miércoles, 26 de noviembre de 2014

Capítulo 16 (Parte 1)

NO GRACIAS (Parte 1)


Rayé el frente de mi cuaderno, haciendo cuadrados en los cuadros, conectándolos entre sí para formar rudimentarias cajas 3D. Diez minutos antes de que la clase comenzara el aula aún estaba vacía. La vida estaba en las primeras etapas de lo normal, pero aun así me tomó unos minutos mentalizarme a mí misma el estar cerca de alguien que no fuera Gastón y Eugenia.

―Sólo porque no estemos saliendo, no significa que no puedas usar la pulsera que te compré ―dijo Pablo mientras se deslizaba en la mesa junto a mí.

―He tenido la intención de preguntarte si la quieres de vuelta.

Sonrió, inclinándose para añadir un arco en la parte superior de uno de los cuadros en el papel. ―Fue un regalo, La. Yo no doy regalos con condiciones.

La Dra. Ballard volteó su cabeza mientras tomaba asiento a la cabecera de la clase, hurgando en los papeles sobre su desordenado escritorio. La habitación de repente, era un hervidero de parloteo, haciéndose eco de la gran lluvia salpicando contra las ventanas.

―Me enteré de que Peter y tú rompieron hace un par de semanas. ―Pablo levantó la mano al ver mi expresión de impaciencia―. No es de mi incumbencia. Sólo que parecías tan triste, y quería decirte que lo siento.

―Gracias ―dije, dando vuelta a una nueva página en mi cuaderno.

―Y también quería disculparme por mi comportamiento anterior. Lo que dije fue… cruel. Estaba enojado y arremetí contra ti. No fue justo, y lo siento.

―No estoy interesada en salir, Pablo ―le advertí.

Se rió entre dientes. ―No estoy tratando de sacar ventaja. Seguimos siendo amigos y quiero asegurarme de que estás bien.

―Estoy bien.

― ¿Vas a casa para las vacaciones de Acción de Gracias?

―Me voy a casa con Eugenia. Usualmente paso Acción de Gracias en su casa.
Pablo comenzó a hablar, pero la Dra. Ballard comenzó su conferencia. El tema de Acción de Gracias me hizo pensar en mis planes anteriores para ayudar a Peter con un pavo. Pensé sobre cómo habría sido, y me encontré preguntándome si pedirían una pizza una vez más. Una sensación de abatimiento se apoderó de mí. Al instante la empujé de mi mente, haciendo mi mejor esfuerzo para concentrarme en cada palabra de la Dra. Ballard.

Después de clase, mi rostro enrojeció cuando vi a Peter correr hacia mí desde el estacionamiento. Estaba bien afeitado una vez más, llevaba una sudadera con capucha y su gorra roja de béisbol favorita, agachando la cabeza lejos de la lluvia.

―Nos vemos después de las vacaciones, La, ―dijo Pablo, tocando mi espalda.

Yo esperaba una mirada airada de Peter, pero no parecía darse cuenta de Pablo mientras se acercaba. ―Hey, Pidge.

Me ofreció una sonrisa incómoda, y metió sus manos en el bolsillo delantero de su sudadera. ―Nicolás dijo que vas a ir con él y Euge a Wichita mañana.

― ¿Sí?
― ¿Pasarás todas tus vacaciones donde Eugenia?

Me encogí de hombros, tratando de parecer casual. ―Soy realmente cercana con sus padres.

― ¿Qué pasa con tu mamá?

―Ella es una alcohólica, Peter. No sabe que es Acción de Gracias.  

De repente se sintió nervioso, y mi estómago arrancó con la posibilidad de una segunda ruptura pública. Un trueno retumbó por encima de nosotros y Peter miró hacia arriba, entrecerrando los ojos mientras gruesas gotas caían sobre su rostro.  

―Necesito pedirte un favor ―dijo―. Ven aquí. ―Me arrastró bajo el toldo más cercano y yo accedí, tratando de evitar una nueva escena.

― ¿Qué clase de favor? ―Pregunté, recelosa.

―Mi uh… ―cambió su peso de un pie a otro―. Papá y los chicos todavía te están esperando el jueves.

Peter ―me quejé.
Miró a sus pies. ―Dijiste que ibas a venir.

