NO GRACIAS (Parte 1)
Rayé el frente de mi
cuaderno, haciendo cuadrados en los cuadros, conectándolos entre sí para formar
rudimentarias cajas 3D. Diez minutos antes de que la clase comenzara el aula
aún estaba vacía. La vida estaba en las primeras etapas de lo normal, pero aun
así me tomó unos minutos mentalizarme a mí misma el estar cerca de alguien que
no fuera Gastón y Eugenia.
―Sólo porque no estemos
saliendo, no significa que no puedas usar la pulsera que te compré ―dijo Pablo
mientras se deslizaba en la mesa junto a mí.
―He tenido la intención
de preguntarte si la quieres de vuelta.
Sonrió, inclinándose para
añadir un arco en la parte superior de uno de los cuadros en el papel. ―Fue un
regalo, La. Yo no doy regalos con condiciones.
La Dra. Ballard volteó su
cabeza mientras tomaba asiento a la cabecera de la clase, hurgando en los
papeles sobre su desordenado escritorio. La habitación de repente, era un
hervidero de parloteo, haciéndose eco de la gran lluvia salpicando contra las
ventanas.
―Me enteré de que Peter y
tú rompieron hace un par de semanas. ―Pablo levantó la mano al ver mi expresión
de impaciencia―. No es de mi incumbencia. Sólo que parecías tan triste, y
quería decirte que lo siento.
―Gracias ―dije, dando
vuelta a una nueva página en mi cuaderno.
―Y también quería
disculparme por mi comportamiento anterior. Lo que dije fue… cruel. Estaba
enojado y arremetí contra ti. No fue justo, y lo siento.
―No estoy interesada en
salir, Pablo ―le advertí.
Se rió entre dientes. ―No
estoy tratando de sacar ventaja. Seguimos siendo amigos y quiero asegurarme de
que estás bien.
―Estoy bien.
― ¿Vas a casa para las
vacaciones de Acción de Gracias?
―Me voy a casa con Eugenia.
Usualmente paso Acción de Gracias en su casa.
Pablo comenzó a hablar,
pero la Dra. Ballard comenzó su conferencia. El tema de Acción de Gracias me
hizo pensar en mis planes anteriores para ayudar a Peter con un pavo. Pensé
sobre cómo habría sido, y me encontré preguntándome si pedirían una pizza una
vez más. Una sensación de abatimiento se apoderó de mí. Al instante la empujé
de mi mente, haciendo mi mejor esfuerzo para concentrarme en cada palabra de la
Dra. Ballard.
Después de clase, mi
rostro enrojeció cuando vi a Peter correr hacia mí desde el estacionamiento.
Estaba bien afeitado una vez más, llevaba una sudadera con capucha y su gorra
roja de béisbol favorita, agachando la cabeza lejos de la lluvia.
―Nos vemos después de las
vacaciones, La, ―dijo Pablo, tocando mi espalda.
Yo esperaba una mirada
airada de Peter, pero no parecía darse cuenta de Pablo mientras se acercaba.
―Hey, Pidge.
Me ofreció una sonrisa
incómoda, y metió sus manos en el bolsillo delantero de su sudadera. ―Nicolás
dijo que vas a ir con él y Euge a Wichita mañana.
― ¿Sí?
― ¿Pasarás todas tus
vacaciones donde Eugenia?
Me encogí de hombros,
tratando de parecer casual. ―Soy realmente cercana con sus padres.
― ¿Qué pasa con tu mamá?
―Ella es una alcohólica, Peter.
No sabe que es Acción de Gracias.
De repente se sintió
nervioso, y mi estómago arrancó con la posibilidad de una segunda ruptura
pública. Un trueno retumbó por encima de nosotros y Peter miró hacia arriba,
entrecerrando los ojos mientras gruesas gotas caían sobre su rostro.
―Necesito pedirte un
favor ―dijo―. Ven aquí. ―Me arrastró bajo el toldo más cercano y yo accedí,
tratando de evitar una nueva escena.
― ¿Qué clase de favor?
―Pregunté, recelosa.
―Mi uh… ―cambió su peso
de un pie a otro―. Papá y los chicos todavía te están esperando el jueves.
―Peter ―me quejé.
Miró a sus pies. ―Dijiste
que ibas a venir.
―Lo sé, pero… es un poco
inapropiado ahora, ¿no crees?
