TRAGO BARATO (Parte 1)
Gastón tomó otra calada.
El humo fluyó de su nariz en dos chorros. Giré mi cara hacia el sol mientras él
me relataba su reciente fin de semana de baile, licor y un nuevo amigo muy
persistente.
—Si él te está acechando,
entonces ¿Por qué dejas que te compré las bebidas? —Me reí.
—Es muy sencillo, Lali.
Estoy en quiebra.
Me reí nuevamente y Gastón
me encajó su codo en mi costado cuando alcanzó a ver a Peter caminando hacia
nosotros.
—Hey, Peter. —Cantó
alegremente Gastón, guiñándome un ojo.
—Gastón —él asintió.
Levantó sus llaves—. Me voy a casa, Pidge. ¿Necesitas un aventón?
—Estaba a punto de entrar
—dije, sonriendo a través de mis gafas de sol.
— ¿No te vas a quedar
conmigo esta noche? —Preguntó, su rostro era una combinación de sorpresa y
decepción.
—No, sí lo haré. Sólo
tengo que tomar algunas cosas que olvidé.
— ¿Cómo qué?
—Bueno, para empezar mi
máquina de afeitar. ¿Qué te importa?
—Ya es hora de que te
afeites las piernas. Están destrozando las mías. —dijo con una sonrisa
traviesa.
Los ojos de Gastón se
agrandaron mientras me dio una rápida mirada, y yo volteé mi cara hacia Peter.
— ¡Así es cómo empiezan los rumores! —Miré a Gastón y sacudí mi cabeza—. Estoy
durmiendo en su cama…sólo durmiendo.
—Está bien. —dijo Gastón
con una sonrisa maliciosa.
Le di un golpe en el
brazo a Gastón antes de abrir la puerta y subir por las escaleras. Cuando
llegué a la segunda planta, Peter estaba a mi lado.
—Oh, no te enojes. Sólo
estaba bromeando.
—Todo el mundo ya asume
que estamos teniendo sexo. Lo estás empeorando.
— ¿A quién le importa lo
que piensan?
— ¡A mí, Peter! ¡A mí!
—Abrí mi puerta, metí mis cosas en una pequeña bolsa y luego salí
violentamente, con Peter detrás de mí. Sonrió mientras tomó la bolsa de mi mano
y le lancé una mirada asesina—. No es divertido. ¿Quieres que toda la escuela
crea que soy una de tus putas?
Peter frunció el ceño.
—Nadie piensa eso. Y si lo hacen, será mejor que esperen que yo no me entere.
Mantuvo la puerta abierta
para mí y después de atravesarla, me detuve abruptamente delante de él.
— ¡Whoa! —dijo, chocando
conmigo.
Volteé alrededor. — ¡Oh
Dios mío! Probablemente piensan que estamos juntos y tú, con tu falta de
vergüenza, continuas con tu…estilo de vida. ¡Debo verme patética! —dije,
dándome cuenta de eso mientras hablaba—. No creo que deba quedarme contigo por
más tiempo. Deberíamos, simplemente, permanecer alejados uno del otro en
general por un tiempo.
Le quité mi bolsa y él me
la arrebató de vuelta.
—Nadie piensa que estamos
juntos, Pidge. No tienes que dejar de hablarme para probar tu punto.
Estábamos envueltos en un
tira y afloja con la bolsa, y cuando él se negó a dejarla ir, gruñí
ruidosamente en frustración. — ¿Alguna vez tuviste a una chica, que es una
amiga, quedándose contigo? ¿Alguna vez llevas clases con esas chicas en la
escuela? ¿Has comido los almuerzos con ellas todos los días? Nadie sabe qué
pensar sobre nosotros, ¡Incluso cuando se los décimos!
Caminamos hacia el
estacionamiento. —Voy arreglar esto, ¿Está bien? No quiero que nadie piense
menos de ti debido a mí —dijo, con una expresión apenada. Abrió muchos sus ojos
y sonrió—. Déjame hacer las paces contigo. ¿Por qué no vamos a The Dutch esta
noche?
—Eso es una barra de
motociclistas —desprecié, viendo como sujetaba mi bolsa a su moto.
—Está bien, entonces
vamos al club. Te llevaré a cenar, y luego podemos ir a The Red Door. Yo
invito.
