PETER
S
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i alguna vez menciono comprar una casa de nuevo,
alguien por favor dispáreme. Noah y yo pasamos todo el sábado y el domingo
vagando por Beaumont con mi excesivamente hiperreal agente de bienes raíces. Lo
único que aprendí era cómo rodar los ojos como un niño de nueve años.
Sarah, Sadie o quizás Suzie (no recuerdo) nos
mostró casa tras casa, ninguna de las cuales satisfizo mis necesidades. Sí,
puedo ser una persona con un niño que tendrá ocasionalmente, pero eso no quiere
decir que quiero una casa pequeña. Quiero dos pisos con un sótano completo y un
garaje adjunto con al menos medio acre de tierra. No creo que estos requisitos
sean demasiado sobre-el-límite, pero aparentemente lo eran.
Ahora Noah y yo nos sentamos fuera de esta casa
de dos pisos en el mismo barrio de mis padres. Me di cuenta que era exactamente
lo que estaba buscando, así que nos dirigimos a buscar un cartel de SE VENDE.
Encontramos uno.
Estamos esperando a que el agente llegue para
que podamos ver el interior, pero ya sé lo que quiero. Puedo imaginar a Noah
subiendo los robles gigantes que rodean la propiedad y puedo verlo lanzando el
balón por ahí con sus amigos en el patio.
Este nuevo agente sale de su coche y saluda
hacia nosotros. Es bajito y rechoncho, con el pelo blanco. Se ve como un
malvavisco.
—Hola, soy Peter Lanzani y este es mi hijo,
Noah.
—Encantado de conocerlo, soy Stu. Entremos.
Seguimos a Stu arriba de los escalones de
ladrillo. El porche es amplio, con pilares blancos en necesidad desesperada de
un trabajo de pintura. Stu abre la puerta, permitiéndonos a Noah y a mí entrar.
Ante nosotros está la escalera, abierta
a ambos lados para que puedas ver el comedor y la sala de estar. La sala de
estar tiene dos grandes ventanales, uno delante y otro atrás, dos más a los
lados. La cocina es nueva, con un rincón y todos los electrodomésticos nuevos,
y ventanas que dan al patio trasero. Hay un baño de buen tamaño justo al lado
de la cocina. El comedor da al patio delantero con un gran ventanal y dos
frente al patio lateral.
Nos dirigimos arriba a los cuatro dormitorios.
El principal es grande, con un walk-in closet que conduce a un cuarto de baño
con ducha y bañera de hidromasaje. Una habitación está decorada como una
guardería, lo que tendría que cambiar. Las otras dos habitaciones son del mismo
tamaño. Todas las habitaciones cuentan con abundante luz natural. Hay un cuarto
de baño compartido arriba.
Stu está sentando en la mesa cuando bajamos.
—Vamos a revisar el sótano —digo cuando pasamos
a su lado. Él sonríe y asiente hacia nosotros, y regresa a su papeleo.
Se accede al sótano a través de la cocina.
Bajamos pisando las escaleras, poniendo a prueba su robustez. Hay una
habitación de lavandería y un espacio muy grande.
—¿Qué piensas, papá? Estoy pensando que un
hombre de las cavernas como Tío Nicolás está por allí y tu estudio ahí —señala
a la pared en el lado izquierdo de la habitación.
—¿Sí? Sabes que el estudio es muy grande.
Necesito un lugar para instalar el equipo.
—Creo que será lo suficientemente grande. ¿Qué
te parece?
Miro a mi hijo. Está radiante de emoción.
—Me gusta. ¿Crees que te gustará vivir aquí?
—Sí, claro.
Pongo mi brazo alrededor de él y tiro de él en
un medio abrazo.
—Vamos a comprarnos una casa.
Subimos por las escaleras. Stu levanta la cabeza
cuando entramos.
—La tomaremos —suelta Noah antes de que tenga la
oportunidad de decir algo.
—Sí, la tomaremos.
Stu comienza a hablar de la financiación y los
bancos. Le digo que será una venta al contado y que quiero mudarme de
inmediato. Él llama a los dueños de la casa, y les dice que el trato está sobre
la mesa. Ellos aceptan de inmediato y estoy de acuerdo en aparecer mañana en su
oficina para firmar los documentos.
