RUMORES (Parte 2)
— ¡Levántate, Lali!
—gritó Eugenia, sacudiéndome.
Toto lamió mi mejilla. —
¡Estoy levantada! ¡Estoy levantada!
— ¡Tenemos clases en
media hora!
Salté de la cama. —He
estado durmiendo por… ¿Catorce horas? ¿Pero por qué?
— ¡Sólo date un baño! ¡Si
no estás lista en diez minutos, dejare tu trasero aquí!
— ¡No tengo tiempo de
darme un baño! —dije, cambiándome la ropa con la cual me dormí.
Peter apoyó su cabeza en
su mano y rió. —Son ridículas. No es el fin del mundo si llegan tarde a una
clase.
—Lo es si eres Eugenia.
Ella no se pierde una clase y odia llegar tarde —dije, tirando una camisa sobre
mi cabeza, y metiéndome dentro de mis jeans.
—Deja que Euge se
adelante. Yo te llevaré.
Caminé con un pie,
mientras me ponía mis botas en el otro. —Mi bolsa está en su auto, Pit.
—Como sea —se encogió de
hombros—. Sólo no salgas herida por llegar a tiempo a una clase —Él levantó a
Toto, sosteniéndolo en su mano como un pequeño balón, siguiéndome en el
pasillo.
Eugenia corrió conmigo
hacia la puerta y entramos en el auto. —No puedo creer que él te haya regalado
ese perrito —dijo ella, mirando hacia atrás mientras salía del estacionamiento.
Peter estaba de pie
frente al sol de la mañana, en calzoncillos y descalzo, con los brazos cruzados
por el frío. Él observaba a Toto oler el pasto en el patio como un padre
orgulloso.
—Nunca he tenido un perro
antes —dije—. Esto será interesante.
Eugenia miró a Peter
antes de hacer avanzar su Honda. —Míralo —dijo, negando con su cabeza.
—Peter Lanzani: Sr. Mamá.
Toto es adorable. Incluso tú te encariñarás con él.
—No puedes traerlo
contigo al dormitorio, lo sabes. No creo que Peter haya pensado en eso.
—Peter dijo que él lo
cuidara en el apartamento.
Ella arqueó una ceja.
—Claro que lo dijo. Peter piensa en el futuro, tengo que darle crédito por eso
—dijo, negando con su cabeza mientras pisaba el acelerador.
Me tensé, pegándome en mi
asiento por la velocidad.
Una vez que la adrenalina
se absorbió en mi sistema, la pesadez de mi post-cumpleaños se apoderó de mi
cuerpo. Eugenia me dio un codazo cuando la clase terminó, y la seguí hacia la
cafetería.
Nicolás se encontró con
nosotros en la puerta, y me di cuenta de inmediato que algo andaba mal.
—Euge —dijo Nicolás,
agarrándola del brazo.
Peter corrió hacia donde
estábamos, y agarrándose de sus caderas, respiró profundamente hasta que
recuperó el aliento.
— ¿Hay una turba de
mujeres enfadadas que te persiguen? —Me burlé.
Él sacudió su cabeza.
—Estaba tratando de alcanzarte… antes de que… entraras —suspiró.
— ¿Qué está pasando?
—pregunto Eugenia a Nicolás.
—Hay un rumor —comenzó Nicolás—.
Todo el mundo está diciendo que Peter llevo a Lali a casa y… los detalles son
diferentes, pero es bastante malo.
— ¿Qué? ¿Hablas en
serio? —grité.
Eugenia rodó sus ojos. —
¿A quién le importa, Lali? La gente ha estado especulando sobre ti y Pit desde
semanas. No es la primera vez que alguien dice que ustedes duermen juntos.
Peter y Nicolás
intercambiaron miradas.
— ¿Qué? —dije—. Hay algo
más, ¿No?
Nicolás hizo una mueca.
—Están diciendo que te acostaste con Pablo en la casa de Brasil, y luego te
fuiste con Peter… a casa, si sabes lo que estoy tratando de decir.
Mi boca cayó abierta. —
¡Grandioso! ¿Así que soy la zorra de la escuela ahora?
