PETER
P
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or primera vez en años estaré sentado en una
comida de Acción de Gracias. Cuando Eugenia llamó y extendió la invitación la
acepté inmediatamente. Sabía que pasar el fin de semana con Lali y Noah estaba
completamente fuera de discusión. Luego de que estuvo aquí para la feria, las
cosas entre nosotros se tornaron tensas y eso, una vez más, fue mi culpa.
Me di cuenta que había jodido las cosas con ella
y probablemente para ella.
Llegar a Beaumont es mejor esta vez. Me voy a
quedar en la casa de Eugenia en vez de un hotel y estoy agradecido por eso.
Seré capaz de pasar buenos momentos con Noah en la comodidad de una casa. Él y
yo pasaremos el sábado buscando casas porque el viernes prometí vigilar a las
gemelas para que Eugenia pudiera ir de compras.
Conduzco a través de la ciudad esperando ver un
vistazo de Lali en la tienda. Sé que es una apuesta arriesgada, pero estoy
desesperado. Estoy enamorado de una chica que no puede corresponderme. Tengo
que tomar lo que pueda conseguir. Conduzco dos veces, ambas en vano.
Deteniéndome en el camino de la entrada, en la
casa de Eugenia, Rufina se para y me ondea una mano desde la parte trasera de
la camioneta. Cuando salgo de mi rentado, ella está saltando arriba y abajo
gritando mi nombre.
—Hola, señorita Rufina. —Abro el maletero y saco
las maletas. Empaqué ropas extra esta vez solo en caso de que decida quedarme
más de una semana. La última vez que estuve aquí por casi dos semanas terminé comprando
más ropa. También recogí el bolso contenedor Apple de la laptop que compré para
las chicas. Quiero ser capaz de hacer video-llamadas con Rufina y mirar fútbol
con ella para que no esté sola los domingos.
—¿Qué hay en el bolso, tío Peter? —Me detengo en
seco cuando me llama tío. Esto era algo de lo que Nicolás y yo bromeamos muchas
veces cuando habíamos hablado de nuestras vidas y la dirección a la que se estaban
dirigiendo.
—Oh, nada importante solo regalos para ti, Alai
y tu mamá. —La emoción en su cara vale la pena que le traiga regalos. No estoy
seguro de cómo va a reaccionar Eugenia a ellos o si incluso los aceptará.
Rufina me guía a la casa. El olor a pastel de
calabaza hace que mi estómago gruña. Eugenia está en la cocina con un delantal
atado alrededor de su cintura, como Elle. Eugenia se acerca para recibirme. La
beso en la mejilla a la vez que me abraza.
—Gracias por invitarme.
—Bueno, Rufina necesitaba a alguien con quien
mirar el fútbol mañana.
—Miro a Rufina que se encoge de hombros. Alai
está sosteniendo la mano de su hermana esperando con impaciencia los regalos
que traje—. Rufina te mostrará tu cuarto.
Sigo a Rufina abajo.
—¿Recuerdas la TV?
—Claro —contesto. Doblamos la esquina en la
habitación de Nicolás y veo por qué me ha traído aquí. Tiene un agujero enorme
en el centro—. ¿Qué sucedió?
—Alai se volvió loca y lanzó el balón de fútbol
de papi hacia él.
No sé qué decir así que solo cierro la boca. He
sido padre por poco más de un mes por lo que no estoy calificado para manejar
este tipo de cosas.
Rufina abre una puerta y entra.
—Esta es la casa del perro. —No puedo evitar
reír porque no solo es aquí donde Nicolás pasaba probablemente mucho tiempo,
sino que está decorado como tal. Tengo que agradecerle a Eugenia por traerme
humor a mi vida. Rufina me deja para que me instale. Le mando un mensaje a Noah
para dejarle saber que estoy en la ciudad y en la casa de Eugenia, y que nos
veremos el viernes. Quería verlo esta noche o mañana, pero Lali fue insistente
en que él pasara las vacaciones con ella, Pablo y sus familias. Realmente no
podía discutir con ella, así que acepté lo que ella dijo y lo dejé pasar.
Llevo mi bolsa de golosinas conmigo cuando llego
arriba. Eugenia está sentada en la mesa, sus dedos frotando sus sienes. Puedo
ver una chequera abierta y un montón de facturas. Retiro la silla y me siento
frente a ella y la palmeo con suavidad. Ella intenta sonreír, pero ha estado
llorando.
