LALI
P
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aso otra noche en el sofá, pero esta vez no duermo.
Me quedo mirando al suelo, mis manos, la imagen de la ventana que Pablo instaló
hace unos años —cualquier cosa para mantener mi mente alejada del completo
desastre en lo que mi vida se había convertido y al hombre arriba en mi
habitación inconsciente durmiendo su borrachera.
Cuando Peter me envió un mensaje anoche, quería
llorar. No solo por mí, sino también por Pablo. A través de todo lo que había
pasado, todo lo que yo había hecho mal nadie se había detenido a considerar sus
sentimientos. Debí ponerlo primero. Él ha sido el que ha estado ahí desde el
primer día, incluso antes de que empezáramos a salir él estuvo allí para Noah.
Y ahora está sufriendo debido a mí incapacidad
para superar a Liam. Nunca pensé que Peter regresaría.
Pero él está aquí y me hace sentir cosas que no
he sentido desde que dejé de pensar acerca de él. Quizá nunca verdaderamente
deje de hacerlo. Quizá solo enmascare mis sentimientos. Amo a Pablo, pero no de
la misma manera que amo a Peter. Peter fue mi primer todo, pero eso no es
suficiente para renunciar a Pablo.
Cuando el café estuvo listo. Serví una taza y la
coloqué en una bandeja con una tostada y tocineta. Él pocas veces está así,
entonces no sé cómo maneja sus resacas, especialmente cuando tenemos que
sentarnos con sus padres en unas horas.
Subo las escaleras cuidadosamente, empujo la
puerta de nuestra habitación con mi pie. Él se encuentra acostado sobre su
espalda, sus brazos extendidos. De haber estado yo en la cama me habría
golpeado en el rostro.
De pie allí, lo estudio, su cabello rubio
desordenado. La colcha está sobre el suelo al pie de la cama, una sábana lo
cubre de la cintura para abajo. Observo mientras su pecho definido se mueve
arriba y abajo con su respiración. Estoy aliviada de que no haya vomitado en
medio de la noche.
Coloco la bandeja en la mesita de noche, camino
hacia la ventana y la abro para que entre aire fresco. Trepo hasta la cama
cerca de él y no puedo evitar estirarme y tocarlo. Paso mis dedos por su pecho,
trazando sus músculos. Se estremece un poco y aleja mi mano. Trato de reprimir
una risa, pero sé que puede escucharme.
De repente, su brazo se envuelve alrededor de mi
cintura y me empuja a través de su pecho, su otro brazo descansando en mi
espalda. Él está despierto. Me sostiene mientras me acurruco más cerca.
—¿Cómo te sientes?
—Como si fuera a morir — responde con voz ronca.
Tiene que toser un par de veces para aclarar su garganta.
—Tuviste una noche difícil.
Él no dice nada. Nos rueda para que estemos
frente a frente. Sube el dobladillo de mi camisa como si fuera a perderse si no
me sostiene.
—Bebí mucho anoche y tengo el sentimiento de que
hice algo estúpido.
Asiento, no queriendo avergonzarlo. Él ya ha
hecho bastante de sí mismo. Muevo su cabello lejos de su rostro, un rostro del
que me enamoré hace años.
—Te hice algo para desayunar.
—¿Vas a decirme que hice?
Me encojo de hombros.
—No sé todo, solo un poco cuando llegue allí.
Supongo que tú y Peter intercambiaron unas palabras porque él me escribió que
estabas borracho y me dijo que te buscara.
Pablo cerró sus ojos y hundió su cabeza en mi
pecho. Me empuja más cerca, necesitando la misma reconfirmación que yo, de que
todo estará bien. —Estoy intentándolo Lali. De verdad lo estoy. No sé qué me
pasó anoche. Caminé hacia Agustín y todos estaban volviéndose locos por él y
todo lo que podía pensar es como estoy perdiendo todo por este tipo que no lo merece.
Empecé a beber y sé que le dije algo, pero no puedo recordarlo.
—No me voy a ningún lado, Pablo.
Después de desayunar, se ducha mientras Noah y
yo lo esperamos a que baje. Estoy segura de que Peter no dirá nada sobre la
pelea, especialmente enfrente de Noah, así que le digo a Pablo que no
necesitamos mencionarlo más.
Está vestido con unos pantalones grises oscuros
y una camisa blanca, su corbata colgando sin hacer cuando baja por las
escaleras. Me encuentro con él al final de la escalera y la ato por él. Me
empuja en un profundo abrazo hasta que Noah empieza a exclamarnos —Solo espera
hasta que tengas tú novia —dice Pablo mientras me ayuda a ponerme mi abrigo.
—¡De ninguna manera! Las chicas tienen piojos y
no entienden el fútbol.
—Pablo sostiene su mano en alto para chocar los
cinco. Y pongo los ojos en blanco. Mis chicos son incorregibles.
La cena de acción de gracias en casa de los
padres de Pablo siempre es interesante. Mis padres se nos unen y es una gran
festividad. Navidad es un evento mucho más pequeño. Mientras todos estamos
sentados alrededor de la mesa, sosteniéndonos las manos por una oración, estoy
agradecida de que mi familia está completa, al menos por hoy.
Después de la cena los hombres tienen la tarea
de limpieza mientras las mujeres charlan sobre los anuncios del Viernes Negro
para la excursión de compras mañana. No tengo ni idea de qué comprar para Noah
y Pablo para navidad y estoy esperando ver algo que llame mi atención.
Pablo y yo hemos esquivado la charla sobre el
matrimonio, incluso aunque hemos hablado sobre establecer una fecha después de
las fiestas. Queremos pasar navidad sin la presión de las personas preguntando
dónde nos vamos a casar.