Noah y yo caminamos por el patio después de que
se vaya Stu. Se sube a uno de los árboles y corremos por el patio para ver
quién es el más rápido.
Puedo haberlo dejado ganar, pero nunca lo
admitiré. Salimos de la casa cuando el sol comienza a ponerse y vamos a cenar.
Cenas familiares en Deb’s son un pasatiempo en
Beaumont, a menos que seas un Lanzani. La primera vez que fui allí, acababa de
obtener mi licencia de conducir. Cuando mi mamá escuchó sobre ello al día siguiente,
estaba horrorizada. Nosotros, los Lanzani no nos degradábamos con un lugar como
Deb’s.
Lo que sea.
Me encanta Deb’s. Noah y yo tomamos un puesto y
ordenamos nuestra cena de celebración. Él me pregunta cuándo seré capaz de
mudar alunas cosas y le digo que ordenaremos los muebles esta semana y todo lo
demás que necesitaremos. Aún no he sido capaz de llegar a una decisión sobre
dejar Los Ángeles, así que hasta entonces, estaré aquí por una semana más o
menos cada mes.
Estamos a mitad de camino de la cena y Noah
lanzan una bomba.
—Mamá y Pablo pelean mucho.
Bajo mi servilleta, colocando los brazos sobre
la mesa.
—¿Qué quieres decir? ¿Pablo la golpea?
—No, al menos nunca lo he visto hacer algo como
eso, pero los escucho discutir por la
noche. Él no cree que deba pasar más que un fin de semana contigo en un tiempo,
y no quiere que compres una casa aquí.
Levanto las manos, apoyando la barbilla en
ellas. Noah no debería escucharlos discutir por mí. No es justo.
—Escucha, amigo. Esta es una situación difícil
para todos nosotros, y honestamente realmente inesperada. Sabes que cuando vine
aquí para el funeral de Nicolás nunca esperé encontrarte. Estaba sorprendido,
lastimado, e incluso enojado. No sabía sobre ti y escuchar a este chico decirme
que me vio besar a su mamá en un DVD, no supe qué pensar. Así que, imagina lo
que pensó tu mamá cuando aparecí o cuando Pablo te escuchó llamarme papá. Hay muchas
grandes emociones justo ahora y estamos tratando de encontrar la mejor manera
de tratar con ellas.
»Pero no pienses que los tres no te amamos. Lo
hacemos, mucho. Eres nuestra prioridad número uno. Solo se paciente con tu mamá
y Pablo. Trabajarán en ello y las cosas estarán bien. —No estoy seguro de dónde
vino todo eso, pero se siente bien decirlo a Noah. Él necesita entender que soy
el catalizador de esas emociones entres Pablo y Lali. Al que no entiendo es a
Pablo. En Acción de Gracias, prometió tratar de ser cordial por el bien de Noah
y Lali. Yo no le prometí nada.
Dejo a Noah en casa y le digo que lo veré mañana
después de la escuela. Ahora mismo el
acuerdo es que recogeré a Noah de la escuela, lo tendré para la cena y lo
dejaré en casa una hora antes de la hora de acostarse, a menos que tenga
práctica.
Conduzco hacia mi futura nueva casa y me estaciono
al frente. Quiero ver a Lali corriendo afuera con Noah y conmigo. La quiero
decorando flores al frente y adentro. La quiero viviendo aquí con nosotros,
como una familia.
***
Es el último juego de Noah de la temporada.
Estoy de pie en mi lugar de siempre con Rufina a mi lado. Ella mira a Noah como
un halcón y no he averiguado si se trata de un enamoramiento o si quiere jugar
fútbol. Eugenia dice no al fútbol, pero quizás en unos años cambiará de
parecer.
Noah está luchando hoy. Ha lanzado dos intercepciones
y ha soltado el balón. Estoy contando los segundos para el descanso, así puedo
preguntarle qué está pasando. Cuando la alarma suena, me acerco a la línea
lateral para saludarlo. Él se quita el casco. Su expresión infeliz me hace
doler el corazón por él.
—¿Qué está pasando?
—No lo sé. Nada se siente bien. Estoy viendo
todo lento.
—¿No confías en tus receptores?