—¿Dónde andan las chicas?
Recoge los papeles y los empuja a un lado.
—Están mirando una película en sus cuartos.
—¿Quieres hablar de aquello? —Señalo la pila de
facturas. Ella sacude la cabeza, limpiándose las lágrimas de su cara.
—No puedo lograrlo. Tengo que vender la casa.
Sé que estoy pisando los límites, pero no puedo
evitarlo. Agarro la chequera y miro. No hay suficiente para comprar un galón de
leche allí. Agarro la pila de facturas, pero su mano baja sobre la mía.
—Déjame ayudar, Eugenia. Sé que no quieres
limosnas, pero por favor, escucha. Tengo los medios para encargarme de esto.
Por Nicolás.
—No puedo, Peter.
—Tampoco puedes vender la casa. Este es el hogar
que tus niñas compartieron con su papá, tiene recuerdos. —Extiendo mi mano y
tiro de su mano en la mía—. Quiero hacer esto por las niñas. Por favor, déjame
arreglar todo esto.
Ella aparta su mano para cubrirse la cara
mientras solloza. Asiente, dándome su consentimiento para encargarme de sus
facturas. Planeo hacer mucho más.
Intento convencer a Eugenia de que necesita
salir una noche, pero se niega y me empuja por la puerta. Quiero que venga
conmigo a lo de Agustín. Le dije a Agus que haría algunos conciertos para él si
cobraba una cobertura.
Quiero que él saque algún beneficio de mí. Es lo
menos que podía hacer.
Llego temprano, la puerta abierta por un bloque
de cemento. Entro para verlo instalando el escenario y me acerco para darle una
mano.
—Hola, llegas temprano.
—Sí, quería hablar contigo de algo antes de ir esta
noche. —Conecto los enchufes eléctricos para el amplificador y el micrófono,
asegurándome que estarán fuera de mi camino.
—¿Qué pasa?
—Me gustaría hacer un show a beneficio para Eugenia
Riera y las niñas. Traeré a mi banda y haré que mi manager se encargue.
Tocaremos gratis, pero todos los honorarios de la puerta tienen que ir para Eugenia.
Agustín se frota la barbilla, sus dedos yendo
hacia atrás y adelante.
—¡Absolutamente! —dice con mucho entusiasmo—.
Diablos, esta noche todos los cargos de la puerta serán para ellos. Haré que mi
mujer haga algunos carteles.
—Gracias, Agustín. —Le doy palmaditas en la
espalda antes de que deje el escenario. Vuelvo a mi coche y consigo el teclado
y la guitarra. Le dije a Agustín que haríamos el show esta noche. En cuanto mi
equipo está instalado ejecuto una rápida revisión de sonido. No voy a estar
preocupado por la calidad del micrófono, pero quiero escuchar cómo es la
acústica en este lugar con el amplificador.
Las mujeres deambulan alrededor del escenario, algunas
vestidas con las faldas más cortas. Antes de regresar a Beaumont por Nicolás,
habría tomado a una de ellas en la parte posterior para una rápida follada,
pero ahora no, ni una sola de ellas me atrae. De hecho, la manera en que están
vestidas solo muestra lo fáciles que son.
Cuando las luces se atenúan, empiezo mi
actuación. Voy a hacer doce canciones esta noche, quizás un bis. No lo he
decidido aún. Empiezo con Unforgettable. Este será nuestro segundo sencillo. María me
matará si descubre que lo he tocado, pero no me importa realmente.
Entre canciones tomo algunas de las peticiones
de las fanáticas en el frente. Piden algunos de mis éxitos anteriores, pero la
mayoría de las canciones que voy a tocar esta noche son de nuestro álbum más
reciente.
—Bien, tengo tiempo para un pedido más —le digo
a la multitud.
—Tengo un pedido —grita una voz masculina desde
el frente de la barra.
Busco a la persona para que se acerque, pero
nadie se está moviendo.
—¡Tengo un pedido, dije!
—Bien, vamos a escucharlo —contesto, todavía
esperando que el hombre se muestre.
—Mi primer pedido es que dejes a mi maldita
prometida en paz. Mi segundo pedido es que dejes Beaumont y nunca regreses. Y
mi tercer pedido de la noche es que le digas a tu hijo lo maldito perdedor que
eres para que cuando te vayas no me odie por llevarte fuera de la ciudad.
Las personas borrachas apestan.
