miércoles, 13 de mayo de 2015

Capítulo 22

LALI

C
on Halloween a un lado y la cuenta regresiva para el regreso de Peter avecinándose, Pablo está al borde. No ha cambiado mucho desde que Peter se fue la última vez y no es que no lo he intentado. Él está tenso y estresado. Dice que es el trabajo, pero sé que soy yo. Son mis acciones y mi falta de respeto por sus sentimientos. He puesto una tensión innecesaria en nuestra relación y no he sido justa con él.

Me he lanzado de cabeza al trabajo, tanto como puedo de todos modos. He decidido ampliar y he alquilado el edificio adyacente para más vidrieras en la fachada. Tengo pensado añadir una cafetería y brindar música en vivo. Cuando le mostré a Pablo mi plan de negocio, pensé que estaría feliz. Estaba equivocada. Me acusó de proporcionarle a Peter un lugar para tocar cuando quisiera. Cuando amablemente le recordé que Peter Page no me necesitaba para nada, él se mofó y abandonó la mesa.

Éramos socios hasta que arruiné todo. Ahora tengo que arreglarlo y no sé cómo. Todo el mundo dice que golpeas un bache en la vida, pero esto es más como un raspón que no va a desaparecer y lo necesito porque extraño a Pablo y odio que esté sufriendo por mi culpa.

Cuando Candela llega, el contratista viene detrás de ella, mirándole fijamente el trasero. Algunos hombres son tan vulgares. Ella viene de detrás del mostrador y deja caer su bolso en el armario antes de volver su atención a él. Ella cree que es un cliente y él podría serlo a partir de hoy. Tal vez pueda sobornarla para salir con él, mientras que la construcción está en marcha, así puedo conseguir una buena oferta.

No solo me acabo de convertir en una prometida de mierda sino en una amiga igual de mala. Necesito ayuda.

—Hola, Harry —digo por encima de Candela.

—Hola, Lali —responde mientras mira a Candela. Chasqueo los dedos para llamar su atención. Le toma una eternidad a sus ojos para finalmente encontrarse con los míos. Genial, ahora él estará distraído por Candela todo el tiempo que esté aquí.

—Vamos a hablar sobre mis planes al lado —digo agarrando las llaves y caminando alrededor del mostrador. Tiro de la manga de su camisa para que me siga y no lo suelto hasta que estamos a salvo afuera. Lo golpeo en el brazo—. ¿Qué demonios, Harry?

—Ella es hermosa.

—Sí, bueno, ella está fuera de límites. Estás aquí para trabajar y ella no sale en citas, así que no te hagas ilusiones. —Abro la puerta del edificio adyacente. Harry me sigue adentro. Me gusta su trabajo. Él renovó la tienda de flores para mí. Sé que puedo confiar en él.

—Estaba pensando en abrir la pared aquí —señalo a la pared contigua—. Y que la pared del fondo sea refrigeradores o poner una cámara frigorífica más grande justo en esa esquina. Este lado de la habitación —digo caminando al otro lado—, tiene acceso a un patio trasero así que me gustaría ser capaz de tener un invernadero. Y en el rincón junto a la segunda ventana me gustaría poner un escenario para actuar. El mostrador irá justo allí. —Señalo la pared opuesta.

Harry comienza a tomar notas y empieza a medir las paredes. Golpea las paredes y escribe notas donde estaba golpeando.

—Puedo comenzar mañana si estás lista.

—Estoy lista —contesto rápidamente. Estoy ansiosa por comenzar y darle un nuevo aspecto a mi negocio.

—¿Vas a querer un nuevo letrero en el frente?

Asiento.

—Sí, eso creo. Ordenaré todo el equipamiento y ¿tú puedes hacerte cargo de lo demás?

—Ajá —dice mientras escribe en su cuaderno de notas—. Voy a tener que contratar a alguien para el sistema de sonido.

—Eso está bien, Harry. Confío en ti. —Dejo a Harry para que termine su evaluación y me dirijo de nuevo a la tienda. Será agradable una vez que se quite la pared. Sé que mi idea es grande, pero tengo una visión y tengo la intención de asegurarme de conseguirla.

—¿Quién era ese? —pregunta Candela tan pronto como entro por la puerta. No puedo decir por su expresión si estaba feliz o disgustada de que él la mirara boquiabierto.

—Ese era Harry. Él es el contratista que trabaja en la ampliación. Le dije que estabas fuera de los límites.

—Bueno, gracias. Quiero decir que sé que he estado aquí durante tres años, pero simplemente no soy lista. —Ella ata el ramo en el que está trabajando y lo envuelve en papel púrpura y dorado. Me encanta que les demos a los clientes la opción de papel de diferentes colores. La mayoría de floristerías solo ofrecen verde o papel periódico. Me gusta añadirle carácter a mis flores.

