LALI
N
|
unca pensé que sentiría algo por Peter de nuevo.
Esos sentimientos habían muerto hace tiempo y entonces él comenzó a andar
alrededor. Primero fue la cena que nos trajo a Noah y a mí. Él ya estaba en la
casa y cocinando cuando llegué a casa del trabajo. La siguiente noche cociné de
nuevo. Él se quedó hasta tarde y cuando sacó mi película favorita y una botella
de vino, supe que estaba empezando a perder la compostura. Más que nada quería
acurrucarme junto a él en el sofá, pero no se sentó a mi lado. Se sentó en la
silla, luciendo incómodo mientras yo estaba sentada en el sofá tan cerca de él
como podía.
La noche que Pablo llegó a casa yo casi esperaba
que Peter estuviese en mi cocina, pero no estaba. Trataba de no mirar o
escuchar por si él estacionaba en mi camino de entrada, y en el fondo supe que
no iba a venir. No importaba que quisiera verlo. De todos modos no iba a venir
a verme a mí, solo a Noah, y yo tenía que aceptar eso. Además, tengo a Pablo.
Y Pablo es a quien quiero.
Pablo es con quien me voy casar.
Pablo es con quien he estado durante los últimos
seis años. Compartimos una casa y juntos hemos estado criando a mi hijo.
Así que, ¿por qué estoy sentada en la sala de
estar con las luces apagadas, mientras él duerme arriba, yendo a través de mi
caja llena de recuerdos de Peter? Debería estar arriba en la cama con él, pero
desde que regresó a casa he estado durmiendo en el sofá fingiendo un dolor de estómago.
Cuando Pablo me preguntó si creía que estaba o no embarazada quise llorar. No
porque no quisiera otro bebé, sino porque si teníamos uno, no se parecería a
Noah. No se vería como Peter y yo.
Mis dedos trazan su fotografía de fútbol
americano, su casco metido bajo su brazo. Sus parches negros en los ojos no
muestran su número, sino “La”. Sus amigos lo insultaron tanto por eso, pero a
él no le importó.
***
—Oye preciosa. —Peter me levanta. No
puedo evitar chillar. Oficialmente me he convertido en una de esas chicas que
dije que nunca sería. Oh, Dios mío, soy un cliché.
Peter me baja, girándome hacia él. El
parche negro en sus ojos es diferente. Su número no está.
—¿Sabes que estás usando el nombre “La”
en tu rostro?
—Por supuesto que lo sé. Dice “La”.
—Sí, lo dice —me río de lo tonto que
él es.
Él me atrae más cerca, besándome
profundamente. No le da miedo que nos pille un profesor. A mí sí, pero me
promete que nada malo va a pasar y yo confío en él.
—Amo a La más que a nada.
—Lo haces, ¿eh? ¿Debería preocuparme?
Peter niega con la cabeza, con una
sonrisa rompiendo su acto de tipo duro.
—Tú eres mi La. Solo mía —dice. Me
besa una vez más antes de salir corriendo. Está a mitad de camino al campo, y
todavía estoy viendo su lado trasero.
Él tiene un trasero genial.
—Oye, ¿La? —grita.
—Sí —le grito en respuesta.
—Algún día me casaré contigo.
***
Estaba segura de que estaríamos juntos para
siempre. Pensé que nuestro amor era único en su clase. Casi estaría bien si él
hubiese conocido a alguien más y se hubiese enamorado, pero no lo hizo. Él
simplemente se fue. Dijo que se estaba asfixiando.
Yo tenía este sueño, el típico sueño americano,
y lo estábamos viviendo, la líder de las porristas saliendo con el mariscal de
campo y capitán del equipo de fútbol americano. Éramos los chicos de los
afiches de romance en toda la ciudad. Todo el mundo sabía que estábamos juntos
y nada nos iba a separar.
Otras chicas lo intentaron pero Peter les
restaba importancia tan rápido que sentía lástima por ellas… a veces.
Solíamos cenar con sus padres cada domingo por
la noche en el Club de Campo de Beaumont. La señora Lanzani era fría como el
hielo y señor Lanzani solo me miraba por encima del hombro. Fui a ellos cuando
no pude ubicar a Peter, preguntándoles si sabían dónde estaba, pero su padre
dijo que estaba feliz de que Peter finalmente sacara la basura. Yo estaba tan
herida que le dije bruscamente que esta basura llevaba a su nieto.
