lali
—¿Eh? —le digo a Peter, quien está sentando en el
extremo de la cama. Estoy echada leyendo un libro realmente genial en mi
encandilamiento.
—¿Qué pasa contigo este semana? Has estado como un
poco fuera de ello. —Coloca su mano en mi frente como para comprobar si tengo
fiebre.
—Estoy bien, Peter. Estoy leyendo un libro genial, así
que no te escuché decir nada. Lo siento. —Sigo con el ceño fruncido ante su
reacción paternal.
—No es sólo hoy, Lali. Has estado así desde la última
semana. ¿Lo sueños están escapando de ti mientras despiertas? —me pregunta con
preocupación escrita por todo su rostro.
—No, ni siquiera los recuerdo después que me
despierto. No sé, supongo que sólo estoy cansada todo el tiempo. Debo estar
siendo derribada por la gripe. —Es justo lo que necesito. Enfermarme.
—Quizás. ¿Quieres que traiga un poco de té caliente?
Eso podría ayudar. —Él se ve optimista ante la idea de hacerme sentir mejor. No
lo culpo, he sido una gran perra últimamente. —Seguro —le digo sólo para que
deje la maternidad conmigo un poco.
—Genial, estaré de regreso en un minuto. —Y está
corriendo fuera de mi puerta.
Las vacaciones de Navidad, el último par de días, de
hecho. La Navidad y Año Nuevo han llegado y se han ido. Nosotros, siendo los
gemelos, Bautista, Euge, Peter y yo, hemos encerrado a mis padres para el mes
de descanso. Ha sido muy divertido y me da miedo regresar a la escuela la
próxima semana. No llego a ver a Peter todos los días y realmente apesta. Hemos
estado prácticamente pegados a la cadera desde que llegamos aquí. Bueno, cuando
no tenía que pelear con Vico y Gas por su atención. Esos dos todavía están en
desacuerdo entre sí y el que ambos sean amigos de Peter ha ensanchado una
brecha entre ellos. Y antes de que preguntes, Vico aún no sabe. Queremos
decirle, pero, ¿cómo le dices a tu querido hermano que has estado saliendo con
su mejor amigo por meses? Habría estado bien si le hubiéramos dicho de buenas a
primeras, pero no lo hicimos y ahora es demasiado tarde.
También he descubierto que soy un perro de bocina total.
Me encuentro saltando a los huesos de Peter siempre que puedo. A él no parece
importarle. Algunas veces incluso lo comienza, cosa que siempre es divertida.
Me he encontrado más de una vez empujada contra una pared con él empujando
hacia mí desde atrás. Me encanta. Otras veces lo tomamos con calma mientras
susurra palabras dulces en mis oídos, dejándome con escalofríos y la carne de
gallina. Antes de que comiences a pensar que es todo, no lo hagas. Todavía
hablamos, pasamos el rato y vamos a citas. He aprendido aún más sobre él que no
sabía. Por ejemplo, no puede soportar el desorden. Es un maniático del orden
hasta el extremo. Me he estado quedando en su casa mucho, y me gusta lanzar mis
ropas al piso y dejarlas. Después de una semana de esto, se puso tan molesto
que se volvió rojo brillante y me gritó por primera vez.
—Recoge tu maldita mierda, Lali. ¡No soy tu maldita
sirvienta, por Dios! —me gritó desde donde estaba de pie en su lado de la cama.
—Jesucristo, son sólo algunas camisas y pantalones, Peter.
No necesitas lanzar un ataque de perra —le grité de vuelta desde mi lado de la
cama.
—Hay necesidad. No puedo soportar el desorden que
sigues dejando por ahí. ¿Nadie te enseñó a cómo recoger después? —se burló de
mí.
—Sí, ¡sólo decidí que no demasiado ya que soy
malditamente perezosa! —Mi temperamento estaba en pleno vigor y estaba a punto
de abofetear su hermoso rostro.
—Hay una diferencia entre perezosa y mimada. ¡Tú,
cariño, eres mimada! ¡Y no puedo soportarlo! —Estaba jadeando y resoplando, a punto de estallar la casa.
—¿Disculpa? No soy mimada, sólo porque mis padres son
ricos no significa que sea mimada. ¡Todavía tuve que hacer cosas por mi cuenta!
¡No tuve todo impuesto para mí como tú! —Estaba apretando mis manos abiertas y
cerradas. Si me empujaba más, iba a golpearlo.
—Pude haber tenido todo comprado para mí por mi padre,
que nunca está ahí, pero es porque no sintió la necesidad de tomar real cuidado
emocional de nosotros. Tú no lo sabrías porque eres una pequeña, malvada y
mimada perra —lo dijo con tanta calma, y antes de que lo supiera, estaba sobre
la cama golpeando su rostro con una palma abierta.
Nos miramos aturdidos el uno al otro, luego subió a la
cama hacia mí, agarrando mi cabeza en un apretado bloqueo y besándome
duramente. Empujando su lengua en mi garganta en un estrujante beso y disfruté
cada minuto. No pasó mucho tiempo antes de que nos hubiéramos rasgado las
ropas. Nuestro hacer el amor fue rápido y casi brutal, e inmediatamente
después, ambos nos pedimos perdón al
mismo tiempo. No nos tomó mucho perdonarnos por la discusión. Supongo que no
era realmente la gran cosa para estar peleando de todos modos.
Soy echada de mis pensamientos por un dolor agudo en
mi estómago. Duele malditamente mal. Las olas de dolor comienzan lentamente a
ir y venir, pero terminan volviéndose un dolor insoportablemente grande. Las
lágrimas están cayendo de mis ojos en sollozos silenciosos. No puedo hablar a
través de él, el dolor es muy malo. Me estoy volviendo loca y mi respiración se
vuelve dificultosa, y antes de darme cuenta, estoy en un completo y jadeante
ataque de pánico. Esto sólo hace empeorar el dolor y antes de nada estoy
cayendo en el abismo negro sobre el piso de mi dormitorio.