Los ojos de Peter se
oscurecieron y su mandíbula se tensó. —Esto es mi culpa. Si se tratara de
alguien más, ellos no estarían hablando de ti —Él entró a la cafetería con sus
manos hechas puño a los costados.
Eugenia y Nicolás lo
siguieron. —Espero que nadie sea tan estúpido como para decirle algo. —dijo Eugenia.
—O a ella. —agregó Nicolás.
Peter se sentó a unos
asientos de distancia de mí, al lado de Franco. Espere que él me mirara,
queriéndole ofrecer una sonrisa confortante. Peter tenía una reputación, pero
yo dejé que Pablo me besara en el pasillo.
Nicolás me dio un codazo
mientras miraba a su primo. —Sólo se siente mal. Probablemente está tratando de
desviar el rumor.
—No tienes por qué
sentarte allí, Pit. Vamos, siéntate aquí —dije, palmeando el espacio vacío en
frente de mí.
—Escuché que pasaste un
buen cumpleaños, Lali —dijo Chris Jenks, lanzando un trozo de lechuga al plato
de Peter.
—No comiences con ella,
Jenks —advirtió Peter, ceñudo.
Chris sonrió, empujando
hacia arriba sus redondas y rosadas mejillas. —Escuché que Pablo está furioso.
Dijo que fue a su apartamento ayer, y tú y Peter seguían en la cama.
—Ellos estaban tomando
una siesta, Chris —se mofó Eugenia.
Mis ojos se lanzaron
hacia Peter. — ¿Pablo fue a verme?
Él se movió incómodo en
su silla. —Te lo iba a decir.
— ¿Cuándo? —Espeté.
Eugenia se inclinó en mi
oído. —Pablo escuchó el rumor, y fue a confrontarte. Traté de detenerlo, pero
él caminó hacia el pasillo y… tuvo una idea totalmente equivocada.
Planté mis codos en la
mesa, cubriendo mi rostro con mis manos. —Esto se pone cada vez mejor.
—Entonces, ¿Ustedes
realmente no han entrado en acción? —Preguntó Chris—. Maldición, esto apesta.
Pensé que Lali era la adecuada para ti después de todo, Pit.
—Es mejor que te detengas
ahora, Chris —advirtió Nicolás.
—Si tú no duermes con
ella, ¿Te importa si yo lo hago? —dijo Chris, riéndose con sus compañeros de
equipo.
Mi cara ardió con la
vergüenza inicial, pero luego Eugenia gritó en mi oído, reaccionando en
respuesta a Peter saltando de su asiento. Él llegó hasta la mesa, agarrando a
Chris por la garganta con una mano, y su otra mano hecha un puño en su camisa.
Una línea de personas se
acercó a la mesa, y docenas de sillas se arrastraron por el suelo mientras las
personas se levantaban para mirar. Peter lo golpeó repetidamente en el rostro,
su codo echado hacia atrás en el aire antes de aterrizar cada golpe. La única
cosa que Chris pude hacer fue cubrir su cara son sus manos.
Nadie tocó a Peter. Él
estaba fuera de control, y su reputación hacía que todos tuvieran miedo de
ponerse en su camino. Los jugadores de fútbol se agacharon y dieron un respingo
mientras veían a su compañero ser asaltado sin piedad sobre el suelo.
— ¡Peter! —grité,
rodeando la mesa.
A medio golpe, Peter
retuvo su puño, y luego soltó la camisa de Chris, haciéndolo caer al suelo. Él
estaba jadeando cuando se dio la vuelta para mirarme; Nunca lo había visto tan
sobresaltado. Tragué duro y di un paso hacia atrás mientras él pasaba a mi
lado.
Di un paso para seguirlo,
pero Eugenia agarró mi brazo. Nicolás la besó rápidamente, y luego siguió a su
primo hacia la puerta.
—Jesús —susurró Eugenia.
Nos dimos la vuelta para
ver a los compañeros de equipo de Chris recogerlo del suelo, y me encogí ante
su cara roja e hinchada. La sangre brotaba de su nariz, y Brasil le entregó una
servilleta de la mesa.