—Noah, ven aquí —grita Pablo. Sé que es el
entrenador, pero no es como si no supiera de lo que estoy hablando.
—Confía en tus receptores, Noah. Lanza el pase
como está diseñado.
Estarán allí para atraparlo.
—Gracias, papá. Siento que no puedas venir esta
noche. —Miro a Noah cuestionantemente. Él está con su equipo antes de que pueda
preguntar de qué está hablando.
La segunda mitad de Noah va mucho mejor que la
primera, pero aun así terminaron perdiendo. Noah parece triste y probablemente
enojado consigo mismo. Arroja su casco, lo que no apruebo en absoluto. Me
dirijo al banco para hablar con él sobre la deportividad.
—Recoge tu caso, Noah —demanda Pablo. Noah está
parado allí, con los brazos cruzados sobre su pecho—. No sé lo que estás
tratando de sacar, pero no volará. Recógelo.
—Noah, ¿qué está pasando? —pregunto, dando un
paso adelante y parándome junto a Pablo. Pablo toma una respiración profunda,
se vuelve y me mira.
—Este no es asunto tuyo, Lanzani. De hecho, tú
eres el problema.
—¿Disculpa?
—Ya me oíste —gruñe.
Miro a los stands por Lali. Ella está de pie
allí, su rostro congelado mientras entra en esta escena. Definitivamente algo
está pasando allí de lo que no estoy al tanto.
—Coge tus cosas, Noah. Vamos a llegar tarde.
—Noah mira a Pablo, sin moverse. Él me mira con lágrimas en los ojos. Me acerco
a él y lo jalo a un lado.
—Noah, ¿cuál es el problema? —pregunto,
inclinándome a su nivel.
—Hay una fiesta de equipo y Pablo dijo que no
puedes venir. —Miro por encima de mi hombro a Pablo, quien está en una
acalorada conversación con Lali. Hace la mierda difícil cuando podría ser tan
fácil.
—Está todo bien, amigo. Podemos salir mañana.
—No, quiero que estés allí, y ya que es para los
niños, debería elegir. —
Mi hijo, el lógico, ¿quién lo sabría?
—Te diré algo. Ve a la fiesta y llámame cuando
termines, entonces iré por ti y podemos pasar la noche, ¿de acuerdo?
—Mamá dirá que no.
—Déjame tu mamá a mí —digo. Él se inclina hacia
adelante y me da un abrazo—. Por cierto, si alguna vez te veo lanzar tu caso de
nuevo, lo lamentarás. ¿Soy claro?
—Sí, señor.
—Ve a recogerlo.
Espero un momento antes de interrumpir a Lali y Pablo.
Odio lo que estoy a punto de hacer, pero Pablo no me da otra opción.
—Así que, Noah va a llamarme cuando la fiesta
termine, voy a recogerlo y llevarlo de vuelta donde Eugenia para pasar la
noche.
Pablo comienza a reírse.
—¿Quién lo dice? ¿Tú?
—Pablo…
—No, Lali. Establece algunos malditos límites
con él. Lo dejas pasar sobre ti, y Noah jugó como la mierda esta noche porque
está enojado conmigo.
—Oye, no culpes a Noah. No es su culpa.
—Quédate fuera de esto, Lanzani.
—Sabes, Pablo, pensé que estábamos bien, pero
supongo que no. De cualquier manera, tú no importas en esta ecuación. —Odio
decir estas cosas porque me prometí a mí mismo que trataría a Pablo como un
padre. Miro a Lali; ella parece avergonzada. Debería estarlo—. Recogeré a Noah
cuando llame. Si no te va bien, dime ahora para que pueda hacer que mi abogado
te envíe un acuerdo de custodia por fax.
La dejo con las palabras que nunca quise decir,
pero no está dándome ninguna opción aquí. He aceptado cada demanda suya, y ella
permite que Pablo pelee conmigo por pasar tiempo con mi hijo.
No más.
CONTINUARÁ...
Me encanto +++++
ResponderEliminar@_ferreyra7
maaaaaaaassssssssssss
ResponderEliminarTomaaaaaaa, se la aplicó !!!
ResponderEliminarMe gusta q peter sea así :)))
EliminarPablo sabe k está perdiendo,y no razona.
ResponderEliminarmasss me encantaaa
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