martes, 27 de enero de 2015

Capítulo 6

CAPÍTULO 6

VIVO O MUERTO

PETER

La puerta de la limosina se cerró de golpe detrás de mí. —Oh, mierda. Lo siento. Estoy nervioso.

El conductor ondeó su mano despreocupadamente. —No hay problema. Veintidós dólares, por favor. Luego regresaré con la limo.

La limosina era nueva. Blanca. A Lali le gustaría. Le tendí un billete de treinta. —Entonces estará de vuelta en hora y media, ¿cierto?

—¡Sí, señor! ¡Nunca llego tarde!

Se alejó y me giré. La capilla se encontraba iluminada, brillando contra el cielo matutino. Era más o menos media hora antes del amanecer. Sonreí. A Lali le encantará.

La puerta delantera se abrió, y salió una pareja. Eran de mediana edad, pero él vestía un traje formal, y ella un enorme vestido blanco. Una mujer bajita con un traje de vestir rosa pálido los despedía con la mano, luego me notó.

—¿Peter?

—Sí —dije, abotonando mi chaqueta.

—¡Podría comerte! ¡Espero que tu novia aprecie lo atractivo que eres!

—Ella es más linda que yo.

La mujer se rió. —Soy Chantilly. Básicamente me encargo de todo por aquí. —Colocó sus puños a su costado, en algún lugar sobre sus caderas. Era tan amplia como lo era de alta, y sus ojos se encontraban casi escondidos debajo de gruesas pestañas postizas—. ¡Vamos, cariño! ¡Pasa! ¡Pasa! —dijo, empujándome hacia adentro.

La recepcionista en el escritorio me ofreció una sonrisa y una pequeña montaña de papeleo. Sí, queremos un DVD. Sí, queremos flores. Sí, queremos a Elvis. Acepté todos los cuadritos adecuados, llené nuestros nombres e información, y luego le devolví los papeles.
—Gracias, señor Lanzani —dijo la recepcionista.

Las manos me sudaban. No podía creer que estuviese aquí.

Chantilly palmeó mi brazo, bueno, más bien mi muñeca, ya que eso era a lo más alto que podía llegar. —Por aquí, cariño. Puedes refrescarte y esperar a tu novia aquí dentro. ¿Cuál era su nombre?

—Uh… Lali… —dije, caminando por las puertas que Chantilly abrió. Miré alrededor, notando el sofá y el espejo rodeado por un millón de enormes bombillos. El papel tapiz era concurrido pero agradable, y todo parecía limpio y tradicional, justo como Lali quería.

—Te avisaré cuando llegue —dijo Chantilly con un guiño—. ¿Necesitas algo? ¿Agua?

—Sí, eso sería genial —respondí, sentándome.

—Ya regreso —canturreó mientras salía de la habitación y cerraba la puerta tras de sí. Podía escucharla tarareando por el pasillo.

Me recosté sobre el sofá, intentando procesar lo que acababa de ocurrir, y preguntándome si Chantilly se había pegado a un enchufe de corriente durante cinco horas, o si naturalmente era así de animada. Aunque simplemente me encontraba sentado, mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. Esta era la razón por la que las personas tenían testigos; para ayudarlos a calmarse antes de la boda.

Por primera vez desde que aterrizamos, desearía que Nicolás y mis hermanos estuviesen aquí. Me estarían molestando sin parar, ayudándome a apartar mi mente del hecho de que mi estómago rogaba por vomitar.

La puerta se abrió. —¡Aquí tienes! ¿Algo más? Luces un poquito nervioso. ¿Comiste algo?

—Nop. No he tenido tiempo.

—¡Oh, no podemos permitir que te desmayes en el altar! Te traeré un poco de queso con galletas, ¿y quizá un poco de fruta?

—Uh, seguro, gracias —dije, aun ligeramente abrumado por el entusiasmo de Chantilly.

Salió, cerró la puerta, y de nuevo me encontré solo. Mi cabeza cayó contra el respaldo del asiento, y mis ojos examinaron los distintos patrones en la textura de la pared. Agradecía cualquier cosa que evitara que bajara la mirada hacia mi reloj.

¿Iba a venir? Cerré los ojos con fuerza, rehusándome a pensar en eso. Me amaba.

Confiaba en ella. Estaría aquí. Maldición, desearía que mis hermanos estuviesen aquí. Iba a perder mi adorada cabeza.






LALI
—Oh, ¿no luces preciosa? —dijo la conductora al deslizarme al asiento trasero del taxi.

—Gracias —dije, sintiéndome aliviada de haber salido del casino—. Capilla Graceland, por favor.

—¿Quieres comenzar el día casada, o qué? —dijo, sonriéndome por el espejo retrovisor. Tenía cabello gris, muy corto, y su espalda cubría todo el asiento, y un poco más por los costados.

—Sólo parecía la manera más rápida en que podíamos hacerlo.

—Son terriblemente jóvenes para estar tan apurados.

—Lo sé —dije, viendo a Las Vegas pasar al otro lado de mi ventana.

Chasqueó su lengua. —Luces bastante nerviosa. Si estás teniendo dudas, sólo házmelo saber. No me molesta devolverme. Está bien, cariño.

—No estoy nerviosa por casarme.

—¿No?

—No, nos amamos. No estoy nerviosa por eso. Sólo quiero que él esté bien.

—¿Crees que está teniendo dudas?

