PROMESA (Parte 1)
Gastón sacudió la cabeza.
—Está bien, así que, ¿estás con Pablo o con Peter? Estoy confundido.
—Pablo no me habla, así
que, eso está en el limbo por ahora —dije, rebotando para reajustar mi mochila.
Él lanzó una bocanada de
humo, y después sacó un poco de tabaco de su lengua. —Así qué, ¿Estás con Peter?
—Somos amigos, Gastón.
—Te das cuenta de que
todo el mundo piensa que ustedes dos están teniendo algún tipo de extraña
relación de amigos-con-beneficios que no están admitiendo, ¿verdad?
—No me importa. Pueden
pensar lo que quieran.
—¿Desde cuándo? ¿Qué pasó
con la Lali nerviosa, misteriosa y cautelosa que conozco y amo?
—Murió por el estrés de
todos los rumores y suposiciones.
—Eso es muy malo. Voy a
extrañar el señalarla y reírme de ella.
Golpeé el brazo de Gastón,
y él se rió. —Bien. Ya era hora de que dejaras de fingir —dijo.
—¿Qué quieres decir?
—Cariño, estás hablando
con alguien que vivió la mayor parte de su vida fingiendo. Te detecté a una
milla de distancia.
—¿Qué estás tratando de
decir, Gastón? ¿Que soy una lesbiana en el closet?
—No, que estás escondiendo
algo. Las chaquetas, la sofisticada y recatada chica que va a elegantes
restaurantes con Pablo Martínez… esa no eres tú. O eras una stripper de pueblo
o has estado en rehabilitación. La última, supongo yo.
Me reí fuertemente.
—¡Eres terrible para suponer!
—Entonces, ¿Cuál es tu
secreto?
—Si te lo dijera, no
sería un secreto, ¿no es así?
Sus facciones se afilaron
con una sonrisa pícara. —Yo te mostré el mío, ahora muéstrame el tuyo.
—Odio ser la portadora de
malas noticias, pero tu orientación sexual no es exactamente un secreto, Gastón.
—¡Mierda! Y yo que
pensaba que tenía lo de misterioso gatito del sexo a mi favor —dijo, tomando
otra calada.
Me encogí antes de
hablar. —¿Tuviste una buena vida en casa, Gastón?
—Mi mamá es genial… mi
papá y yo teníamos muchos problemas que resolver, pero estamos bien ahora.
—Yo tuve a Carlos
Espósito por padre.
—¿Quién es ese?
Me reí. —¿Ves? No es tan
importante si no sabes quién es.
—¿Quién es él?
—Un desastre. Las
apuestas, la bebida, el mal temperamento… es hereditario en mi familia. Eugenia
y yo vinimos aquí para que yo pudiera empezar de nuevo, sin el estigma de ser
la hija de un borracho rehabilitado.
—¿Un apostador
rehabilitado de Wichita?
—Nací en Nevada. Todo lo
que Carlos tocaba se convertía en oro en ese entonces. Cuando cumplí trece, su
suerte cambió.
—Y te culpó a ti.
—Eugenia renunció a
muchas cosas para venir aquí conmigo, así yo podía escapar, pero llegué aquí y
me doy de bruces contra Peter.
—Y cuando ves a Peter…
—Es demasiado familiar.
Gastón asintió, tirando
su cigarrillo al suelo.
—Mierda, Lali. Eso
apesta.
Entrecerré mis ojos. —Si
le dices a alguien lo que acabo de decir, llamaré a La Mafia. Conozco a algunos
de ellos, sabes.
—Mentira.
Me encogí de hombros.
—Cree lo que quieras.
Gastón me miró
suspicazmente, y después sonrió. —Eres, oficialmente, la persona más genial que
conozco.
—Eso es triste, Gastón.
Deberías salir más —dije, deteniéndome en la entrada de la Él levantó mi
barbilla. —Todo va salir bien. Soy un firme creyente del refrán
las-cosas-pasan-por-una-razón. Llegaron aquí, Eugenia conoció a Nico, tú
encontraste tu camino hacia El Círculo, algo sobre ti puso el mundo de Peter Lanzani
de cabeza. Piensa en ello —dijo, plantando un rápido beso en mis labios.
