HUMO
Justo antes de que el sol
se abriera paso en el horizonte, Eugenia y yo silenciosamente dejamos el
apartamento. No hablamos camino a Morgan y yo estaba agradecida por el
silencio. Yo no quería hablar, yo no quería pensar. Sólo quería bloquear las
últimas doce horas, mi cuerpo se sentía pesado y adolorido como si hubiese
estado en un accidente de autos. Cuando entramos a mi habitación, vi que la
cama de María estaba hecha.
— ¿Me prestas tu
alisadora de cabello?
—Euge, estoy bien. Ve a
clases.
—No, no estás bien. No
quiero dejarte sola ahora.
—Eso es todo lo que quiero
en el momento.
Ella abrió su boca para
discutir, pero suspiró. No cambiaría mi opinión. —Vendré a verte después de
clases. Descansa.
Asentí, cerrando la
puerta tras de ella. La cama chilló debajo de mi cuando me deje caer sobre ella
en un ata que de rabia... todo el tiempo creí que era importante para Peter;
que él me necesitaba pero en ese momento, me sentí como el brillante juguete
que Pablo dijo que era. Él quería probarle a Pablo que aún era suya. Suya.
—No soy de nadie —dije
a una habitación vacía.
Cuando las palabras se
acentuaron. Estaba abrumada por el dolor que había sentido la noche anterior.
No le pertenecía a nadie.
Nunca me sentí más sola
en mi vida.
****
Gastón puso una botella
café frente a mí. Ninguno de nosotros quería celebrar, pero estaba al menos
reconfortada por el hecho de que, según Eugenia, Peter evitaría la fiesta de
Citas a toda costa. Papel rojo y rosado cubrían las botellas vacías que
colgaban del techo y vestidos rojos en distintos estilos desfilaban. Las mesas
estaban cubiertas con pequeños corazones. Gastón rodó sus ojos ante la ridícula
decoración.
—El Día de San Valentín en una casa de fraternidad. Romántico —él
dijo, viendo a las parejas caminar.
Nicolás y Eugenia estaban
abajo bailando desde el momento en que llegamos y Gastón y yo protestamos
nuestra presencia haciendo pucheros en la cocina. Me bebí el contenido de la
bebida rápidamente, decidida a borrar los recuerdos de la última fiesta de
parejas a la cual asistí.
Gastón abrió otra lata y
me entregó otra, sabiendo de mi desesperación por olvidar. —Traeré más, —dijo
él yendo hacia el refrigerador.
—El barril es para los
invitados, las botellas para los Sig Tau. —Una chica se burló a mi lado.
Miré al vaso rojo en su
mano. —O tal vez tu novio te dijo eso porque contaba con una cita barata.
Ella entrecerró sus ojos,
se apartó de la barra y se llevó su vaso a otro lugar. — ¿Quién era esa?
—Preguntó Gastón sentándose con cuatro botellas más.
—Alguna perra de la
fraternidad, —dije mientras la miraba alejarse.
Para el momento en que Eugenia
y Nicolás se nos unieron, había seis botellas vacías a mi lado, mis dientes
estaban dormidos y se sentía más fácil sonreír. Estaba más cómoda recostada en
mi lugar en la barra. Peter no se había presentado. Y yo podía sobrevivir el
resto de la fiesta en paz.
— ¿Ustedes chicos van a
bailar o qué? —Eugenia preguntó.
Miré a Gastón — ¿Vas a
bailar conmigo Gastón?
— ¿Vas a ser capaz de
bailar? —él dijo, alzando una ceja
—Sólo hay una manera de
averiguarlo, —dije jalándolo al primer piso. Rebotamos y nos sacudimos hasta
que un fino brillo de sudor comenzó a formarse debajo de mi vestido. Justo
cuando creí que mis pulmones explotarían. Una canción lenta salió de los
altavoces. Gastón miró incomodo alrededor de nosotros, viendo a las parejas
acercarse.
— ¿Vas hacerme bailar
esto, cierto? —Él preguntó.
—Es el Día de San
Valentín. Pretende que soy un chico.
Él rió, llevándome a sus
brazos. —Es difícil si estás usando un pequeño vestido rosado.
—Como sea, como si nunca
hubieses visto un chico en vestido.
Gastón se encogió de
hombros. —Cierto.
Me reí apoyando mi cabeza
en su hombro, el alcohol hizo que mi cuerpo se sintiese pesado y perezoso
mientras trataba de moverme a un ritmo lento.