— ¿Cómo es que salir a
cenar y luego a un club arregla el problema? Cuando la gente nos vea
salir juntos lo hará peor.
Él se montó en su moto.
—Piénsalo. ¿Yo, borracho, en una habitación llena de mujeres escasamente
vestidas? No tomará mucho tiempo para que la gente sepa que no somos una
pareja.
— ¿Y qué supone que debo
hacer? ¿Llevar a casa a un chico borracho del bar para probar el punto?
—No me refería a eso. No
hay necesidad de enojarse —dijo con el ceño fruncido.
Rodé mis ojos y subí al
asiento, pasando mis brazos alrededor de su cintura. — ¿Alguna chica extraña va
a seguirnos a la casa desde el bar? ¿Así es cómo vas a arreglar las
cosas conmigo?
— ¿No estás celosa, o sí,
Pigeon?
— ¿Celosa de qué?
¿De la imbécil infectada de ETS a quien mandarás al diablo en la mañana?
Peter se rió y entonces
encendió su Harley. Voló hacia su apartamento a dos veces el límite de
velocidad, y cerré mis ojos para no ver los árboles y los coches que dejábamos
atrás.
Después de bajarme de su
motocicleta, golpeé su hombro. — ¿Olvidaste que estaba contigo? ¿Estás
intentando matarme?
—Es difícil olvidar que
estás detrás de mí cuando tus muslos están exprimiendo la vida fuera de mí.
—Una sonrisita llegó con su siguiente pensamiento—. No podía pensar de una
mejor manera de morir, realmente.
—Hay algo muy mal
contigo.
Apenas habíamos entrado
cuando Eugenia salió del dormitorio de Nicolás. —Estábamos pensando salir esta
noche. ¿Se unen?
Miré Peter y sonreí.
—Vamos a pasar por el lugar de sushi antes de ir a Red.
La sonrisa de Eugenia
abarcó desde un lado de su cara al otro. — ¡Nico! —Chilló, corriendo hacia el
baño—. ¡Saldremos esta noche!
Fui la última en tomar
una ducha, así que Nicolás, Eugenia y Peter estaban de pie impacientes en la
puerta cuando yo salí del baño, en un vestido negro y tacones rosas.
Eugenia silbó. — ¡Maldita sexy, mamacita!
Sonreí en agradecimiento
y Peter levantó su mano.
—Lindas piernas.
—¿Mencioné que es una
navaja mágica?
—No creo que sea la
navaja. —Sonrió, me jaló por a la puerta.
Fuimos demasiado ruidosos
y molestos en el bar de sushi y ya habíamos estado bebiendo esa noche antes
poner un pie en The Red Door. Nicolás entró en el estacionamiento, tomándose su
tiempo para encontrar un lugar.
—Es para esta noche, Nico.
—Murmuró Eugenia.
—Oye. Tengo que encontrar
un espacio amplio. No quiero que algún borracho idiota arruine la pintura.
Una vez que aparcamos, Peter
inclinó el asiento hacia adelante y me ayudó a salir. —Quería preguntarles
sobre sus identificaciones. Son perfectas. No las consigues por aquí.
—Sí, las hemos tenido
desde hace tiempo. Era necesario…en Wichita —dije.
— ¿Es necesario?
—preguntó Peter.
—Es algo bueno tener
conexiones. —dijo Eugenia.
Ella hipó y cubrió su
boca, riendo.
—Dios, mujer —dijo Nicolás,
sosteniendo a Eugenia del brazo de mientras ella, torpemente, caminaba a lo
largo de la grava—. Creo que ya has terminado por esta noche.
Peter hizo una cara. —¿De
qué estás hablando, Euge? ¿Qué conexiones?
—Lali tiene algunos
viejos amigos que...
—Son identificaciones falsas,
Pit —Interrumpí—. Tienes que conocer a las personas adecuadas, si quieres que
las hagan bien, ¿Correcto?
Eugenia desvió su mirada,
intencionadamente, lejos de Peter y esperé.
—Correcto. —dijo,
extendiendo su mano para tomar la mía.
Agarré tres de sus dedos
y sonreí, sabiendo, por su expresión, que no estaba satisfecho con mi
respuesta.
— ¡Necesito otro trago!