—¡Oye, ya! —dijo Peter.
Me agarró por la cintura, levantándome en el aire, y regresándome al suelo
detrás de él—. ¡Tú eres la última persona por la que tendría que preocuparme
sobre esa mierda, Gastón! ¡Ten cuidado! —bromeó.
Gastón se inclinó hacia
el lado de Peter y me guiñó un ojo. —Nos vemos, Cookie.
Cuando Peter se giró para
enfrentarme, su sonrisa se desvaneció. — ¿Por qué ese gesto?
Yo negué con la cabeza,
tratando de dejar que la adrenalina siguiera su curso. —Simplemente no me gusta
ese apodo. Tiene algunos malos recuerdos adheridos.
—¿Expresión de cariño del
aspirante a pastor bautista?
—No —refunfuñé.
Peter golpeó su palma.
—¿Quieres que vaya a golpear a Gastón? ¿Qué le enseñe una lección? Lo mataré.
No pude evitar sonreír.
—Si quisiera matar a Gastón, simplemente le diría que Prada quebró, y él
terminaría el trabajo por mí.
Peter se rió, acercándose
a la puerta. —¡Vamos! ¡Estamos perdiendo el tiempo aquí!
Nos sentamos juntos en la
mesa del almuerzo molestándonos con pellizcos y codazos en las costillas. El
humor de Peter era tan optimista como la noche en que perdí la apuesta. Todos
en la mesa lo notaron, y cuando instigó una mino-guerra de comida conmigo,
atrajo la atención de los que estaban sentados en las mesas a nuestro
alrededor.
Rodé mis ojos. —Me siento
como un animal de zoológico.
Peter me miró por un
momento, notó esas miradas, y después se puso de pie. — ¡I CAN‟T! —gritó. Observé con asombro como el cuarto entero levantó la
cabeza de un tirón en su dirección. Peter movió la cabeza un par de veces a un
ritmo en su cabeza.
Nicolás cerró los ojos.
—Oh, no.
Peter
sonrió. —Get no… sa… tis… faction —cantó—, I can‟t get no….
sat-is-fac-tion. „Cuz I‟ve
tried… and I‟ve
tried… and I‟ve
tried… and I‟ve
tried…—se
subió a la mesa mientras todo el mundo miraba—, ¡I CAN‟T GET NO!
Apuntó a los jugadores de
fútbol al final de la mesa y ellos sonrieron—, ¡I CAN‟T GET NO! —Gritaron al unísono. Todo el cuarto aplaudió al ritmo,
entonces.
Peter
cantó en sus puños. — ¡When I‟m drivin‟ in my car, and a man comes on the…
ra-di-o… he‟s
tellin‟ me more and more…
about some useless in-for-ma-tion! ¡Supposesd to fire my im-agin-a-tion! ¡I CAN‟T GET NO! ¡Uh no, no, no!
Bailó junto a mí,
cantando en su micrófono imaginario.
Toda la sala estaba
cantando en armonía, — ¡HEY, HEY, HEY!
—
¡That‟s
what I‟ll say! —Cantó
Peter.
Peter movió sus caderas,
y algunos silbidos y chillidos de las chicas en la sala se encendieron. Caminó
hacia mí otra vez, cantando el coro al otro lado de la sala, los jugadores de
fútbol sus coristas.
— ¡Yo te voy a ayudar!
—Gritó una chica desde el fondo.
—
…cuz I‟ve
tried, and I‟ve
tried, and I‟ve
tried… —cantó.
—
¡I CAN‟T
GET NO! ¡I CAN‟T GET NO! —Cantaron sus coristas.
Peter
se paró enfrente de mí y se inclinó. — ¡When I‟m watchin‟ my tv… and a… man
comes on and tells me… how White my shirts can be! Well he can‟t be a man, cause he
doesn‟t smoke… the same
cigarettes as me! ¡I can‟t…get no! ¡Uh no, no, no!
Todo el mundo aplaudió al
ritmo y los jugadores de fútbol cantaron, — ¡HEY, HEY, HEY!