— ¿Te importa si
interrumpo, Gastón?
Peter estaba de pie
detrás de nosotros, medio divertido, medio preparado para mi reacción, la
sangre de mis mejillas inmediatamente estalló en llamas.
Gastón me miró, luego a Peter.
—Seguro.
—Gastón, —siseé mientras
se alejaba. Peter me atrajo hacia él e intenté mantener el mayor espacio entre
nosotros como fuese posible—. Pensé que no vendrías.
—No iba a venir, pero
sabía que estabas aquí. Tuve que venir.
Miré alrededor de la
habitación, evitando sus ojos. Cada movimiento que hacía, estaba muy consciente
de ellos, los cambios de presión de sus dedos donde me tocaba, sus pies
arrastrándose junto a los míos, sus brazos moviéndose, rozando mi vestido. Me
sentía ridícula pretendiendo no notarlo. Su ojo estaba sanando, el moretón casi
desapareciendo. Las manchas rojas en su rostro habían desaparecido como si yo
las hubiera imaginado. Toda evidencia de esa horrible noche había desaparecido,
dejando sólo el dolor del recuerdo.
Él miraba cada
respiración mía y cuando la canción estaba a medio terminar, él suspiró. —Estás
hermosa, Pidge.
—No.
— ¿No qué? ¿Qué no te
diga que eres hermosa?
—Sólo… no.
—No era mi intención.
Resoplé frustrada. —Gracias.
—No, tú luces hermosa,
eso es verdad. Estaba hablando de lo que dije en mi habitación. No voy a
mentir. Disfruté alejándote de tu cita con Parker…
—No era una cita, Peter.
Sólo estábamos comiendo. Él ahora no me habla, gracias a ti.
—Lo escuché. Lo siento.
—No, no lo haces.
—Tú… tú tienes razón,
—dijo él, tartamudeando cuando vio mi expresión impaciente—. Pero yo… esa no
fue la única razón por la que te llevé a la pelea, te quería allí conmigo.
Pidge. Tú eres mi amuleto de la suerte.
—No soy tu nada, —espeté,
mirándolo.
Él juntó sus cejas y paró
de bailar. —Tú eres mi todo.
Presioné mis labios,
tratando de mantener mi enojo en la superficie, pero era imposible estar
enfadada con él cuando me miraba de esa forma.
— ¿Tú de verdad no me
odias… cierto? —Él preguntó.
Me alejé de él, poniendo
más distancia entre nosotros. —A veces desearía hacerlo, haría todo este
infierno más sencillo.
Una sonrisa cuidadosa se
esparció por sus labios en una sutil y fina línea. — ¿Entonces que te enfada
más? ¿Lo que hice para que quisieras odiarme? ¿O saber que no puedes?
La rabia regresó, pasé a
su lado, corriendo por las escaleras hasta la cocina. Mis ojos comenzaban a
brillar, pero me negué a ser un lio de sollozos en esta fiesta de citas. Gastón
se puso de pie al pie de la mesa, y suspiré aliviada cuando me entregó una
cerveza.
Por la siguiente hora
miré a Peter rechazar chicas y beber tragos de whisky en la sala. Cada vez que
me miraba, yo miraba a otro lado. Determinada a pasar la noche sin una escena.
—Ustedes dos se ven
miserables, —dijo Nicolás.
—No podrían verse más
aburridos así lo hicieran apropósito, —Eugenia murmuró.
—No lo olviden… no
queríamos venir — Gastón les recordó.
Eugenia hizo su famosa
cara y yo tan famosa por ceder. —Podrías pretender, Lali. Por mí.
Justo cuando abrí mi boca
para decir algo mordaz, Gastón tocó mi brazo. —Creo que cumplimos con nuestro
deber, ¿estás lista para irnos Lali?
Bebí un último trago
rápido de mi cerveza y tomé la mano de Gastón. Tan ansiosa como estaba para
irme, mis piernas se congelaron cuando la misma canción que Peter y yo bailamos
en mi cumpleaños flotó por las escaleras. Cogí la botella de Gastón y tomé un sorbo,
tratando de bloquear los recuerdos que llegaron con la música.
Brad se recostó en la
barra. — ¿Quieres bailar?
Le sonreí y negué con la
cabeza, él empezó a decir algo más pero fue interrumpido.
—Baila conmigo, —Peter
estaba parado a un metro de mí, su mano extendida hacia a mí. Eugenia, Nicolás
y Gastón me miraban. Esperando por mi respuesta tan ansiosos como Peter.