—Te traje algo que llegó a mi e-mail esta mañana —dice Candela señalando hacia el mostrador. Recojo el pedazo de papel, leyendo el título y mirándola.

—¿Qué es esto?

—Cuando empecé aquí me inscribí en estas listas de correo acerca de ser una florista. No quería que pensaras que nunca podrías tomarte un día libre, así que necesitaba aprender. De todos modos, llegó hoy y pensé que podría interesarte.

Apoyándome sobre el mostrador leí sobre la convención. La oportunidad de tomar clases, talleres y asistir a una feria en un solo lugar conveniente dice.

Nunca antes he asistido a una, pero con la ampliación tal vez es hora de empezar expandir mi base de conocimientos.

—Debería hacer esto.

—Sí deberías —responde ella. Cuando la miro, está sonriendo de oreja a oreja.

—¿Qué?

—Es en Los Ángeles y es la próxima semana.

Vuelvo a mirar el papel, y efectivamente, lo es. Mi corazón late un poco más rápido ante la idea de ver a Peter. ¿Y si lo veo caminando por la calle? ¿Si él me viese me abrazaría o me ignoraría? Estoy siendo tonta. Es un lugar enorme.

Nunca me encontraría con él.

—Deberías ir —dice poniendo su mano en mi brazo—. Tú y Pablo necesitan un descanso. Tal vez unos días separados les hará bien.

—Candela …

Ella levanta la mano, deteniéndome. Sacude ligeramente la cabeza.

—No lo hagas, Lali. No estoy diciendo que vayas allí y engañes a Pablo. Estoy diciendo que vayas y trabajes y si te encuentras con el padre de tu hijo para cenar o tomar un café para discutir las próximas vacaciones, entonces que así sea. Solo no te niegues esta oportunidad.

Candela me da la espalda y termina sus órdenes. Me quedo ahí, con la cadera contra el mostrador, leyendo las palabras borrosas una y otra vez. Todo en lo que puedo pensar es ver a Peter, pero sé que al hacerlo heriré a Pablo y me niego a lastimarlo más de lo que ya lo he hecho.

***

Me siento en la oscuridad, todavía aferrando el folleto. Candela hace rato que se fue, con la sonrisa comemierda todavía pegada en su rostro cuando cerró la puerta detrás de ella. Quería preguntarle por qué me daría esto a mí, pero no pude pronunciar las palabras.

Mi pulgar se cierne sobre el nombre de Peter. No estoy segura de si debo llamarlo.

¿Y si él dice que no es una buena idea o me dice que vaya pero que está ocupado?

¿Puedo aceptar el rechazo?

Salto cuando una bocina resuena. Mi pulgar accidentalmente pulsa el botón de llamada, y su rostro y el de Noah iluminan mi pantalla. Es una foto que tomé cuando ninguno de ellos sabía que estaba en la habitación.

Mi mano tiembla cuando llevo el teléfono a mi oído. Escucho a través de los repiques y espero que él no responda.

—Hola. —Él no suena sin aliento o apurado cuando contesta, solo calmado y muy Peter.

—No tenía la intención de llamar —digo apenas audible.

—Me alegra que lo hicieras. Me gusta escuchar tu voz.

—No deberías decirme esas cosas.

Se ríe.

—Bueno, si esperas que mienta o mantenga mis emociones bajo  control, eso no va a suceder. Entonces, ¿a qué debo el placer de tu llamada? Estoy muy feliz de escuchar tu voz.
—Dios, ¿tienes tanta labia con todas tus mujeres?

—No hay mujeres, Lali. Lo prometo. Entonces, ¿qué pasa?

—Estoy pensando ir a Los Ángeles para una feria comercial y quería saber si querías tomar un café.

Peter se queda en silencio por un momento. Puedo oír su respiración, así que sé que no me colgó.

—¿Vas a traer a Noah?

—No, esto es la próxima semana y tiene un viaje de campamento con  los Boy Scout. Seré solo yo. Quiero decir si estás ocupado y no tienes tiempo, lo entiendo. Sé que es con poca anticipación y es probable que tengas un montón de fiestas y lo que sea para…

—¡Lali!

—¿Qué?

—Cierra la boca durante un minuto, Cristo. Quiero verte, La. Voy a hacer el tiempo. ¿Dónde te vas a quedar?

Despliego el folleto y lo miro.

Le digo dónde y él empieza a reírse.

—¿Qué es tan gracioso?

—Nada, es solo que yo vivo en el piso de arriba.

Voy a pasar el fin de semana en el hotel de Peter.


Creo que estoy en problemas.


CONTINUARÁ...

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