LALI
F
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ui a ver a la actuación de Peter en el bar hace
dos noches. Dos noches, pero no he podido dejar de pensar en él. Escucharlo
cantar, aun cuando las palabras me estaban contando sobre su vida, me hacían querer
correr al escenario y tomarlo entre mis brazos, pero la canción no era para mí.
Estaba actuando para sus fans, dándole al Peter Page que aman. En el escenario,
ese no era mi Peter. Era alguien que no conocía.
Hice lo impensable desde que lo vi tocar:
descargué su álbum y lo escuché sin parar. Algunas canciones me hicieron
llorar, otras reír, una cuantas me enojaron mucho. Escucharlo cantar sobre amor
perdido, el amor que botó como si no significara nada. No tenía derecho de
decirle al mundo sobre nosotros. Era como si me estuviera diciendo que lo
lamenta sin tener que mirarme a la cara.
Lo veré hoy y no sé qué decir o cómo actuar.
¿Pretendo no haber ido a su show el viernes, actúo como si no me importara o
sabrá? ¿Agustín le dijo?
Estoy segura que no me vio, dado que me quedé en
la parte de atrás con Candela. Escuchamos dos canciones antes que tuviera
suficiente y necesitara irme.
No podía verlo ahí arriba. No podía pretender
que no me afectaba. Y lo peor de todo es que Candela lo sabía. Ella me miró con
ojos tristes, y me cogió de la mano mientras salíamos del bar. No preguntó,
todo lo que dijo fue el nombre de Noah y me eché a llorar.
Extraño a Peter y no quiero hacerlo. Estoy con Pablo.
Él me ama. Nos vamos a casar y tal vez tener un bebé juntos. Ese es el plan.
Vivimos juntos, aun cuando nunca le pedí que se mudara. Dejó de quedarse en su
propia casa.
No lo discutimos. Tenía miedo de que si decía
algo me dejaría como lo hizo Peter.
Entonces, ¿por qué mi corazón me está diciendo
que le dé una oportunidad a Peter?
Apoyo la cabeza en la ventana mientras
conducimos a casa de Eugenia. Ella nos pidió que fuéramos y pasáramos este
domingo como siempre lo hemos hecho. La semana pasada no vimos fútbol,
lloramos. Honestamente, no estoy de humor para celebrar con estúpidos bailes y
salchichas de aperitivo cada vez que hay una anotación.
Pablo conduce con una mano y desliza la otra en
la mía, su pulgar acariciando el mío. Por un breve momento recuerdo cómo fue
cuando Peter tomó mi mano.
***
Ayer, Peter Lanzani, me pidió que vaya
al baile de Bienvenida con él. Dijo que me llamaría anoche, pero no lo hizo.
Estoy preparada para que me diga que estaba bromeando o que decidió ir con Paula
Recca porque ella se abrirá de piernas. Quiero decir, sé que eso es lo que
quiere un chico, ¿verdad? Están buscando algo fácil así pueden decir que lo
hicieron.
Bueno, no voy a hacerlo con Peter Lanzani
así que si es por eso que me invitó, le va salir el tiro por la culata.
Respiro lenta y profundamente. Voy a
llegar tarde a clase pero no me importa. Peter está ahí y realmente no quiero
verlo ahora. Mamá tenía razón, un chico como Peter Lanzani no quiere nada con
una chica como yo. Estoy del lado equivocado de Beaumont.
Cierro mi casillero de un portazo y
volteo, chocando con un cuerpo. Retrocedo y levanto la mirada. Peter me está
mirando, sus ojos llenos de vida. Tira mi mano en la suya y nos conduce a las
puertas dobles. Ya no voy a llegar tarde. Oficialmente estoy faltando a mi
primera clase así Peter puede romper mi corazón. Al menos, técnicamente, tenía
medio día para acostumbrarme a la idea de bailar con él.
Abre las pesadas puertas de metal, su
agarre en mi mano apretándose. Nos lleva al campo de fútbol. Oh Dios, quiere
que lo hagamos bajo las gradas. ¿Quiero eso? Si no, tal vez me dirá que no
puede ir al baile conmigo. Desearía haberle contado a Eugenia sobre esto antes
de que se escapara con Nicolás. Sé que ellos están prontos a hacerlo. Ella
habla sobre eso todo el tiempo, pero yo todavía no quiero hacerlo.