—Déjame en paz, Peter,
—dije, cruzando mis brazos.
—Esta es nuestra canción,
Pidge.
—No tenemos canción.
—Pigeon…
—No.
Miré a Brad y forcé una
sonrisa. —Me encantaría bailar, Brad.
Las pecas de Brad se
extendieron por sus mejillas cuando sonrió, haciendo un gesto para que subiera
las escaleras.
Peter se tambaleó, el
dolor claramente en sus ojos. —Un brindis, —gritó.
Me estremecí, girando
justo a tiempo para verlo subir a una silla, robando una cerveza al Sig Tau más
cercano. Miré a Eugenua que observaba a Peter con una expresión plana.
—A los idiotas, —dijo él
haciendo un gesto hacia Brad—, y a las chicas que rompen tu corazón. —Él
inclinó su cabeza hacia mí, sus ojos perdieron concentración—. Y al absoluto y
horrible horror de perder a tu mejor amiga porque fuiste lo suficientemente estúpido
para enamorarte de ella.
Él bebió su cerveza,
terminando lo que quedaba, y luego botándola en el piso, la habitación estaba
en silencio excepto por la música que tocaban en el piso de abajo y todos
miraban a Peter en confusión.
Mortificada tomé la mano
de Brad y lo guie abajo a la pista de baile. Unas cuantas parejas nos
siguieron, observándome de cerca, por lágrimas u otra respuesta ante el brindis
de Peter, relajé mi rostro negándome a darles lo que querían.
Bailamos algunos pasos
tensos y Brad suspiró —Eso fue… raro.
—Bienvenido a mi vida.
Peter se abrió camino a
través de las parejas en la pista de baile deteniéndose a mi lado, le tomó un
momento mantenerse de pie. —Los interrumpo.
—No, no lo harás ¡Jesús!
—dije, negándome a mirarlo.
Después de unos tensos
segundos miré hacia arriba. Viendo los ojos de Peter perforar los de Brad. —Si
no te alejas de mi chica, te cortaré la garganta aquí mismo en la pista de
baile.
Brad parecía confundido,
sus ojos miraban de Peter a mí. —Lo siento, Lali. —Dijo, lentamente alejando
sus brazos de mí. Él se retiró hacia las escaleras y yo me quedé allí
humillada.
—Como me siento hacia ti
esta noche Peter…. está muy cerca del odio.
—Baila conmigo, —suplicó
balanceándose para mantener su equilibrio.
La canción terminó y
suspiré aliviada. —Ve y bebe otra botella de whisky, Pit, —me volví a bailar
con el único chico soltero en la pista de baile.
El ritmo era rápido y
sonreí a mi nuevo y sorprendido compañero de baile, tratando de ignorar el
hecho de que Peter estaba a sólo unos metros detrás de mí. Otro hermano Sig Tau
bailo detrás de mí, agarrando mis caderas. Lo alcancé, jalándolo más cerca. Me recordaba
a la forma en que Peter y Megan había bailado esa noche en el Red. He hice mi
mejor intento por recrear la escena que deseé en muchas ocasiones poder
olvidar. Dos pares de manos estaban prácticamente en cada parte de mi cuerpo y
era más fácil ignorar la parte más reservada con esa gran cantidad de alcohol
en mi sistema.
De repente, yo estaba en
el aire, Peter s me tiró encima de su hombro al mismo tiempo empujando a uno de
sus hermanos duro, contra el piso.
— ¡Bájame! —dije,
golpeando mis puños contra su espalda.
—No voy a dejar que te
avergüences por mí —gruñó él, bajando las escaleras de dos en dos.
Cada par de ojos me
observaba patear y gritarle a Peter por la habitación. — ¿Tú no crees… —dije
mientras luchaba—, que esto es vergonzoso? ¡Peter!
— ¡Nicolás! ¿Está Donnie
fuera? —Peter dijo, esquivando mis piernas.
—Uh… ¿Sí? —Dijo él
— ¡Bájala! —dijo Eugenia,
acercándose a nosotros.
—Eugenia —me retorcí—.
¡No te quedes allí! ¡Ayúdame!
Sus labios se alzaron y
se echó a reír una vez. —Ustedes dos se ven ridículos.
Mis cejas se juntaron
ante sus palabras, sorprendida y enojada a la vez de que ella encontrara algo
de esta situación graciosa.
Peter se dirigió hacia la
puerta y la miré. — ¡Muchas gracias, amiga!