— ¡That‟s what I say! —cantó Peter, apuntando a su audiencia que
aplaudía.
Algunos se pararon y
bailaron con él, pero la mayoría sólo observó con divertido asombro.
Saltó a la mesa de al
lado y Eugenia gritó y aplaudió, dándome un codazo. Yo negué con la cabeza;
había muerto y despertado en High School Musical.
Los jugadores de fútbol
estaban tarareando la base, — ¡Na, na, nanana! ¡Na,
na, na! ¡Na na, nanana!
Peter
levantó su puño-microfono, — ¡When I‟m… ridin‟ „round the world… and I‟m doin‟ this… and I‟m signin‟ that!
Se bajó de un salto, y
entonces se inclinó a través de la mesa hacia mi cara, —And I‟m tryin‟ to make some girl…. tell
me, uh baby better come back, maybe next week, „cuz you see I‟m on. ¡A losin‟ streak! ¡I CAN‟T GET NO! ¡Uh no, no,
no!
El cuarto aplaudió al
ritmo, el equipo de fútbol gritó su parte, — ¡HEY, HEY, HEY!
—
¡I can‟t
get no! ¡I can‟t
get no! ¡Satis-faction!15 —me canturreó, sonriendo y sin aliento.
La sala entera explotó en
aplausos, e incluso algunos silbidos. Me sacudí después de que besó mi frente,
y entonces se enderezó para hacer una reverencia. Cuando volvió a su asiento en
frente de mí, se echó a reír.
—¿No están mirándote,
ahora, o sí? —Jadeó.
—Gracias. Realmente, no
hacía falta —Sonreí.
—¿La?
Levanté la mirada para
ver a Pablo parado al final de la mesa. Todos los ojos estaban sobre mí una vez
más.
—Tenemos que hablar —dijo
Pablo, parecía nervioso. Miré hacia Eugenia, Peter, y luego a Pablo—. ¿Por
favor? —Preguntó, metiendo las manos en sus bolsillos.
Asentí con la cabeza,
siguiéndolo afuera. Pasó por las ventanas hacia la privacidad del otro lado del
edificio. —No quería atraer la atención hacia ti otra vez. Sé cuánto odias eso.
—Entonces, simplemente
deberías haberme llamado si quieras hablar —dije.
Asintió, mirando el
suelo. —No era mi intención encontrarte en la cafetería. Vi la conmoción, y
después a ti, y me acerqué. Lo siento.
Esperé, y él habló otra
vez, —No sé qué pasó contigo y Peter. No es asunto mío… tú y yo sólo hemos
tenido un par de citas. Estaba enojado al principio, pero entonces me di cuenta
de que no me hubiera molestado si no sintiera algo por ti.
—No dormí con él, Pablo.
Él sostuvo mi cabello mientras lanzaba medio litro de Petron en su inodoro. Eso
es a lo más romántico que llegó.
Se rió una vez. —No creo
que hayamos tenido una oportunidad justa… no contigo viviendo con Peter. La
verdad es, Lali, me gustas. No sé qué es, pero parece que no puedo dejar de
pensar en ti. —Sonreí y tomó mi mano, pasando sus dedos sobre mi brazalete—.
Probablemente te asusté con este ridículo regalo, pero nunca he estado en esta
situación antes. Siento como si estuviera constantemente compitiendo con Peter
por tu atención.
—No me asustaste con el
brazalete.
Él apretó los labios. —Me gustaría que salgamos otra vez en un par
de semanas, después de que terminé tu mes con Travis. Entonces podemos
concentrarnos en llegar a conocernos sin la distracción.
—Me parece justo.
Se inclinó hacia abajo y
cerró los ojos, presionando sus labios contra los míos. —Te llamaré pronto.
Lo despedí con la mano, y
luego volví a la cafetería, pasando a Peter.
Él me agarró, empujándome
a su regazo. — ¿Romper es tan difícil de hacer?
—Él quiere volver a
intentarlo cuando vuelva a Morgan.
—Mierda, voy a tener que
pensar en otra apuesta—dijo, poniendo mi plato frente a mí.
CONTINUARÁ...
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