La depresión era algo horrible. He estado lidiando con
ella por 4 meses. Pareciera que no logro dejar ir algo que ni siquiera sabía
que quería. Ni siquiera sabía que estaba embarazada y perder mi niño de ese
modo fue desconsolador. Sé que el doctor dijo que era normal, pero aún no
parezco ser capaz de pasar el hecho de que incluso pasó. Me siento tan vacía y
duele demasiado.
Dejé la escuela porque no podía tolerarlo. Todos
podrían pensar que estoy loca, pero quedé realmente devastada. Incluso es peor
lo que le hice a Peter. En mi tiempo de pena, dejé ir la única cosa más sólida
en mi vida. No quería encararlo o pensar en él. Estoy segura que esto hizo mi
depresión mucho mayor.
Nadie en mi familia siquiera dirá más su nombre. Euge
sí, en cambio. De vez en cuando me pone al día respecto de qué está haciendo.
No parece que le esté yendo mejor que a mí. No sólo me perdió a mí, sino
también a su mejor amigo. Al menos yo aún tengo a mi mejor amiga.
Difícilmente salí de mi habitación. Al principio, sólo
me quedaba recostada y miraba llorando las paredes. Me he puesto mucho mejor
ahora, al menos puedo leer nuevamente. Me escapo en mis libros donde todo
parece mucho mejor que mi propia realidad.
Un golpe llega de mi puerta, y me encojo esperando que
nadie venga a intentar levantarme el ánimo nuevamente. Todos han estado aquí al
menos una vez. Bueno, no Ana. Creo que de algún modo entiende que ver su panza
creciendo me mataría. Odio estar perdiéndome su embarazo, pero simplemente no
puedo hacerlo. Es algo más de lo que nadie de mi familia tampoco hablará. Ni
siquiera sé si es niño o niña. No puedo obligarme a preguntar.
—Querida, ¿estás despierta? —pregunta Sarah desde la
puerta.
—Sí, estoy despierta, ¿qué necesitas? —pregunto con
voz aburrida, esperanzada en que se vaya.
—Necesito que te levantes y vistas. Tengo algo que
necesito mostrarte. —Pone sus manos en la cadera y pone su cara severa. No hay
forma de evitar que consiga lo que quiere.
—Está bien, estaré abajo en un minuto.
Después de que deja mi habitación, tomo una rápida
ducha y me tiro encima unos jeans limpios, una camiseta blanca lisa y mi
sudadera con capucha de la universidad.
La encuentro abajo, en la sala, y me guía hacia afuera,
hacia su brillante Mercedes blanco. El camino es silencioso y si ella no iba a
hacerme hablar, entonces no iba a hacerlo. Empecé a reconocer parte de la
escena por la que estábamos pasando y mi estómago se cayó. Sé exactamente dónde
nos dirigimos. No he estado aquí en unos cuantos años y no sé por qué no pensé
en esto antes. Ver la tumba de mi madre será bueno para mí. Ella siempre
escuchó lo que tenía para decir y no me juzgaba por los errores que cometí.
Cuando Sarah estaciona el auto en el pequeño estacionamiento
al lado del cementerio, estoy saliendo por la puerta y corriendo hacia su
tumba, antes de que Sarah incluso apague el auto. Corro a través de la pequeña
puerta de la valla metálica y me dirijo
directo hacia ella. Está cerca del medio y corro detrás de las lápidas en la
fila delante de la de ella. Nunca me ha gustado pisar en los lugares donde los
cuerpos están en realidad.
Espero poco antes de llegar, y veo una nueva lápida al
lado de la de ella. Es pequeña y muy nueva. Camino directo hacia ella y empiezo
a sollozar con fuerza. Dice: “Bebé niño o niña no nacido. Puede que nunca hayas
visto el mundo, pero tu mami y papi siempre te amarán”. No puedo creer que mi
familia hizo esto. Tengo una sensación de conclusión después de ver esto, porque
realmente perdí un hijo. Puede que ni siquiera haya nacido, pero aún así lo
perdí.
Escucho a Sarah acercarse y arrodillarse a mi lado. Ni
siquiera sabía que estaba arrodillada. Me empuja en un abrazo confortante.
Intento controlar mis sollozos, pero no puedo. Sólo siguen viniendo. Pensé que
ya había llorado todo hace meses.
—¿Lo pusiste junto a mi madre? —Finalmente digo a
través de mis lágrimas.
—Sí, querida, junto a tu madre. Tu padre y yo no
pudimos pensar en un mejor lugar. —Tiene lágrimas saliendo de sus ojos
arruinando su lindo maquillaje. La abrazo lo más apretado que puedo junto a mí.
—Muchas gracias. No tienes idea de lo que significa
para mí. Frota mi espalda tiernamente.
—En realidad, lo sé. Hay una pequeña lápida junto a la
tumba de mi madre por un pequeño bebé que no llegó a ser. Me alejo de ella y
miro dentro de sus brillosos ojos azules buscando respuestas.