El aire frío golpeó las
partes desnudas de mi piel, y protesté más fuerte. — ¡Bájame, maldición!
Peter abrió la puerta de
auto y me tiró en el asiento trasero, deslizándose a mi lado. —Donnie, ¿tú eres
el conductor designado esta noche?
—Sí, —dijo nerviosamente
mientras me observaba luchar.
—Necesito que nos lleves
a mi apartamento.
—Peter … no creo…
La voz de Peter era
controlada pero amenazante. —Hazlo, Donnie o te juro que te golpearé la parte
de atrás de tu cabeza con mi puño, lo juro por el amor de Dios.
Donnie se apartó de la
acera y me lancé hacia la manija de la puerta. —No voy a ir a tu apartamento.
Peter me agarró de una
muñeca y luego la otra, me acerqué para morder su brazo. Él cerró sus ojos y
luego un gruñido escapó de su mandíbula apretada cuando mis dientes se
hundieron en su piel.
—Haz lo mejor que puedas,
Pidge. Estoy cansado de tu mierda.
Solté su piel y me
sacudí, intentando liberarme de su agarre. — ¿Mi mierda? ¡Déjame salir
de este maldito auto!
Él puso mis muñecas cerca
de su rostro. — ¡Te amo, maldición! ¡No irás a ningún lado hasta que estés
sobria y arreglemos esto!
—Tú eres el único que no
ha arreglado esto, Peter, —dije, él me soltó y yo crucé mis brazos, puse mala
cara todo el camino hacia el apartamento.
Cuando el auto desaceleró
para detenerse, me acerqué. — ¿Puedes llevarme a casa, Donnie?
Peter me sacó del auto
por el brazo y me levantó en su hombro de nuevo, cargándome por las escaleras.
—Buenas noches, Donnie.
— ¡Llamaré a tu padre!
—Grité.
Peter se rió en voz alta.
— ¡Y él probablemente me golpeará en el hombro y me dirá que ya era hora!
Él luchó por abrir la
puerta mientras yo pateaba y movía mis brazos para escapar. — ¡Detente, Pidge,
o aceremos por las escaleras! —Una vez que abrió la puerta, él entró hacia la
habitación de Nicolás.
— ¡BÁJAME! —Grité.
—Bien, —dijo, dejándome
en la cama de Nicolás—. Duerme, hablaremos por la mañana.
La habitación estaba
oscura; la única luz una viga que brillaba de la luz del pasillo. Luché por
concentrarme a través oscuridad, cerveza y rabia, y cuando él prendió la luz,
iluminó su sonrisa de autosuficiencia.
Golpeé el colchón con mis
puños, — ¡No puedes decirme que hacer, Peter! ¡No te pertenezco!
Un segundo le tomó
volverse y encararme, su expresión se había contorsionado con rabia, él se
acercó a grandes zancadas hacia a mí, poniendo sus manos sobre la cama y
acercándose a mi rostro.
— ¡BUENO, YO TE
PERTENEZCO! —Las venas de su cuello sobresalían mientras gritaba, me encontré
con su mirada, negándome siquiera a parpadear. Él miró hacia mis labios,
jadeando—. Te pertenezco, —susurró, su rabia derritiéndose cuando se dio cuenta
cuan cerca estábamos.
Antes de que pudiera
pensar una razón para no hacerlo, tomé su rostro, golpeando mis labios contra
los suyos. Sin dudarlo Peter me levantó con sus brazos. En pocas zancadas me
llevó a su habitación, ambos cayendo sobre su cama.
Tiré su camisa sobre su
cabeza, buscando en la oscuridad a tientas la hebilla de su cinturón. Él lo
abrió, rompiéndolo y tirándolo al suelo. Él me levantó del colchón con una
mano, y me quitó el vestido con la otra. Lo jalé sobre mi cabeza, tirándolo en algún
lado en la oscuridad, y entonces Peter me besó, gimiendo sobre mis labios.
Con sólo unos cuantos
movimientos, sus bóxers estaban fuera y él presionó su pecho contra el mío.
Agarré su trasero, pero él se resistió cuando intenté acercarlo a mí.
—Los dos estamos
borrachos —dijo él, respirando rápidamente.
—Por favor. —Presioné mis
piernas contra sus caderas, desesperada por aliviar el ardor entre mis muslos. Peter
estaba empeñado en que volviéramos, y no tenía intención de resistir lo
inevitable, así que estaba más que lista para pasar la noche entre sus sábanas.