No pareció afectarle.
―Dijiste que ibas a venir.
―Todavía estábamos juntos
cuando estuve de acuerdo con ir a casa contigo. Tú sabías que no iba a
ir.
―Yo no lo sabía, y
ya es demasiado tarde, de todos modos. Pepo está volando hacia acá y Tyler dejó
el trabajo. Todo el mundo está deseando verte.
Me encogí, girando las
hebras de mi pelo húmedo alrededor de mi dedo. ―Ellos iban a venir, de todos
modos, ¿no?
―No todo el mundo. No
hemos estado todos nosotros ahí para Acción de Gracias en años. Todos hicieron
un esfuerzo por estar allí ya que les prometí una comida real. No hemos tenido
una mujer en la cocina desde que murió mamá y…
―Eso no es sexista ni
nada.
Él inclinó la cabeza.
―Eso no es lo que quise decir, Pidge, vamos. Todos te queremos allí. Eso es
todo lo que estoy diciendo.
―No les has dicho sobre
nosotros… ¿verdad? ―dije en el tono más acusador que podía manejar.
Se inquietó por un
momento, y luego negó con la cabeza.
―Papá preguntaría por
qué, y no estoy dispuesto a hablar con él sobre eso. Nunca podré sacarme de la
cabeza lo estúpido que soy. Por favor, ven, Pidge.
―Tengo que poner el pavo
a las seis de la mañana. Tendríamos que salir de aquí alrededor de las cinco…
―O podríamos quedarnos
allí.
Mis cejas se alzaron. ―
¡De ninguna manera! Ya es bastante malo que vaya a tener que mentirle a tu
familia y pretender que todavía estamos juntos.
―Te comportas como si te
estuviera pidiendo prenderte en fuego.
― ¡Deberías haberles
dicho!
―Lo haré. Después de
Acción de Gracias… les diré.
Suspiré, mirando a otro
lado. ―Si me prometes que este no es un truco para tratar de volver a estar
juntos, yo lo haré.
Él asintió con la cabeza.
―Te lo prometo.
A pesar de que estaba
tratando de ocultarlo, podía ver una chispa en sus ojos. Apreté los labios,
tratando de no sonreír. ―Te veré a las cinco.
Peter se inclinó para
besar mi mejilla, sus labios persistentes en mi piel. ―Gracias, Pigeon.
****
Eugenia y Nicolás me encontraron en la puerta
de la cafetería y entramos juntos. Tiré la vajilla de su soporte y luego dejé
caer mi plato sobre la bandeja.
― ¿Qué te pasa, Lali? ―preguntó Eugenia.
―No voy a ir con ustedes mañana.
La boca de Nicolás cayó abierta. ― ¿Vas a ir
donde Lanzani?
Los ojos de Eugenia se lanzaron a los míos. ―
¿Tú qué?
Suspiré y le entregué mi dinero a la cajera.
―Le prometí a Pit que iría cuando estábamos en el avión, y él les dijo a todos
que yo estaría ahí.
―En su defensa ―comenzó Nicolás―, él realmente
no creía que ustedes iban a romper. Pensó que volverías. Era demasiado tarde en
el momento en que se dio cuenta de que ibas en serio.
―Eso es mentira, Nico y lo sabes ―hirvió Eugenia―.
No tienes que ir si no quieres, Lali.
Ella estaba en lo cierto. No era como si yo no
tuviera otra opción. Pero no podía hacerle eso a Peter. Ni siquiera si lo
odiaba. Y no lo hacía.
―Si no voy, va a tener que explicarles por qué
no me presenté, y no quiero arruinar su Acción de Gracias. Todos están
volviendo a casa pensando que voy a estar ahí.
Nicolás sonrió: ―Realmente les gustas a todos,
Lali. Pablo estaba hablando con mi padre acerca de ti el otro día.
―Genial ―murmuré.
―Lali tiene razón, bebé ―dijo Nicolás―. Si
ella no va, Pablo pasará el día quejándose con Pit. No hay sentido en arruinar
su día.
Eugenia puso su brazo alrededor de mis
hombros. ―Todavía puedes venir con nosotros. Ya no estás con él. No tienes que
continuar salvándolo.
―Lo sé, Euge. Pero es lo
que hay que hacer.
CONTINUARÁ...
me encantooo .. masssssssss
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