—dije, en un segundo intento de cambiar el tema.
— ¡Tragos! —gritó Eugenia.
Nicolás rodó sus ojos.
—Oh, sí. Eso es lo que necesitas, otro trago.
Una vez dentro, Eugenia
inmediatamente me sacó a la pista de baile. Su cabello rubio estaba por todas
partes, y me reí de la cara de pato que hacía cuando se movía con la música.
Cuando terminó la
canción, nos unimos a los chicos en el bar. Una excesivamente voluptuosa,
rubia-platina, ya estaba al lado de Peter y la cara de Eugenia se descompuso en
repulsión.
—Así va a ser toda la
noche, Euge. Sólo ignorarlos. —dijo Nicolás, asintiendo hacia un pequeño grupo
de chicas paradas a unos metros de distancia. Observé a la rubia, esperando su
turno.
—Parece que hay una
bandada de buitres —dijo Eugenia, despreciativamente.
Peter encendió un
cigarrillo mientras ordenaba dos cervezas más y la rubia mordió sus brillantes
e hinchados labios y sonrió. El camarero quitó las tapas y le tendió las
botellas a Peter. La rubia agarró una de las cervezas, pero Peter la arrebató
de su mano.
—Uh…no es para ti. —le
dijo, entregándomela a mí.
Mi idea inicial fue tirar
la botella en la basura, pero la mujer parecía tan ofendida que sonreí y tomé
un trago.
Ella se fue, dando
resoplidos y yo sonreí al ver que Peter no parecía haberlo notado.
—Como si yo fuera a
comprar una cerveza para alguna chica en un bar —dijo, sacudiendo su cabeza.
Alcé mi cerveza, y él levantó un lado de su boca en una media sonrisa—. Eres
diferente.
Chocó mi botella contra
la suya. —Por ser la única chica con la que un chico, que no tiene ningún
estándar, no quiere dormir. —dije, tomando un trago.
— ¿Lo dices en serio?
—preguntó, retirando la botella de mi boca. Cuando yo no me retracté, él se
inclinó hacia mí—. Primero que nada… Tengo estándares. Nunca he estado con una
mujer fea. Nunca. Segundo lugar, yo quería dormir contigo. Pensé en
tirarte sobre mi sofá de cincuenta maneras diferentes, pero no lo hice porque
ya no te veo de esa manera. No es que no me atraigas, simplemente creo que eres
mejor que eso.
Yo no pude retener la
sonrisa presumida que se deslizó a través de mi cara. —Crees que soy demasiado
buena para ti.
Sonrió burlonamente con
mi segundo insulto. —No se me ocurre ningún solo chico que conozca que sea lo
suficientemente bueno para ti.
La petulancia se disolvió
y fue reemplazada con una conmovida y agradecida sonrisa. —Gracias, Pit. —dije,
colocando mi botella vacía de la barra.
Peter tiró de mi mano. —
¡Vamos! —dijo, arrastrándome a través de la multitud en la pista de baile.
— ¡He bebido demasiado!
¡Me voy a caer!
Peter sonrió y me acercó
a él, agarrándome de las caderas.
—Cállate y baila.
Eugenia y Nicolás
aparecieron junto a nosotros. Nicolás se movía como si hubiera estado viendo
muchos videos de Usher.
Peter me tenía casi
aterrorizada con la manera en que se presionaba contra mí. Si utilizaba
cualquiera de estos movimientos en el sofá, pude ver por qué tantas chicas se
arriesgaban a una humillación en la mañana.
Él acomodó sus manos
alrededor de mi cintura y me di cuenta de que su expresión era diferente, casi
seria. Recorrí con mis manos su impecable pecho y su abdomen marcado mientras
se estiraba y se tensaba bajo su camisa apretada con la música. Me puse a
espaldas a él, sonriendo cuando él envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.
Junto con el alcohol en
mi sistema, cuando él tiró mi cuerpo contra el suyo, las cosas que llegaron a
mente eran cualquier cosa menos amistosa.
La siguiente canción
irrumpió en la que estábamos bailando y Peter no mostró signos de querer volver
a la barra.
El sudor resbalaba por la
parte trasera de mi cuello y las luces estroboscópicas multicolores me hicieron
sentir un poco mareada. Cerré mis ojos e incliné mi cabeza contra su hombro.