Pablo finalmente se encuentra a la vista, se
está balanceando de un lado hacia otro. Tiene un amigo en cada lado intentando
conseguir que se siente.
Todos en el bar están en silencio, la mitad
mirándome, la otra mitad mirándolo.
Rasgueo mi guitarra para llamar la atención de
la multitud.
—¿Puedes responderme, Lanzani?
—No, Martínez. Este no es el momento ni el
lugar.
—Vayamos afuera, estrella.
Sacudo la cabeza y remuevo mi guitarra.
—Lo lamento gente, el show ha terminado. Pero no
olviden el concierto beneficio que estaremos dando.
Empaco mi guitarra y el teclado mientras Agustín
se disculpa en mi oído por Pablo. Le digo que no se preocupe por Pablo, que
está borracho. Busco en torno al bar por él, pero se ha ido por lo que decido
llamarlo una noche.
Cuando salgo él se encuentra apoyado contra un
camión. No estoy de humor para hablar con él así. Pongo mis pertenencias en el
asiento trasero y me doy la vuelta para enfrentarlo. Está caminando hacia mí,
incapaz de caminar en línea recta.
—¿Dónde están tus amigos?
—No los necesito para patearte el trasero, Lanzani.
—No voy a pelear contigo —digo mientras me alejo
de mi coche.
—Bueno, yo quiero pelear contigo. Tengo que
pelear por mi familia. Desde que tú apareciste, todo es Peter esto, Peter
aquello. Mi papá esto, mi papá aquello. Yo soy su maldito padre, no tú. Yo lo
crié. Yo le limpié la piel de las rodillas y le enseñé a jugar futbol mientras
tú estabas revolcándote con la mitad de la población femenina.
»Y la que pronto será mi esposa… Dios, qué perra
ha sido, todo porque tú…
—No la llames perra, Pablo. Estás borracho y vas a lamentarlo.
—Saqué mi teléfono y le mandé un mensaje a Lali diciéndole que tiene que venir
por él antes de que algo malo pase.
—La dejaste. Yo recogí los pedazos. Esperé
pacientemente para que ella mirara en mi dirección y cuando finalmente lo hizo,
estuve tan contento. Pero no, tuviste que volver y arruinarlo para nosotros.
Ella me ama, no a ti así que por qué no empacas tu mierda y te vas. Haznos a
todos un favor y sal de aquí. Quiero a mi familia de regreso y tú te encuentras
en el camino.
—Es mi hijo, Pablo. No lo abandoné. Se merece
conocerme.
Pablo sacude la cabeza y se recuesta contra mi
coche, su cabeza colgando. Si no lo conociera mejor pensaría que está llorando.
Entiendo de dónde viene él, pero no existe manera de que renuncie a Noah. Lali,
sí, esperaré por ella, pero Noah es mío y tengo la intención de quedarme por
él. Lali se detiene, las brillantes luces del coche brillan contra Pablo. Él
alza la mirada y se protege los ojos. Me quedo, en el mismo lugar que estaba cuando
empezó a acometer hacia mí, esperando a que ella saliera del coche.
—Hola nena —dice cuando ve a Lali. Ella me
ofrece una pequeña sonrisa antes de tirar a Pablo a sus brazos—. Te amo, Mariana.
Dime que me amas. Dile a Lanzani que me escoges a mí por sobre él.
—Vamos, Pablo, vamos a casa.
—Dile, Lali. Dile así se irá y nos dejará en
paz. Quiero a mi prometida de vuelta.
—Puede escucharte. No tengo que repetir lo que
está diciendo.
—¿Dormiste con él en Los Ángeles?
—No, Pablo. Ahora ven. Estás borracho y quiero
ir a casa. —Lali tira de Pablo hacia su coche, ayudándolo a entrar. Ella no me
mira antes de entrar en el asiento del conductor o cuando arranca.
Entro en mi coche y cierro la puerta.
Una noche perfecta arruinada.
CONTINUARÁ... ¡Hola! Al fin he decidido dejar programados los caps hasta el treinta, y los seis restantes los haremos como maratón en cuanto pueda!
Pablo es un bóludo
ResponderEliminar++++
@x_ferreyra7
no lo banco mas a pabloooo
ResponderEliminarmaass
Pablo es un idiota y me cae mal ..
ResponderEliminarPobre Pablo ,ve como su perfecta relación se va a pique.
ResponderEliminarLa respuesta a todo solo es d Lali.
Gracias!!!!
++++++++++
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