—¿También perdiste un bebé?
—Sí, querida, lo hice. Hace unos 10 años. —Me acomoda
hacia atrás para que pueda sentarme en el suelo. Dobla sus piernas detrás de
ella en el suave pasto verde y me cuenta su historia—. Ya casi había pasado la
edad para otro niño entonces. Pero tu padre y yo decidimos intentarlo una vez
más ya que habíamos resuelto nuestros problemas. Él pensó que era un error
intentar tener otro bebé pero no le escuché. No estaba mucho más avanzado que
el tuyo cuando lo perdí. Aunque había sido mi idea, de todos modos culpé a tu
padre y casi nos separamos nuevamente. Mis niños sufrieron por esto esa vez.
Antes eran muy jóvenes para darse cuenta de que algo estaba mal, ellos fueron
lastimados esta vez junto a nosotros, pero sólo porque tu padre y yo estábamos
peleando constantemente. —Se frena quitando más lágrimas de sus ojos y los
míos—. Luego un día, un pequeño ángel caminó hacia mi puerta. Con el cabello
más hermoso, justo igual que el de su padre y hermosos ojos miel, justo igual
que los de su madre. Ella no ocupó el lugar de mi bebé, pero sí llenó un hoyo
que tenía dentro de mí debido a él. Quita el pelo de mi rostro y siento paz
cayendo sobre mí.
—Pero siempre actuaste como si no me quisieras a tu
alrededor. Siempre estuviste criticándome y todo.
—No te traté distinto de lo que lo hice con mis
propios hijos. Pude haber sido un poco menos afectuosa, pero eso es porque no
quería ocupar el lugar de tu madre. No que te hubiese importado, sólo que no
sentí que ese fuera mi lugar. Creo que ella hubiera querido esto aquí, sólo una
pequeña lápida por una pequeña vida que fue al Cielo para estar con ella. Otra
gente puede pensar que estamos locos, pero está bien, porque sabemos que no es
así. Tenemos nuestro propio sentido de cierre antes de poder seguir adelante.
Este será el tuyo así como tú fuiste el mío. —Me besa suavemente en mi cabeza y
me guía nuevamente hacia el auto.
Tengo mucho en lo que pensar. Sé que terminar con Peter
fue una horrible idea, pero, ¿cómo le dices lo siento a alguien después de
meses de silencio?
Peter
Paso mis dedos por mi cabello, el cual está largo
hasta mi mentón ahora. Dejé de hacer que me lo cortaran hace meses. No he
hablado con Vico en meses, pero veo a Gastón cada día. Él es el único
manteniéndome entero últimamente. Me siento tan vacío por dentro sin ella.
Pensé que ese sentimiento se iría, pero sólo se ha puesto peor. No sé qué
diablos me hizo. Tengo que estar sobre algún tipo de hechizo o algo así. Mi
corazón duele como el demonio, y no hay nada que pueda hacer, más que vivir
esta dura, fría vida en mi caparazón vacío. Y soy un caparazón de lo que solía
ser. Se llevó todo con ella ese día que me sacó de la habitación del hospital.
Gastón me levanta la cabeza captando mi atención.
—¿Qué? —espeto.
También espeto mucho a todo el mundo, incluso a Bautista, a quien nunca le
había espetado antes.
—Dije, ¿qué quieres comer? Puedo pedir una pizza si
quieres. —Me mira esperando que diga algo diferente de lo que digo cada
día.
No lo hago.
—Realmente no me importa —gruño.
—Bien, pizza pues. Tienes que dejar ir esta mierda,
hombre. Me empiezo a preguntar si necesito llevarte a la guardia psicológica.
—Apoya sus codos en la encimera en mi cocina, frotando sus manos por su
cara.
—No necesito la maldita guardia psicológica. Necesito
que todo el mundo me deje en paz —gruño.
—Cálmate, Peter. Si no fuera por mí, ahora ya estarías
muerto por la inanición. —Para entonces su teléfono suena—. ¿Qué diablos?
¿Hola? —pregunta a la persona en el teléfono, sonando confundido.
Después de una pausa, le contesta.
—Bueno, no me has llamado en meses y en realidad no
creo querer hablar contigo. —Recuesto mi cabeza en la mesa escuchándolo hablar
con la persona al otro lado—. Voy a decirte esto una vez, una única vez.
¡Mantente alejada de él! ¿Me escuchas? No tienes idea de lo que he tenido que
hacer para mantenerlo vivo. Me doy cuenta de que lo que te pasó fue devastador
pero, ¿siquiera pensaste que también lo era para él? —Tengo una sensación
enfermiza en mi tripa, ya que sé con quién está hablando—. Me importa una
mierda. Fueron meses, meses, Lali y lo dejaste completamente solo. Es una ruina
y aún sigo limpiando el desastre que dejaste atrás —dijo su nombre y lágrimas
comenzaron a caer por mis ojos. No puedo tolerar cuando dicen su nombre—.