—Bueno, la puta finalmente lo hizo. —Fue lo que dijo antes de cerrarme la puerta en
la cara.
Peter no ha preguntado por sus padres y si saben
de Noah. No sé lo que dirá si le digo sobre su papá. Sé en el fondo de mi
corazón que Peter nunca pensó que yo era basura.
Tal vez él no preguntará y yo no tendré que
decirle.
La presión sobre mi hombro me despierta.
Escudriñando a través de un ojo, veo a Pablo cerniéndose sobre mí. Una
inmediata sensación de terror se apodera de mí cuando abro los ojos y veo su
expresión. Me incorporo, tirando de la manta a mí alrededor. Pablo me da una
taza de café y se sienta a mi lado.
—¿No vas a llegar tarde al trabajo? —pregunto.
Sé que yo llegaré tarde, pero Candela puede abrir la tienda por sí misma.
—Llamé a Bárbara y le dije que iba a llegar
tarde. Pensé que podríamos necesitar hablar. —Señala la caja de Peter. La que
he estado ocultando durante años—. Parece que estuviste paseando por el baúl de
los recuerdos.
Me tomo mi café con cuidado mientras pienso en
qué decir. No quiero mentirle, pero sin importar lo que diga parecerá una
mentira. ¿Puedes estar enamorado de dos personas diferentes? ¿Qué pasa si mis
sentimientos por Peter están allí solo por Noah, porque finalmente estoy
llegando a ver a mi hijo con su padre? ¿Es amor lo que estoy sintiendo por Peter?
—Nicolás…
—No es a Nicolás a quien estabas mirando, Lali.
Por favor, no seas condescendiente conmigo al mentirme. —Pablo no me mira.
Nunca antes hemos discutido realmente. Ha habido muchos momentos difíciles, especialmente
después de que le dijera “no” cada vez que me pedía que me casara con él.
—Lo siento.
Coloco mi taza en la mesa de café, con cuidado
de no utilizar ninguna de las fotos como un portavasos. Trato de no mirarlas
mientras las recojo, pero una de Peter y yo me llama la atención. El profundo
suspiro de Pablo me despierta de mi ensoñación. Meto el montón de fotografías
en su caja y cierro la tapa.
—¿Realmente necesitas conservar esas? Verás a la
mayoría de esas personas en nuestra reunión.
—Sí, tengo que conservarlas —digo bruscamente.
—En serio, ¿por qué? ¿Así puedes recordar todos
los buenos momentos? ¿Es eso?
—¿Qué quieres que te diga, eh? ¿Qué lamento
conservar esas fotos? No lo lamento. Él es el padre de mi hijo, Pablo, y te
guste o no va a estar a nuestro alrededor mucho más. —Ya no puedo sentarme
junto a él, me levanto y empiezo a caminar de un lado a otro. Mis manos están
temblando. Estoy tan enojada.
—¿Qué demonios quieres decir con que va a estar
a nuestro alrededor mucho más? ¡Por encima de mi cadáver! —Él se pone de pie,
derramando el café. Estoy tan agradecida de haber movido esas fotos porque
ahora habrían estado arruinadas.
—¿Por qué estamos peleando por esto? Sabíamos
que esto iba a suceder algún día. Si Liam no regresaba, Noah iba a preguntar.
—Sí, pero pensé que mi prometida al menos
primero hablaría conmigo así podríamos tomar la decisión correcta para nuestro
hijo.
Trato de no poner los ojos en blanco ante su uso
de la frase “nuestro
hijo”. Sé que estoy
siendo una perra, pero hice lo mejor para Noah. Voy y recupero un paño de
cocina y empiezo a limpiar el café.
—Tomé una decisión. Invité a Peter a cenar y se
lo dijimos a Noah la otra noche. Lo siento por no consultarte. No lo hice para
provocar una pelea. Pensé que estaba haciendo lo correcto.
—¿Lo correcto para quién? ¿Para ti y Peter?
—Lo correcto para Noah.
Pablo se pasea en frente de la ventana de la
sala de estar, con las manos apretadas en la parte posterior de su cuello. Me
acerco a él, colocando mi mano sobre su hombro. Se estremece y se aleja de mí.