Agarró mis manos y las llevó alrededor de su cuello. Sus manos recorrieron mis
brazos, bajaron por mis costillas, y finalmente regresaron a mis caderas.
Cuando sentí sus labios y luego su lengua contra mi cuello, me aleje de él.
Él sonrió, luciendo un
poco sorprendido. — ¿Qué, Pidge?
Mi genio estalló,
haciendo que las palabras que quería decir se atorraran en mi garganta. Me
retiré a la barra y ordené otra Corona. Peter tomó el asiento junto a mí,
levantando su dedo para ordenar una para sí mismo. Tan pronto como el camarero
colocó la botella delante de mí, me incliné y bebí la mitad del contenido antes
de estamparla contra la barra.
— ¿Crees que va eso va
a cambiar la opinión de alguien sobre nosotros? —dije, tirando de mi cabello a
un lado, cubriendo el lugar que él había besado.
Soltó una risa. —No me
importa ni una mierda lo que piensan sobre nosotros.
Yo le lancé una mirada
asesina y luego me giré hacia el frente.
—Pigeon. —dijo, tocando
mi brazo.
Lo alejé de él. —No. Yo nunca
me pondré lo suficientemente borracha para meterme en ese sofá.
Su rostro se retorció con
ira pero, antes de que él pudiera decir algo, una guapa mujer de cabello oscuro
con labios gruesos, enormes ojos azules y un gran escote, se acercó a él.
—Bien. ¿No es este Peter
Lanzani? —dijo, enfatizando en todos los lugares adecuados.
Él tomo la bebida, y
luego sus ojos se apartaron de los míos.
—Hola, Megan.
—Preséntame a tu novia.
—Ella sonrió. Rodé mis ojos ente lo patéticamente transparente era.
Peter inclinó su cabeza
hacia atrás para terminar su cerveza y luego deslizó su botella vacía por la
barra. Todos los que esperaban para ordenar siguieron con los ojos hasta que
cayó en el bote de basura al final. —Ella no es mi novia.
Agarró la mano de Megan,
y ella felizmente lo siguió a la pista de baile. Él solamente la manoseó
durante una canción y luego otra y otra. Ellos estaban causando una escena con
la forma en que ella permitía que la tocara, y cuando él se inclinó sobre ella
les di la espalda.
—Luces molesta —dijo un
hombre que se sentó a mi lado—. ¿Es ése tu novio?
—No, sólo es un amigo.
—murmuré.
—Bien, eso es bueno.
Podría haber sido bastante incómodo para ti si lo fuera. —Se volvió a la pista
de baile, sacudiendo su cabeza ante el espectáculo.
—Y que lo digas —dije,
bebiendo lo último de mi cerveza. Apenas había saboreado las últimas dos que había
dejado a un lado y mis dientes se habían insensibilizado.
— ¿Deseas otra?
—Preguntó. Volteé a verlo y él sonrió—. Soy Vico.
—Lali. —dije, estrechando
su mano extendida.
Él levantó dos dedos
hacia el barman, y yo sonreí.
—Gracias.
—Así que ¿Vives aquí?
—preguntó.
—En Morgan Hall en
Eastern.
—Tengo un apartamento en
Hinley.
— ¿Vas a State? —Le
pregunté—. ¿Qué está... como a una hora de distancia? ¿Qué haces aquí?
—Me gradué el pasado
mayo. Mi hermana va a Eastern. Me estoy quedando con ella esta semana, en lo
que meto solicitudes de trabajo.
—Ph…viviendo en el mundo
real, ¿Eh?
Vico se rió. —Y es todo
lo que dicen que es.
Saqué el brillo labial de
mi bolsillo y lo unté en mis labios, utilizando el espejo que recubría la pared
detrás de la barra.
—Ese es un color lindo
—dijo, viéndome presionar mis labios juntos.
Sonreí, sintiendo el
enojo hacia Peter y la pesadez del alcohol. —Quizás puedas probarlo más tarde.
Los ojos de Vico se
ampliaron cuando me incliné más cerca de él y yo sonreí cuando él tocó mi
rodilla. Retiró su mano cuando Peter se paró entre nosotros.
— ¿Estás lista, Pidge?