—Esto no está bien, —dijo
él
Él estaba justo encima de
mí, presionando su frente contra la mía, tenía la esperanza de que fueran una
media protesta y que podía de alguna forma persuadirlo de que él estaba
equivocado. La forma en que no podíamos mantenernos alejados uno del otro, era
inexplicable. Pero no necesitaba más una explicación. No necesitaba ni siquiera
una excusa, en este momento sólo lo necesitaba a él.
—Te quiero.
—Necesito que lo digas
—dijo él.
Mi interior gritaba por
él, y no podía soportarlo un segundo más. —Diré lo que quieras que diga.
—Entonces di que me
perteneces, di que me tomas de vuelta, no haré esto a menos que estemos juntos.
—Nunca hemos estado
separados, ¿cierto? —Pregunté. Esperando que fuera suficiente.
Él negó con su cabeza,
sus labios rozando los míos. —Necesito escuchar que lo digas. Necesito saber
que eres mía.
—He sido tuya desde el
segundo en que nos conocimos.
Mi voz tomó un tono de
ruego, en otro momento sería vergonzoso, pero estaba más allá del
arrepentimiento. Había luchado contra mis sentimientos, guardados,
embotellados. Había experimentado momentos de felicidad en Eastern, todos ellos
con Peter, luchando, riéndome, amando o llorando, era con Peter donde quería
estar.
Uno de los lados de su
boca se estiró cuando tocó mi rostro y entonces sus labios tocaron los míos, en
un beso tierno. Cuando lo jalé hacia a mí, él no se resistió. Sus músculos se
tensaron, y sostuvo la respiración mientras se deslizaba dentro de mí.
—Dilo de nuevo, —dijo él.
—Soy tuya, —suspiré. Cada
nervio, fuera y dentro quemaba por más—. No quiero nunca más estar separada de
ti.
—Prométemelo —dijo él,
gimiendo con otro empuje.
—Te amo. Te amaré por
siempre. —Las palabras fueron más un suspiro, pero miré sus ojos cuando las
dije, pude ver la incertidumbre desvanecerse de sus ojos e incluso pude ver con
la poca luz su rostro iluminarse.
Finalmente satisfecho,
selló su boca sobre la mía.
****
Peter me despertó con
besos, mi cabeza estaba pesada y nublada por las bebidas de la noche anterior,
pero la hora antes de dormir corrió en mi mente a vivido detalle, suaves labios
bañaban mi mano, brazo y cuello. Y cuando alcanzaron mis labios, sonreí.
—Buenos días —dije contra
su boca.
Él no habló, sus labios
continuaron trabajando contra los míos. Entonces sus brazos me envolvieron y
luego enterró su rostro en mi cuello.
—Estás callado esta
mañana, —dije corriendo mis manos sobre su espalda desnuda. Y luego las dejé
continuar hasta su trasero, y enrollé mis piernas en su cadera, besándolo en la
mejilla.
Él negó con su cabeza.
—Sólo quiero estar así —susurró.
Fruncí el ceño. — ¿Me
perdí de algo?
—No quería despertarte,
¿Por qué no vuelves a dormir?
Me recosté contra la
almohada, jalando su barbilla. Sus ojos inyectados con sangre y la piel
alrededor de ellos llenos de ojeras.
— ¿Qué diablos está mal
contigo? —pregunté, alarmada.
Él tomó mi mano y la
besó, presionando su rostro contra mi cuello. —Sólo vuelve a dormir, Pidge, por
favor.
— ¿Algo paso? ¿Es Eugenia?
—Con la última pregunta, incluso viendo el miedo en mis ojos, su expresión no
cambio. Él simplemente suspiró, y se sentó conmigo, mirando mis manos.
—No… Eugenia está bien,
ellos llegaron alrededor de las cuatro de la mañana. Aún siguen durmiendo, es
temprano, sólo vayamos a dormir.
Sintiendo mi corazón
latir contra mi pecho, sabía que no tenía ninguna oportunidad para volver a
dormir, Peter puso sus dos manos en cada lado de mi rostro y me besó, su boca
se movía diferente, como si me besara por última vez. Él me acostó en la
almohada, me besó una vez más y descansó su cabeza en mi pecho, envolviendo sus
dos manos alrededor mío fuertemente.
Cada posible razón por el
comportamiento de Peter apareció en mi cabeza como canales de televisión, lo
abracé hacia a mí, con miedo a preguntar. — ¿Has dormido?
—Yo… no podía, no quería…
—su voz se apagó.