―Lo sé, pero… es un poco inapropiado ahora, ¿no crees?

No pareció afectarle. ―Dijiste que ibas a venir.

―Todavía estábamos juntos cuando estuve de acuerdo con ir a casa contigo. Tú sabías que no iba a ir.

―Yo no lo sabía, y ya es demasiado tarde, de todos modos. Pepo está volando hacia acá y Tyler dejó el trabajo. Todo el mundo está deseando verte.

Me encogí, girando las hebras de mi pelo húmedo alrededor de mi dedo. ―Ellos iban a venir, de todos modos, ¿no?

―No todo el mundo. No hemos estado todos nosotros ahí para Acción de Gracias en años. Todos hicieron un esfuerzo por estar allí ya que les prometí una comida real. No hemos tenido una mujer en la cocina desde que murió mamá y…

―Eso no es sexista ni nada.


Él inclinó la cabeza. ―Eso no es lo que quise decir, Pidge, vamos. Todos te queremos allí. Eso es todo lo que estoy diciendo.

―No les has dicho sobre nosotros… ¿verdad? ―dije en el tono más acusador que podía manejar.

Se inquietó por un momento, y luego negó con la cabeza.

―Papá preguntaría por qué, y no estoy dispuesto a hablar con él sobre eso. Nunca podré sacarme de la cabeza lo estúpido que soy. Por favor, ven, Pidge.

―Tengo que poner el pavo a las seis de la mañana. Tendríamos que salir de aquí alrededor de las cinco…

―O podríamos quedarnos allí.

Mis cejas se alzaron. ― ¡De ninguna manera! Ya es bastante malo que vaya a tener que mentirle a tu familia y pretender que todavía estamos juntos.

―Te comportas como si te estuviera pidiendo prenderte en fuego.

― ¡Deberías haberles dicho!
―Lo haré. Después de Acción de Gracias… les diré.

Suspiré, mirando a otro lado. ―Si me prometes que este no es un truco para tratar de volver a estar juntos, yo lo haré.

Él asintió con la cabeza. ―Te lo prometo.

A pesar de que estaba tratando de ocultarlo, podía ver una chispa en sus ojos. Apreté los labios, tratando de no sonreír. ―Te veré a las cinco.

Peter se inclinó para besar mi mejilla, sus labios persistentes en mi piel. ―Gracias, Pigeon.
****
Eugenia y Nicolás me encontraron en la puerta de la cafetería y entramos juntos. Tiré la vajilla de su soporte y luego dejé caer mi plato sobre la bandeja.

― ¿Qué te pasa, Lali? ―preguntó Eugenia.

―No voy a ir con ustedes mañana.

La boca de Nicolás cayó abierta. ― ¿Vas a ir donde Lanzani?

Los ojos de Eugenia se lanzaron a los míos. ― ¿Tú qué?

Suspiré y le entregué mi dinero a la cajera. ―Le prometí a Pit que iría cuando estábamos en el avión, y él les dijo a todos que yo estaría ahí.

―En su defensa ―comenzó Nicolás―, él realmente no creía que ustedes iban a romper. Pensó que volverías. Era demasiado tarde en el momento en que se dio cuenta de que ibas en serio.

―Eso es mentira, Nico y lo sabes ―hirvió Eugenia―. No tienes que ir si no quieres, Lali.

Ella estaba en lo cierto. No era como si yo no tuviera otra opción. Pero no podía hacerle eso a Peter. Ni siquiera si lo odiaba. Y no lo hacía.

―Si no voy, va a tener que explicarles por qué no me presenté, y no quiero arruinar su Acción de Gracias. Todos están volviendo a casa pensando que voy a estar ahí.

Nicolás sonrió: ―Realmente les gustas a todos, Lali. Pablo estaba hablando con mi padre acerca de ti el otro día.

―Genial ―murmuré.

―Lali tiene razón, bebé ―dijo Nicolás―. Si ella no va, Pablo pasará el día quejándose con Pit. No hay sentido en arruinar su día.

Eugenia puso su brazo alrededor de mis hombros. ―Todavía puedes venir con nosotros. Ya no estás con él. No tienes que continuar salvándolo.


―Lo sé, Euge. Pero es lo que hay que hacer.


CONTINUARÁ...

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