— ¡Ese loco hijo de puta!
—gimió Chris, sentándose en la silla y llevando su mano hacia su rostro. Me
miró, entonces—. Lo siento, Lali. Estaba sólo bromeando.
No tenía palabras para
replicar. No podía explicar que había ocurrido.
—Ella no se ha acostado
con ninguno de ellos —dijo Eugenia.
—Nunca sabes cuándo
callarte, Jenks —dijo Brasil, disgustado.
Eugeniaa tiró de mi
brazo. —Vamos. Vámonos.
Ella no perdió tiempo
arrastrándome hacia su auto. Cuando ella encendió el motor, agarré su muñeca. —
¡Espera! ¿A dónde vamos?
—Vamos al apartamento de Nico.
No quiero que él esté solo con Peter. ¿Lo viste? ¡Él ha pisado fondo!
— ¡Bueno, yo tampoco
quiero estar cerca de él!
Eugeniaa me miró con
incredulidad. —Obviamente, tenemos que hacer algo por él. ¿No quieres saber
cómo está?
—Mi sentido de
auto-preservación pesa más que mi curiosidad en este punto, Euge.
—Lo único que lo detuvo
fue tu voz, Lali. Él te escuchará. Tienes que hablar con él.
Suspiré y solté su
muñeca, cayendo contra el respaldo de mi asiento. —Está bien. Vemos.
Nos detuvimos en el
estacionamiento, y Eugenia aparcó entre el auto de Nicolás y la motocicleta de Peter.
Ella subió las escaleras, poniendo sus manos en sus caderas dramáticamente.
— ¡Vamos, Lali! —gritó Eugenia,
haciendo señas para que la siguiera.
Vacilante, finalmente la
seguí, deteniéndome cuando vi a Nicolás bajar apresurado las escaleras para
hablar en voz baja con Eugenia. Él me miró, negó con su cabeza, y entonces
susurró algo otra vez.
— ¿Qué? —pregunté.
—Nico no… —dijo ella
inquieta—. Nico, no creo que sea buena idea irnos. Peter está bastante molesto.
—Quieres decir que él no
cree que yo debería entrar —dije.
Nicolás tocó mi hombro.
—No has hecho nada malo, Lali. Él sólo no… él no quiere verte justo ahora.
—Si yo no he hecho nada
mal, ¿Entonces porque no quiere verme?
—No estoy seguro; no
quiere hablarme sobre esto. Creo que esta avergonzado de perder el control
frente a ti.
— ¡Perdió el control
frente de toda la cafetería! ¿Que tengo yo qué hacer con esto?
—Más de lo que tú crees
—dijo Nicolás, esquivando mis ojos.
Lo observé por un
momento, y luego pasé entre ellos, subiendo corriendo las escaleras. A travesé
la puerta para encontrar una sala vacía. La puerta de la habitación de Peter
vacía, así que toqué.
— ¿Peter? Soy yo, abre.
—Vete, Pidge —gritó del
otro lado de la puerta.
Me asomé para verlo
sentado en el borde de la cama, frente a la ventana. Toto pateaba su espalda,
no muy feliz de ser ignorado.
— ¿Qué pasa contigo, Pit?
—pregunté. Él no respondió, así que me pare a su lado, cruzando mis brazos. Su
quijada estaba tensa, pero no tenía esa expresión escalofriante que había
tenido en la cafetería. Parecía triste. Del tipo profundo, sin esperanza.
— ¿No vas a hablarme
sobre esto?
Esperé, pero permaneció
en silencio. Me di la vuelta hacia la puerta y él finalmente suspiró. —
¿Recuerdas el otro día cuando Brasil se metió conmigo y tu saliste en mi
defensa? Bueno… eso es lo que ocurrió. Sólo que me dejé llevar un poco.
—Estabas enojado antes de
que Chris dijera algo —dije, volviéndome para sentarme a su lado en la cama.
Él continuó mirando por
la ventana. —Quise decir lo que dije antes. Deberías irte, Pidge. Dios sabe que
yo no puedo apartarme de ti.