Besé su frente, —Lo que
sea que pase, lo superaremos juntos. ¿Por qué no duermes? Veremos qué hacer
cuando despiertes.
Alzó su cabeza y escaneó
mi rostro, vi tanto la desconfianza como la esperanza en sus ojos. — ¿Qué
quieres decir con: veremos qué hacer?
Junte mis cejas,
confundida, no podría saber que había pasado mientras yo dormía que podría
causarle tanta angustia. —No sé qué está pasando, pero estoy aquí.
—Estás aquí ¿Cómo en te
estás quedando? ¿Conmigo?
Sabía que mi expresión
debía ser ridícula, pero mi cabeza giraba por ambos, el alcohol y la pregunta
bizarra de Peter. —Sí. ¿Pensé que habíamos hablado anoche de eso?
—Lo hicimos —él asintió
animándome.
Busqué la habitación con
mis ojos, pensando, sus paredes ya no estaban vacías como la primera vez que lo
conocí, ahora tenían baratijas en las paredes de los lugares en los cuales la
habían pasado juntos, y la pared blanca era interrumpida por marcos negros de
fotos mías, nuestras, de Toto, y nuestro grupo de amigos, un marco más grande
de los dos en mi cumpleaños sustituía el sombrero que había colgado en un clavo
encima de su cabecera.
Entrecerré mis ojos. —
¿Pensaste que despertaría enfadada contigo cierto? ¿Pensaste que me iría?
Él se encogió de hombros,
haciendo un pobre intento de indiferencia que solía salirle tan bien. —Eso es
por lo que eres famosa.
— ¿Es por eso que estas
tan enfadado? ¿Estabas preocupado por lo que pasaría cuando despertara?
Él se acomodó, como si
sus siguientes palabras fueran difíciles. —No quería que anoche pasara de esa
forma, estaba un poco borracho, te seguí en la fiesta como un maldito acosador
y luego que traje aquí en contra de tu voluntad… y luego nosotros… —Él negó con
su cabeza, claramente disgustado con las imágenes que corrían por su mente.
— ¿Tuvimos el mejor sexo
de mi vida? —Sonreí apretando su mano.
Peter se rió una vez, la
tención alrededor de sus ojos desvaneciéndose lentamente. — ¿Entonces, estamos
bien?
Lo besé tocando los lados
de su rostro con ternura. —Sí, tontito. ¿Lo prometí no? Te dije todo lo que
querías escuchar, estamos juntos y ¿aún no estás feliz?
Su rostro se comprimió en
una sonrisa.
—Bebé, basta, te amo,
—dije, suavizando las líneas de sus ojos—, este absurdo enfrentamiento pudo
haber terminado en el Día De Acción de Gracias pero…
—Espera… ¿Qué? —Dijo él
acercándose.
—Estaba completamente
preparada para rendirme en Acción de Gracias, pero tú dijiste que habías
terminado de hacerme feliz, y yo era muy orgullosa para decirte que te quería
devuelta.
— ¡¿Estás bromeando!?
¡Estaba intentando hacerlo fácil para ti! ¿Sabes cuan miserable he sido?
Fruncí el ceño. —Parecías
bien después de las vacaciones.
—Eso era por ti, tenía
miedo de perderte si no pretendía estar bien con lo de ser amigos. ¿Pude estar
contigo todo este tiempo? ¡¿Qué diablos, Pidge?!
—Yo… yo. —No podía
discutir, nos hice sufrir a los dos, no tenía excusa—. Lo siento.
— ¿Lo sientes? Casi bebí
hasta la muerte, casi no podía salir de la cama, destruir mi teléfono en
millones de piezas en la víspera de Año Nuevo para evitar llamarte y me dices
que… ¿Lo sientes?
Mordí mi labio y asentí,
avergonzada, no tenía ni idea por lo que había pasado y escucharlo decir las
palabras causaba un agudo dolor en mi pecho. —Lo siento… mucho, mucho.
—Estás perdonada, —dijo
con una sonrisa—. No lo vuelvas a hacerlo nunca.
—No lo haré, lo prometo.
Él mostró su hoyuelo y
negó con la cabeza. —Te amo, maldita sea.
CONTINUARÁ... Me había equivocado (otra vez, sorry), el anterior no era el penúltimo cap, quedan este y el 20 + el epílogo. Luego subiré el segundo libro. Merci por leer y comentar. :)
jajaj todo ok .. me encanta mucho esta nove . .subi masssssssss
ResponderEliminarMassssssss
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