EL UNO PARA EL OTRO (Parte 1)
Tiré una pequeña pastilla
blanca en mi boca y tragué, luego me tomé un gran vaso de agua. Me encontraba
en el medio del cuarto de Peter en sostén y pantis, alistándome para ponerme mi
pijama.
— ¿Qué es eso? —Preguntó Peter
desde la cama.
—Um… mi pastilla.
Frunció el ceño. — ¿Qué
pastilla?
—La pastilla, Peter.
No has rellenado todavía tu gaveta de arriba, y lo último que necesito es estar
preocupándome por si me viene el período o no.
—Oh.
—Uno de nosotros tiene
que ser responsable. —dije levantando la ceja.
—Dios mío, eres sexy.
—Soltó Peter, apoyando la cabeza en una de sus manos—. La mujer más bella de
Eastern es mi novia. Una total locura.
Rodé los ojos y deslicé
la seda morada sobre mi cabeza, acurrucándome junto a él. Me senté en su regazo
y besé su cuello, riéndome cuando dejó caer la cabeza al respaldo de la cama. —
¿De nuevo? Me vas a matar, Pidge.
—No te puedes morir.
—dije, cubriendo su cara de besos—. Eres demasiado cruel.
— ¡No, no me puedo morir
porque hay demasiados imbéciles por ahí tratando de obtener mi lugar! ¡Puede
que viva por siempre, sólo para alejarlos!
Reí contra su boca, y me
volteó a mi espalda. Introdujo su dedo por entre la delicada cinta atada en mi
hombro y la deslizó por mi brazo, besando la piel que dejaba atrás.
— ¿Por qué yo, Pit?
Se inclinó hacia atrás,
buscando mis ojos. — ¿A qué te refieres?
—Has estado con todas
estas mujeres, negándote a sentar cabeza, negándote siquiera a recibir un
número de teléfono… Entonces, ¿por qué yo?
— ¿De dónde viene esto?
—Preguntó, su dedo acariciaba mi mejilla.
Me encogí de hombros.
—Tengo curiosidad.
— ¿Por qué yo?
Tienes a la mitad de los hombres de Eastern solamente esperando que yo meta la
pata.
Arrugué la nariz. —Eso no
es verdad. No cambies el tema.
—Claro que es
verdad. Si yo no hubiera estado detrás de ti desde el principio, tuvieras a más
que Pablo Martínez siguiéndote a todos lados. Él solamente es demasiado
engreído como para tenerme miedo.
— ¡Estás evitando mi
pregunta! Y pobremente, debo añadir.
— ¡De acuerdo! ¿Por qué
tú? —En su cara se asomó una sonrisa, y rozó mis labios con los suyos—. Sentí
algo por ti desde aquella primera pelea.
— ¿Qué? —Dudé.
—Es cierto. ¿Tú en esa
chaqueta llena de sangre? Te veías absolutamente ridícula. —Rió.
—Gracias.
Su sonrisa se desvaneció.
—Fue cuando me miraste. Ese fue el momento. Tenías los ojos bien abiertos, tu
mirada inocente… sin pretensiones. No me miraste como si fuera Peter Lanzani
—dijo, rodando los ojos a sus propias palabras—, me miraste como si yo
fuera… una persona, supongo.
—Noticia de última hora, Pit.
Tú eres una persona.
Sacudió el flequillo de
mi cara. —No, antes de ti, Nicolás era el único que me trataba como cualquier
otro. Tú no te pusiste toda rara ni coqueteaste, ni te pasaste los dedos por el
cabello. Tú me viste a mí.
—Fui una completa perra
contigo, Peter.
Besó mi cuello. —Eso fue
lo que cerró el trato.
Deslicé mis dedos por su
espalda hasta llegar adentro de sus bóxers. —Espero que esto se vuelva viejo
pronto. No me veo a mí misma cansándome nunca de ti.
— ¿Lo prometes? —Preguntó
sonriendo.
Su teléfono sonó en la
mesa de noche, y lo llevó a su oído. — ¿Sí? ¡Demonios, no! Tengo a Pidge aquí
conmigo. Nos arreglamos para ir a la cama… Cierra la boca, Bauti, eso no es
gracioso… ¿En serio? ¿Qué hace en la ciudad? —Me miró y suspiró—. De acuerdo,
estaremos allí en media hora… Me escuchaste, imbécil. Porque no voy a ningún
lugar sin ella, es por eso. ¿Quieres que te rompa la cara cuando llegue? — Peter
colgó y sacudió la cabeza.
Levanté una ceja. —Esa
fue la conversación más extraña que he escuchado.
—Era Bauti. Pepo está en
la ciudad y hay noche de Póker en casa de mi papá.
— ¿Noche de Póker?
—Tragué.
—Sí, usualmente toman
todo mi dinero. Esos bastardos tramposos.
— ¿Voy a conocer a tu
familia en treinta minutos?
Miró su reloj.
—Veintisiete minutos para ser exactos.
— ¡Oh Dios mío, Peter!
—Chillé, saltando de la cama.
— ¿Qué estás haciendo?
—Suspiró.
Revoloteé el closet y
saqué un par de jeans, saltando de arriba abajo para ponérmelos, y luego tiré
de mi pijama hacia a arriba, tirándoselo a la cara de Peter. — ¡No puedo creer
que sólo me dieras veinte minutos de anticipación antes de conocer a tu
familia! ¡Podría matarte ahora mismo!
Se quitó mi pijama de la
cara y rió de mi desesperado intento por lucir presentable. Tomé una camisa de
cuello en V y la puse en su lugar, luego corrí al baño, cepillándome los
dientes y pasando un cepillo por mi pelo. Peter caminó detrás de mí, completamente
vestido y listo, y rodeó sus brazos por mi cintura.
— ¡Soy un desastre! —Me
quejé, frunciendo hacia el espejo.
— ¿Te das cuenta de lo
hermosa que eres? —Preguntó, besándome el cuello.
Resoplé, volviendo al
cuarto a ponerme un par de tacones, luego tomé la mano de Peter quien me guió a
la puerta. Me detuve, subiendo el cierre de mi chaqueta y agarrando mi pelo en
un moño suelto, preparándolo para el viaje a la casa del padre de Peter.
—Cálmate, Pidge. Son sólo
un grupo de chicos sentados alrededor de una mesa.
—Esta la primera vez que
voy a ver a tu papá y a tus hermanos… todos al mismo tiempo… ¿Y quieres que me
calme? —dije, subiéndome a la moto detrás de él.
Torció su cuello, tocando
mi mejilla mientras me besaba. —Te van a amar, justo como yo lo hago.
CONTINUARÁ...
++++++++++
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