—Estoy hablando, Peter
—dije, empujándolo. Su camisa estaba húmeda del circo en la pista de baile y yo
hice un espectáculo limpiando mi mano en mi falda.
Peter hizo una cara. —
¿Ni siquiera conoces a este chico?
—Este es Vico. —dije,
enviándole a mi nuevo amigo la mejor sonrisa coqueta que pude hacer.
Él me giñó un ojo y luego
miró Peter, extendiéndole su mano. —Un placer en conocerte.
Peter me dio una mirada
gélida y yo suspiré. —Vico, este es Peter. —murmuré.
—Peter Lanzani —dijo,
mirando fijamente la mano de Vico como si quisiera arrancarla.
Los ojos de Vico se
ampliaron y él retiró torpemente su mano. — ¿Peter Lanzani? ¿Peter
Lanzani de Eastern?
Descansé mi mejilla en mi
puño, temiendo por el inevitable intercambió de historias, llenas de
testosterona, que pronto ocurriría.
Peter estiró su brazo
detrás de mí, sujetando la barra.
—Sí, ¿Qué con eso?
—Te vi luchar contra
Shawn Jenks el año pasado, hombre. ¡Pensé que iba a presenciar la muerte de
alguien!
Peter lo miró con ira. —
¿Quieres verlo otra vez?
Vico rió una vez, sus
ojos pasaron entre nosotros. Cuando se dio cuenta de que Peter hablaba en
serio, sonrió disculpándose y se fue.
— ¿Estás lista, ahora?
—preguntó bruscamente.
—Eres un completo idiota,
¿Sabes?
—Me han llamado peor.
—dijo ayudándome a levantarme.
Seguimos a Eugenia y
Nicolás al coche y cuando Peter intentó agarrar mi mano para dirigirme a través
del estacionamiento, la tiré lejos de un jalón. Él se dio la vuelta para
encarame y yo me detuve de pronto, inclinándome hacia atrás cuando él estuvo a
pocos centímetros de mi cara.
— ¡Debería simplemente
besarte y superarlo! —gritó—. ¡Estás siendo ridícula! Besé tu cuello, ¿Y qué?
Pude oler la cerveza y
los cigarrillos en su aliento y lo empujé. —No soy una amiga para fornicar, Peter.
Él sacudió su cabeza en
incredulidad. — ¡Nunca dije que lo fueras! ¡Estás conmigo las veinticuatro
horas del día, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como si no
quisieras que te vieran conmigo!
— ¡Vine aquí
contigo!
—Nunca te he tratado con
algo más que respeto, Pidge.
Me quedé quieta. —No,
sólo me tratas como tú propiedad. ¡No tenías derecho a ahuyentar a Vico así!
— ¿Sabes quién es Vico?
—preguntó. Cuando sacudí mi cabeza, él se inclinó más cerca—. Yo sí. Fue
arrestado el año pasado por agresión sexual, pero los cargos fueron retirados.
Crucé mis brazos. —Oh,
¿Así que tienen algo en común?
Los ojos de Peter se
redujeron y los músculos de su mandíbula se estremecieron bajo su piel. — ¿Me
estás llamando violador? —dijo en un tono frío y bajo.
Apreté mis labios juntos,
incluso más enojada porque tenía razón. Lo había llevado demasiado lejos. —No,
¡Yo sólo estoy molesta contigo!
—He estado bebiendo, ¿De
acuerdo? Tu piel estaba a tres centímetros de mi cara, eres hermosa y hueles
malditamente increíble cuando sudas. ¡Te besé! ¡Lo siento! ¡Supéralo!
Su excusa hizo que las
comisuras de mi boca se elevaran.
— ¿Crees que soy hermosa?
Él frunció el ceño con
disgusto. —Eres guapísima y lo sabes. ¿Por qué estás sonriendo?
Traté de sofocar mi
diversión en vano. —Nada. Vámonos.
Peter rió una vez y
sacudió la cabeza. — ¿Que…? ¿Tú…? ¡Tú eres un grano en el trasero! —Gritó,
dándome una mirada asesina. No podía dejar de sonreír, y tras unos segundos, la
boca de Peter curvó. Él sacudió su cabeza una vez más y entonces pasó
su brazo alrededor de mi cuello—. Me estás volviendo loco. ¿Sabías?
CONTINUARÁ...
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