—No —dije, riéndome una vez. Encuentro su mirada en el espejo—. ¿Usted está casada?

—Lo he estado una o dos veces —dijo, guiñándome—. La primera vez me casé en esa misma capilla donde te casarás tú. Pero bueno, ahí también lo hizo Bon Jovi.

—¿Oh, sí?

—¿Conoces a Bon Jovi? ¡Tommy used to work on the docks! —cantó, para mi gran sorpresa.

—¡Síp! He escuchado de él —dije, divertida y agradecida por la distracción.

—Me encanta. ¡Mira! Tengo el CD. —Lo introdujo, y durante el resto del camino escuchamos los éxitos más famosos de Jon. Wanted Dead or Alive, Always, Bed of Roses, y I’ll Be There for You que justo terminaba cuando nos detuvimos frente a la capilla.

Saqué un billete de cincuenta. —Quédese con el resto. Bon Jovi ayudó.

Me devolvió mi cambio. —Nada de propina, cariño. Me permitiste cantar.

Cerré la puerta y la despedí con mi mano mientras se iba. ¿Ya había llegado Peter? Caminé hasta la capilla y abrí la puerta. Una mujer mayor con un peinado enorme y demasiado brillo labial me recibió. —¿Lali?

—Sí —dije, jugueteando nerviosa con mi vestido.

—Estás bellísima. Mi nombre es Chantilly, y yo seré una de tus testigos. Déjame tomar tus cosas. Las guardaré, y estarán a salvo hasta que termines.

—Gracias —dije, viéndola alejarse con mi cartera. Algo echaba chispas cuando ella caminaba, aunque no se me ocurría realmente qué podía ser—. ¡Oh, espere! El… —dije, mirándome mientras caminaba de vuelta hacia mí con el bolso—. El anillo de Peter está allí dentro. Lo siento.

Sus ojos casi se cerraban por completo cuando sonreía, haciendo que sus pestañas postizas se notaran aún más. —Está bien, cariño. Sólo respira.

—No me acuerdo cómo —dije, deslizando su anillo en mi pulgar.

—Ven —dijo, estirando la mano—. Dame tu anillo y el suyo. Yo se los daré a ambos cuando sea el momento. Elvis estará aquí en un segundo para llevarte al altar.

La miré con la boca abierta. —Elvis.

—¿El Rey? ¿No lo conoces?

—Sí, sé quién es Elvis, pero… —Arrastré mis palabras mientras me quité el anillo con un pequeño jaloneo y lo coloqué en su palma junto al de Peter.

Chantilly sonrió. —Puedes usar esta habitación para refrescarte. Peter está esperando, así que Elvis vendrá a tocar tu puerta en cualquier momento. ¡Nos vemos al otro extremo del altar!

Me miró al cerrar la puerta. Me di la vuelta, asustándome con mi propio reflejo en el enorme espejo detrás de mí. Se encontraba rodeado por unas luces grandes y redondas como esas que una actriz utilizaría en un show de Broadway.

Me senté en el tocador, observándome en el espejo. ¿Eso es lo que era? ¿Una actriz?

Él me esperaba. Peter se encontraba al otro lado del altar, esperándome para que lo acompañara y así pudiésemos comprometer el resto de nuestra vida el
uno al otro.

¿Qué si mi plan no funcionaba? ¿Qué si va a prisión y todo esto fue inútil? ¿Qué si no le hacen absolutamente nada, y todo esto fue por nada? Ya no tendría la excusa de que me había casado porque lo salvaba, antes de siquiera tener la edad legal para beber alcohol. ¿Si lo amaba en verdad necesitaba una excusa? ¿Por qué se casaban las personas? ¿Por amor? De eso teníamos en cantidad. Al principio me
sentía muy segura. Solía sentirme segura de muchas cosas. Ahora no me sentía así.

No me sentía segura de nada.

Pensé en la expresión en el rostro de Peter si se enteraba de la verdad, y luego pensé en lo que dejarlo plantado causaría en él. Nunca querría que sufriera y lo necesitaba como si fuese una parte de mí. De esas dos cosas si me encontraba bastante segura.

Dos toques en la puerta casi me provocaron un ataque de pánico. Me giré, apretando la base de la silla. Era de hierro blanco, con remolinos y curvas que formaban un corazón en el medio.

—¿Señorita? —dijo Elvis en una profunda voz sureña—. Es hora.

—Oh —dije bajito. No sé por qué, ya que no podía escucharme.

—¿Lali? Tu pedazo enorme de intenso amor te está esperando.

Rodé los ojos. —Sólo… necesito un minuto.

El otro lado de la puerta se mantuvo en silencio. —¿Todo bien?

—Sí —dije—. Sólo un minuto, por favor.

Luego de unos minutos, la puerta volvió a sonar. —¿Lali? —Era Chantilly—. ¿Puedo pasar, cariño?

—No. Lo lamento, pero no. Estaré bien. Sólo necesito un poco más de tiempo, y estaré lista.

Luego de otros cinco minutos, tres toques en la puerta causaron que gotas de sudor se formaran en mi nuca. Estos toques me eran conocidos. Más fuertes. Más confiados.


—¿Pidge?



CONTINUARÁ... Hoy os dejo dos caps porque últimamente no subo muy seguido :) Gracias por leer y comentar; y bienvenida a la nueva lectora!! :D

1 comentario:

  1. gracias por subir otro cap .. muy buena novela .. masssssssss

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