¿Quieres saber qué le dijo a Vico justo antes de que fuera a verte a esa
habitación? —Una pausa y no creo poder tolerar escucharlo diciéndoselo, pero no
puedo obligarme a irme—. Dijo que te amaba, Lali, ¡y luego tú pusiste su
corazón en una trituradora por ninguna maldita razón! —le grita y yo me encogí
del dolor. No dice nada más y me doy cuenta de que le colgó.
—¿Por qué quería saber de mí? —dije apenas más alto
que un susurro.
Viene hacia la mesa y se sienta a mi lado. Apoya su
cabeza junto a la mía para poder verlo cuando me habla.
—Quería saber cómo lo estabas haciendo. También
preguntó si sería buena idea venir a hablar contigo. La mandé a la mierda.
Bueno, me gustaría haberlo hecho, pero es mi hermana, sin importar lo que haya
hecho. No le gustó demasiado, pero realmente no me importa. —Gira sus ojos y
realmente hago un sonido de risa—. ¿Acabas de reír? —pregunta viéndose
perplejo.
—Sí, creo que lo hice. —Algo parecido a una sonrisa, y
se siente extraña en mi rostro.
—¿Quién habría sabido que estar tan cerca de hablar
con ella y ya te estarías poniendo mejor? —Apenas sonríe y veo la pena en sus
ojos—. ¿Quieres verla?
—Maldición, no. No puedo estar con ella de nuevo.
Tengo que salir de este bajón y seguir con mi vida. Sé que ella puede ser mi
alma gemela, pero creo que estaré mejor con una chica normal. Una que junta su
propia mierda. Una que no enloquece por todo y tira pequeños berrinches que me
encienden. O tiene trasero salvaje, hermoso cabello negro azabache y seductores
ojos miel en los que te hundes. O la sonrisa de un ángel y la voz de una
sirena. Por encima de todo, una sin emociones, que no me abandonará al segundo
en que la vida se pone demasiado dura para ella.
—Mierda, eso es algo difícil por aquí, amigo. De todos
modos, sé a lo que te refieres. Si pudiera regresar el tiempo al principio del
año escolar, nunca le hubiera dirigido la palabra a Euge. Ahora mírame. Estoy
viviendo
contigo para poder mantenerme alejado de la pareja
feliz que hacen Vico y Euge. Me pone endemoniadamente enfermo.
—Y yo que pensé que estabas aquí por mi encantadora
personalidad. —Sonrío con suficiencia, él se ríe y el momento se siente casi
normal. Pero aún tengo a esta hermosa, malvada, cruel chica dueña de mi
corazón.
No debería habérselo dado. No sé cómo quedé tan
atraído para empezar. Me imagino que es esa conexión invisible que me empujó
hacia ella. Amé a esa chica con todo lo que tenía, ¿y qué hizo ella? Me tiró como si fuese
basura. Como hicieron mis padres. No era lo suficientemente bueno para ella
como no lo era para ellos. Bueno, pueden irse a la mierda. Al menos por el bien
de las dos personas más importantes en mi vida en este momento, Bautista y
Gastón.
—¿Sabes qué? ¿Por qué no vamos al bar o algo así esta
noche? —lo sondeo esperando que no haga un gran alboroto de esto.
—¿Quieres ir a un bar y hacer qué? —pregunta de
regreso.
—Quiero ir a un bar y ponerme estúpidamente borracho y
tener relaciones con una chica que no conozca ni su nombre y despertarme con la
peor resaca de todas. Luego, recuperaré mi vida de nuevo. —Lo miro fijo,
intensamente para que sepa que estoy hablando en serio.
—Salir, emborracharse y tener relaciones con chicas al
azar no va a ayudarte a olvidarte de ella, Piy —suspira.
—Tiene que servir, porque he intentado todo lo demás.
Nada más sirvió. No estoy diciendo que quiero convertirme en alcohólico o
algo, pero una noche donde no tengo que
pensar sobre ella es algo que necesito más que nada.
—Sé que sí, amigo, pero tendrás que pasar un día a la
vez. Deja a la diversión regresar a tu vida poco a poco. No quiero que tengas
una sobredosis de eso.
—Ja, es lo más gracioso que has dicho alguna vez. No
he vivido en meses. Todo lo que he hecho es ir a clases y hacer mis deberes.
Luego comer y dormir. ¿Qué tipo de vida es esa?
—No lo es. Está bien, tienes razón. Vamos al bar
entonces. —Se levanta de la mesa y va hacia la escalera.
Me quedo solo por primera vez desde que me levanté
esta mañana. Miro por la ventana a la gente afuera, viviendo su vida normal y
siguiendo con sus propias cosas. Ni siquiera saben que mi vida entera cayó por
las palabras dichas por un pequeño ángel convertido en demonio. Entonces, eso
es lo que necesito hacer. Salir de aquí y gobernar sobre mi vida otra vez. Con
algo de suerte, no me mataré en el proceso.
CONTINUARÁ...
massssssssss
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