Toqué su brazo. —Tú no
quieres que me vaya.
La mandíbula de Peter se
tensó de nuevo, y luego me envolvió con su brazo. Se detuvo por un momento, y
luego besó mi frente, presionando su mejilla contra mi sien. —No importa cuán
fuerte lo intente. Vas a odiarme cuando todo esté dicho y hecho.
Envolví mis brazos
alrededor de él. —Somos amigos. No acepto un no por respuesta —cité.
Sus cejas se arquearon, y
entonces me abrazó con ambos brazos, sin dejar de mirar por la ventana. —Te
observo dormir un montón. Siempre pareces tan tranquila. No tengo ese tipo de
tranquilidad. Tengo toda esta ira y rabia dentro de mí… excepto cuando te
observo dormir.
—Eso fue lo que estaba
haciendo cuando Pablo entro —continuó—. Yo estaba despierto, y él entró, y sólo
estuvo de pie allí, con su mirada de shock en el rostro. Sabía lo que él
pensaba, pero no quise aclararlo. No quise explicárselo porque quería que
él creyera que algo ocurrió. Ahora toda la escuela cree que tú estuviste con
ambos en la misma noche.
Toto hizo su camino hacia
mi regazo, y froté sus orejas.
Peter alargó su mano para
acariciarlo una vez, y luego puso su mano sobre la mía. —Lo siento.
Me encogí de hombros. —Si
él creyó ese rumor, esa es su culpa.
—Es difícil creer algo
más cuando nos ve juntos en la cama.
—Él sabe que estoy
quedándome contigo. Yo estaba completamente vestida, por el amor de Cristo.
Peter suspiró.
—Probablemente estaba demasiado molesto como para darme cuenta. Sé que le
gustas, Pidge. Debería habérselo explicado. Te debo mucho.
—No importa.
— ¿No estás enojada?
—preguntó, sorprendido.
— ¿Es eso lo que te tiene
tan molesto? ¿Pensaste que me enojaría contigo cuando me dijeras la verdad?
—Deberías estarlo. Si me
estuvieran hundiendo por la mala reputación del alguien, yo estaría un poco
encabronado.
—A ti no te importa el
qué dirán. ¿Qué pasó con el Peter que le importa una mierda lo que los demás
piensen? —me burlé, dándole un codazo.
—Eso fue antes de ver la
expresión en tu cara cuando escuchaste lo que todo el mundo estaba diciendo. No
quiero que salgas lastimada por mi culpa.
—Tú nunca harías algo
para lastimarme.
—Preferiría cortarme el
brazo —suspiró.
Él se relajó apoyando su
mejilla contra mi cabello. Yo no tenía una réplica, y Peter parecía haber dicho
todo lo que necesitaba decir, así que nos sentamos en silencio. De vez en
cuando, Peter me apretaba con más fuera a su lado. Me aferré a su camisa, sin
saber cómo hacerlo sentir mejor que permitirle abrazarme.
Cuando el sol comenzó a
subir, escuché un leve golpe en la puerta. — ¿Lali? —la voz de Eugenia sonó
débil del otro lado de la madera.
—Entra, Euge —respondió Peter.
Eugenia entró con Nicolás,
y sonrió al vernos, enredados en los brazos del otro. —Vamos por un poco de
comida. ¿Tienen ganas de hacer una carrera hasta Pei Wei?
—Agh. ¿Comida
asiática nuevamente, Euge? ¿De verdad? —preguntó Peter.
Sonreí. Él sonó más como
a sí mismo.
Eugenia lo notó, también.
—Sí, de verdad. ¿Vienen o no?
—Me muero de hambre
—dije.
—Claro que lo estás, no
llegaste a almorzar —dijo, frunciendo el ceño. Se levantó, llevándome con él—.
Vamos. Déjame conseguir algo de comida para ti.
Él mantuvo su brazo alrededor
de mí, y no me soltó hasta que estuvimos dentro de Pei Wei.
Tan pronto como Peter fue
al baño, Eugenia se inclinó hacia mí. — ¿Y? ¿Qué te dijo?