Rodeamos el campo de fútbol y nos
dirigimos hacia el campo de béisbol. Quiere hacerlo en la caseta. Supongo que
es mejor que detrás de las gradas porque al menos hay un banco donde puedo
acostarme.
Nos metemos en la parte trasera de la
caseta, lejos de la vista de la escuela. Sé que quiere ahora. Bajo la mirada y
me pregunto si me mancharé las rodillas con césped.
Su mano libre ahueca mi rostro y
supongo que debería estar feliz de que al menos quiere besarme primero, o tal
vez esto es un tipo de prueba de lengua. Oh, como desearía poder llamar a Eugenia
ahora mismo.
—¿Por qué te estás escondiendo?
Sacudo la cabeza, empujando mi cara en
su mano aún más. Todavía está sosteniendo mi otra mano, probablemente tratando
de evitar que me vaya.
—Eres demasiado hermosa para
esconderte, Lali.
—No estoy lista —suelto. Me tapo la
boca mientras mis ojos se abren como platos.
Está confundido por mis palabras y
sacude la cabeza.
—Solo quiero hablar —dice—. Lamento no
haber llamado anoche, mi padre me estaba sermoneando y para cuando terminó e hice
toda mi tarea eran pasadas las nueve y no quería molestar a tus padres si
estaban durmiendo.
Creo que estoy enamorada.
***
—Si hubiera sabido que todo lo que tenía que
hacer para hacerte sonreír era tomar tu mano, lo habría hecho ayer.
No tenía la intención de sonreír, pero al pensar
sobre cuán torpe era con Peter, no puedo evitarlo. Era tan comprensivo y
cariñoso.
Me siento derecha y le doy a Pablo mi sonrisa
más reconfortante. No voy a poder seguir echándole la culpa a Nicolás por mi
mal humor por mucho tiempo. Tarde o temprano va a empezar a hacer preguntas.
Preguntas que conducen a respuestas que no estoy lista para escuchar o aceptar.
Cuando nos detenemos en la entrada de Eugenia,
la motocicleta de Peter está en el garaje. Cierro los ojos y me pregunto cómo
sería subirme atrás, inclinarme y presionar mi pecho contra él y envolver mi
brazo alrededor de su cintura
Un golpe en la ventana me asusta.
—¿Vas a entrar? —pregunta Pablo antes que pueda
abrir la puerta. Cuando salgo, me toma de la mano—. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien —digo mientras entramos a la
casa.
No estoy preparada para lo que se encuentra
dentro. Noah corre pasándome (mi hijo que no me ha hablado desde el viernes)
directo hacia Peter y le muestra su revista Sports Illustrated.
La vista de Peter sentado en el sofá, vestido
con una camiseta de fútbol con Rufina a su lado, y mi hijo parado ahí deseoso
de mostrarle algo en una revista, no es nada comparado con él inclinándose
hacia adelante y olvidándose del juego solo para poder hablar con Noah.
Corro al baño antes que Pablo pueda ver mis
lágrimas. No estoy siendo justa con él. Nunca me he quejado de que Peter no
estuvo presente en la vida de Noah y ahora que está aquí, lo quiero. Quiero ver
feliz y capaz a Noah de decir que tiene un papá, pero también sé que Pablo
quiere ese título. Puede que lo merezca, pero tal vez le deba a Peter la
oportunidad de dejar que Noah tome esa decisión.
Cuando vuelvo a la sala, la escena es cómica. Peter
tiene a todos los niños a su alrededor y Pablo está sentado solo. Trato de no
reírme mientras tomo asiento a su lado.
Peter me observa por el rabillo del ojo y sonríe
burlonamente cuando Pablo pone su brazo a mí alrededor. Se le acaban las
sonrisas cuando ve que me jala más cerca y sé que Pablo se está preguntando por
qué estoy tan rígida y no caí en la curva de su brazo.
—Bueno, odio terminar esta fiesta, pero le
prometí a la señorita Rufina que veríamos al menos un juego —dice Peter,
causando que Rufina salte y Noah ponga mala cara.
Peter se agacha y susurra algo en el oído de
Noah y sonríe.
Al ver la cara iluminada de Noah, me doy cuenta
que tengo que poner a un lado mi enojo y hacer lo correcto para mi hijo y darle
a Peter una oportunidad. Mi decisión lastimará a Pablo, pero es algo que debo
hacer por Noah.
CONTINUARÁ... Hoy es mi cumple y estoy generosa, así que sino me duermo en un ratito más subo otro! Besos!
X Noah ,y x ella misma
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