. No le
pregunté su nombre. —Me estremezco por mi estupidez. Podría golpearme a mí
mismo por ser un idiota. ¿Quién toca a una mujer, que lucía como ella, y ni
siquiera sabe su nombre?
Me mira como si acabara de romper su iPod.
—Peter, estoy
sin palabras. ¿En qué diablos estabas pensando? ¡Oh, ya sé que no estabas
pensando! —Me golpea en la parte posterior de mi cabeza. Ruedo mis ojos y le
doy un empujón.
—Mira, no es así en absoluto. Quiero encontrarla.
—Hago una pausa e imagino su rostro en mi mente—. No, tengo que encontrarla.
—Maldita sea, hermano, si no te conociera mejor diría
que estás enamorado. —Me mira como si me hubiese salido otra cabeza.
—No estoy enamorado, Bauti, pero si alguna vez la
encuentro y la conozco mejor, no creo que pase mucho tiempo para que eso
suceda. —Lo miro y haré que me ayude. Odio sentirme fuera de control y esta
chica me tiene amarrado.
—Demonios, Peter, nunca pensé que vería el día.
Cielos, ¿no estuviste con Maria por como seis años? —Asiento con la cabeza ante
su pregunta—. Ni una sola vez te veías como ahora.
—¿Cómo qué?
—Como que no tienes ni idea de que hacer. Has tenido
el control de tu vida entera y ahora algo está fuera de ella. ¡A mí,
personalmente, me encanta! Eres demasiado serio todo el tiempo. —Se ríe
moviéndose para salir de la cama—. Te ayudaré a encontrarla. Cuando lo hagamos,
te la robaré. —Sé que está bromeando, pero igual le tiro una almohada en la
espalda. He gastado mucho tiempo hoy pensando en ella y es momento de
prepararme para el partido de esta noche.
CONTINUARÁ... por la noche subo otro.
Masssss
ResponderEliminarme encantooooo .. ++++++++
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