Noah, Pablo, y los otros hombres se dirigen
afuera para jugar fútbol. El clima está cambiando y sé que pronto nevará. Noah
tiene un juego más antes de que la temporada haya terminado y Peter prometió
estar allí.
Peter. No sé qué hacer con respecto a él. A veces
deseo que él no hubiese regresado o hubiera visto a Noah ese día. Creo que las
cosas serían mucho más fáciles, pero entonces Noah no habría conocido a su
papá. Y creo que todo niño debería conocer a ambos padres y darles la
oportunidad. Alai y Rufina apenas tendrán recuerdos de Nicolás cuando sean
mayores. No quiero eso para Noah.
Los chichos regresan, con las mejillas
sonrosadas y sucios. Pablo me besa, deslizando sus manos frías abajo de mi
abrigo. Lo aparto, pero me sostiene fuerte.
—Te amo —dice él contra mis labios.
—También, te amo.
Él coloca mi cabello detrás de mí oreja.
—Quiero ir a donde Eugenia.
—¿Por qué? —pregunto. Peter está allí y no los
quiero peleando, especialmente enfrente de Noah.
—Necesito pedirle disculpas a Peter. No quiero
que lo de anoche pese sobre nuestras cabezas y creo que a Noah le gustaría
verlo. Quizá podamos detenernos en casa y él puede empacar un bolso y quedarse
con Peter esta noche. Darnos un poco de tiempo a solas.
—Me gustaría eso —digo antes de plantar mis
labios sobre los de él.
Noah está más que feliz de quedarse con Peter
esta noche. Cuando nos estamos estacionando en la entrada de Eugenia, Noah está
fuera del auto antes de que Pablo haya terminado de acomodarse en el espacio. Pablo
y yo caminamos de la mano hasta la casa de Eugenia. Noah ya está sentado con
Peter, tratando de empujar lejos a Rufina. Eugenia está en la silla con Alai.
Por un breve momento miro hacia Peter, tan cómodo en la casa de Eugenia y me pregunto
si pudiera estar pasando algo entre ellos.
Ha sido ella la que lo ha hecho sentir
bienvenido, abriéndole su casa, invitándolo para acción de gracias y ahora está
acostado sobre el suelo, Rufina descansando sobre su estómago, como si fuera
dueño del lugar.
Él se sienta cuando me ve observándolo, Pablo
detrás de mí. Sé que estoy imaginando cosas, pero no puedo evitarlo. Mi mente
está enloqueciendo con imágenes de ellos juntos. Eugenia cierra su libro y
mueve a una dormida Alai para poder pararse y recibirnos.
—¿Qué ocurre? —dice ella, bostezando.
—Pensamos que a Peter le gustaría ver a Noah
—digo, mirando a Peter—. Pero si están ocupados…
—No creo que ver TV constituya estar ocupados, Lali.
Me alegra que Noah este aquí —me dice Peter. La manera en que me está mirando
dice que sabe lo que estoy pensando. Hemos pasado por el camino de los celos
antes y acaba de crecer unos muy feos sobre mi cabeza otra vez.
—Siéntanse como es su casa. Haré un poco de
café. —Peter se pone de pie y ayuda a Eugenia con Alai. Mis ojos lo siguen por
el pasillo mientras la lleva a su cama. Aparentemente también las pone en su
cama.
—Lanzani —dice Pablo cuando Peter camina de
regreso a la sala—. Vayamos afuera para hablar. —Peter no dice nada solo
asiente y camina afuera por la puerta que guía a la entrada. Pablo me besa en
la mejilla y promete ser bueno.
—Sé que quieres escuchar —dice Eugenia cuando me
extiende una taza de café. Me hace señas para que la siga a la cocina.
—¿A dónde van? —pregunta Noah antes de que yo
deje la habitación.
—Solo a hablar. —Y me giro de regreso a Eugenia.
—¿Qué está pasando contigo? —pregunta ella
tomando un trago de su taza.
—Nada, solo me tomó desprevenida por cuan
natural lucía todo cuando entré, eso es todo. Supongo que no esperé que
siguieras adelante tan pronto.
Eugenia escupe café de su boca, arruinando su
camisa blanca.
—¿Estás bromeando, Lali? Crees que Peter y yo…
oh, Dios ni siquiera puedo decirlo. Acabo de enterrar a mi esposo. No tengo
intención de buscar algo con nadie. Peter está aquí porque no quería que
estuviera solo en acción de gracias y Rufina quería a alguien para ver el
fútbol.
—Solo pensé…
—Pensaste mal. Él solo estuvo de acuerdo porque
le daba a Noah un lugar para venir hasta que pueda comprar una casa. —Eugenia
se movió hasta el fregadero para limpiarse—. En caso de que no lo sepas, ese
hombre todavía está loco por ti.
—Sé que lo está —murmuré. Soy tan estúpida por
pensar que Eugenia empezaría algo con él.
Eugenia limpia sus manos en la toalla y se
inclina contra la encimera.
—¿Qué demonios estás haciendo Lali?
Miro a Eugenia y de regreso a la puerta antes de
mirarla otra vez.
Lágrimas llenan mis ojos. Escondo mi rostro y me
dejo caer en sus brazos.
CONTINUARÁ...
Massssss
ResponderEliminarQue tonta lali en pensar eso ... Bueno yo igual pensaría lo mismo pero .. Bueno igual q tonta jajaja
ResponderEliminar++++++
@x_ferreyra7
Que vueltera Lali, que se desida u.u
ResponderEliminarBesos.
maaaaassssss
ResponderEliminarSi es Pablo ,es una forma muy fea d enfrentar la realidad.
ResponderEliminarLali debería definirse.