—Nada —me encogí de
hombros.
Ella arqueó una ceja.
—Estuviste en su habitación por dos horas. ¿Él no te dijo nada?
—Por lo general no lo
hace cuando está molesto —dijo Nicolás.
—Tuvo que haber dicho
algo —presionó Eugenia.
—Dijo que estaba un poco
molesto por los rumores sobre mí, y que no le dijo a Pablo la verdad cuando él
entró. Eso es todo —dije, jugando con la sal y la pimienta.
Nicolás negó con su
cabeza, cerrando sus ojos.
— ¿Qué, bebé? —preguntó Eugenia,
enderezándose.
—Peter es —suspiró,
rodando sus ojos—, Olvídalo.
Eugenia tenía una expresión
testaruda. —Oh, diablos, no, tú no puedes… —Ella se interrumpió cuando Peter se
sentó y puso su brazo detrás de mí.
— ¡Maldita sea! ¿La
comida no está aun?
Reímos y bromeamos hasta
que el restaurant cerró, y luego entramos en el auto para regresar a casa. Nicolás
cargó a Eugenia sobre su espalda para subir las escaleras, pero Peter se quedó
atrás, tirando de mi brazo antes de seguirlos. Levanté la mirada hacia nuestros
amigos, hasta que ellos desaparecieron tras la puerta, y entonces me ofreció
una sonrisa triste. —Te debo una disculpa por lo de hoy, lo siento mucho.
—Ya te has disculpado.
Está bien.
—No, me disculpé por Pablo.
No quiero que pienses que soy un psicópata que va por ahí atacando a las
personas por la más mínima cosa —dijo—. Pero te debo una disculpa porque no te
defendí por la razón correcta.
—Y eso sería… —incité.
—Me abalancé sobre él
porque dijo que él quería ser el siguiente en la fila, no porque él bromeara
contigo.
—Insinuar que hay una
fila para acostarse conmigo es razón suficiente para defenderme, Pit.
—Ese es mi punto. Estaba
enojado porque lo tomé como si él quisiera dormir contigo.
Después de procesar lo
que Peter quería decir, agarré los costados de su camisa y presioné mi frente
contra su pecho.
— ¿Sabes qué? No me
importa —dije, levantando la mirada hacia él—. No me importa lo que la gente
está diciendo, o si pierdes el control, o porque golpeaste a Chris en el
rostro. La última cosa que quiero es tener una mala reputación, pero estoy
cansada de explicar nuestra amistad a todos. Al diablo con ellos.
La mirada de Peter se
tornó suave, y las comisuras de sus labios se curvaron. — ¿Nuestra amistad?
A veces me preguntó si me escuchas por completo.
— ¿Qué quieres decir?
—Entremos. Estoy cansado.
Asentí, y él me abrazó
contra su costado hasta que nos encontramos dentro del apartamento. Eugenia y
Nicolás ya estaban encerrados en su dormitorio, y me deslicé dentro y fuera del
baño. Peter estaba sentado con Toto afuera mientras me vestía con mi pijama, y
después de media hora, ambos estábamos en la cama.
Recosté mi cabeza en mi
brazo, dejando salir un largo suspiro, relajándome. —Sólo dos semanas menos.
¿Vas a hacer un drama cuando me mude de regreso a Morgan?
—No lo sé —dijo. Pude ver
su gesto atormentado, incluso en la oscuridad.
—Oye —toqué su brazo—.
Estaba bromeando.
Lo observé durante un
largo rato, respirando, parpadeando, y tratando de relajarse. Él se movió un
poco y luego me miró. — ¿Confías en mí, Pidge?
—Sí, ¿Por qué?
—Ven aquí —dijo, tirando
de mí contra él. Me puse rígida por un segundo o dos antes de recostar mi
cabeza en su pecho.
Lo que sea que estaba
pasando con él, me necesitaba cerca, y no podría hacer objetado algo incluso si
hubiese querido. Se sentía bien estar acostada a su lado.
CONTINUARÁ...
Amo esa nove. Cuando le va a decir que esta enamorado de ella? Plis subi otro cap! Masss
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