—¿Dormiste con él?
—¿Qué? ¿Cómo puedes preguntarme eso? —pregunto con
incredulidad—. Yo solo… Realmente, Pablo, después de todo lo que hemos pasado,
¿cómo puedes preguntarme eso?
—Simple —dice volviéndose hacia mí—. Te pido una
y otra vez que te cases conmigo y siempre es “no”. Te pregunté después de que Nicolás
falleció porque ya no quería vivir más así. Entonces Peter aparece. Así que tal
vez estoy pensando que él ha estado en contacto contigo y sabías que iba a
venir y tenías todo esto planeado.
—Eso no es justo.
—No, Lali, lo que no es justo que yo venga a casa
y pase estas últimas noches solo en nuestra cama solo para despertar y
encontrarte dormida en el sofá con las fotos de su ex por todas partes. Luego
dejas caer la bomba de que decidiste, por ti misma, decirle al chico que he
estado criando, quién es su padre porque así lo querías.
»Esta no es la Mariana de la que me enamoré. No
sé lo que pasó mientras yo no estaba o qué ha hecho él para que actúes de esta
manera, pero no me gusta. —Pablo sale hecho una furia de la casa, cerrándome la
puerta no solo a mí, sino a nuestra conversación.
***
Después de que Pablo llega a casa del trabajo,
nos dirigimos al campo. Peter se va esta noche después del partido, por lo que
esta es la última vez que él y Noah se verán por un tiempo. Peter le compró un
iPhone y pensándolo había sido astuto cuando me entregó un cheque por una
cantidad obscena de dinero. Me dijo que lo conservara, si no lo necesitaba, que
lo utilizan para tiempos difíciles o que lo gastara en Noah como yo quisiera.
El estado de ánimo de Pablo no mejoró una vez
que vio a Peter en el campo. Noah corrió hacia él y se lanzó a sus brazos.
Escuché a Pablo murmurar algo ininteligible. No le hice caso. No fui a hablar
con Peter, pero Rufina sí. Se quedaron juntos, ella sobre sus hombros, y
observaron a Noah jugar.
Cuando todo terminó, Noah dejó el campo y se
dirigió directamente hacia Peter, enfureciendo a Pablo. Quiero que Pablo sea
más comprensivo. Entiendo por qué no lo es, pero lo hecho, hecho está. No hay
vuelta atrás. El padre de Noah se va y no regresará quién sabe por cuánto
tiempo. Pablo podría al menos darle la oportunidad de despedirse.
—Noah, vámonos —resopla Pablo mientras lanza el
equipo en la parte trasera de su
camioneta. Peter niega con la cabeza y se dirige hacia nosotros, con Noah justo
a su lado. No puedo creer lo mucho que se parecen.
—Así que, regresaré el próximo mes por una
semana. Tan pronto como sepa cual semana será llamaré y te haré saber, ¿de
acuerdo? —Asiento con la cabeza, incapaz de encontrar mi voz. No quiero que
esta reunión termine.
—Pórtate bien, ¿de acuerdo? Y escucha a Pablo
tal como lo hablamos. —Él se inclina y abraza a su hijo. El hijo que acaba de
conocer y que ahora está dejando.
—Adiós, papá —dice Noah antes de salir corriendo
hacia la camioneta. La mirada en el rostro de Peter debe coincidir con la mía.
—No te preocupes, La —me susurra. Él pone un
beso en mi mejilla antes de alejarse caminando.
—Cuida de mi familia, Pablo —dice Peter mientras
se coloca su casco amortiguando la diatriba de Pablo.
Veo la motocicleta de Peter mientras vuela por
el camino. Cuando mis ojos se encuentran con los de Pablo, él me está
fulminando con la mirada.
Sacude la cabeza, golpeando su camioneta en el
proceso.
Creo que acabo de perder a mi prometido.
CONTINUARÁ...
Massssss :)
ResponderEliminarPablo esta como q muy en tarado
ResponderEliminar+++++
@x_ferreyra7
Que se valla pablo y no vuelva jajaja
ResponderEliminarMaaassss
ResponderEliminarLali no está haciendo bien las cosas con Pablo ,él siempre estuvo para ella y Noah ,y se merece sinceridad.
ResponderEliminar