Peter
Espero
que Lali no se esté enfermando. No creo que pueda soportar ver que no se siente
bien. He estado yendo por el infierno la semana pasada con los sueños. He
estado entrando a hurtadillas a su habitación por la noche después de que todo
el mundo se va a la cama. Ella se despierta sorprendida y dice que ni siquiera
puede recordar de qué tratan. Son al menos dos por noche. Está comenzando a
preocuparme mucho. Espero que esta taza de té ayude. La hice justo en la manera
que a ella le gusta, con mucha crema y azúcar.
Mientras
abro la puerta de la habitación, el sonido de la taza contra el suelo tiene que
ser más fuerte en mi cabeza, entonces realmente lo es. Suena como un carro
golpeando otro carro y aterrizando en un cuerpo de agua. Mi corazón está
latiendo a sobretiempo y parece que no puedo recuperar el aliento. Ella está en
el suelo, pálida como un fantasma, y más pálida de lo que normalmente está. Su
rebelde cabello negro desplegado alrededor de su cabeza. Eso no es lo que me
asusta más. Es la sangre manchando sus pantalones blancos de yoga. No puede
haber tanta sangre. ¿Por qué hay tanta sangre?
Me doy cuenta de que estoy parado en la puerta
mirándola y salto a la acción. Doy unos pasos hacia ella, recogiéndola
suavemente.
—¡Ayuda, alguien, ayuda! —grito con mis pulmones al
máximo. Pongo mi oído en su rostro y me doy cuenta de que no está muerta como
pensé primero, aunque su respiración es débil.
Gastón corre a la habitación y se congela en la puerta
viendo la sangre.
—¿Qué mierda ha pasado? —Él parece que está a punto de
molerme a golpes.
—No lo sé. Bajé las escaleras para traerle una taza de
té. Ella dijo no se estaba sintiendo bien. Pensamos que podría haber sido un
resfriado o la gripe. Cuando regresé, así es como la encontré —le digo tan
rápido como puedo para no ser golpeado en la cara.
—Vamos, llevémosla al hospital. Podemos hacerlo más
rápido de lo que la ambulancia pueda llegar aquí. —No espera por mí, sólo se
dirige a la puerta.
Los tres somos los únicos en casa y me alegra que él
esté aquí, porque no hay manera que pudiera conducir ahora mismo. Corro tras
él, pero voy tan suavemente como puedo para no lastimar a Lali más de lo que ya
está.
En el momento en que llegamos a la puerta principal, Gastón
ya ha tiene su Mustang afuera en la calle. Está de pie allí con la puerta
abierta, así que lo más rápido y suavemente posible, la recuesto en el asiento
trasero. Dejo su cabeza arriba y me siento, colocando su cabeza en mi regazo.
Parece que toma horas llegar al hospital, pero son
sólo veinte minutos. Gastón llamó al señor y la señora Espósito de camino allá.
Todo lo que puedo pensar en mi cabeza es, por favor no te mueras, por favor no
te mueras. Lo digo como un canto, pero me refiero a él como una oración.
Lali ha estado en la parte posterior por una hora.
Para este momento, todos en su familia están aquí, bueno, excepto por Pato,
pero él vive a una hora de distancia, así que debe estar aquí en cualquier
momento. Odio decirlo, pero soy un gran marica y he estado llorando mis
malditos ojos por la mayor parte de la hora.
Finalmente, un médico sale y todos nos ponemos de pie
en la sala de espera.
—¿Quién de ustedes es el señor Lanzani? —pregunta el
médico de cabello color pimienta mirándonos.
—Soy yo —digo mientras camino hacia él.
—La señorita Espósito quiere verlo primero —me dice—.
Luego podemos dejar al resto de ustedes entrar uno a la vez —dice a todos los
demás.
—¿Por qué diablos quiere ella ver a Peter primero?
—pregunta Vico.
Nadie tiene el corazón para decirle por qué quiere
verme primero. Él mira a su alrededor, a toda su familia y ellos no se
encuentran con sus ojos. Cuando finalmente lo hace de regreso a mí, me
encuentro con su mirada.
—Porque la amo. —Y entonces sigo al médico por el
pasillo.
Después de caminar por el pasillo demasiado blanco, y
entrar a una habitación marcada con “Emergencia 1”, allí está ella. No está
conectada a una intravenosa y siento un poco de alivio. Soy rápidamente
interrumpido por sollozos vertiginosos que vienen de su pequeño cuerpo. Sus
ojos están rojos y de hojaldre, y parece tan perdida. Me acerco a la cama y
tomo su mano.
—¿Qué pasa, nena?
Ella aleja su mano de la mía, rechazándome. Mi
respiración comienza a ir irregular.
—Peter, tuve un aborto involuntario —me dice a través
de sus sollozos. Siento como que el mundo se hubiera inclinado sobre su eje.
¿Cómo puede ser?
—¿Cómo es eso posible?
—Bueno, ¿recuerdas esa primera vez, cuando olvidaste
del condón? —Asiento—. Bueno, aparentemente me dejaste en cinta. El médico dice
que es normal para una mujer tener un aborto involuntario en el primer
embarazo. —Comienza a sollozar duro y extiendo una mano hacia ella, pero se
aparta.
—¿Por qué no me dejas abrazarte? —le pregunto
asombrado de que se aleje de mí.
—Porque no quiero nada que ver contigo. ¿Me escuchas?
No puedo soportar esto contigo más. Mírame, estoy en el hospital sangrando un
hijo que no sabía que estaba llevando. Eso es demasiado para mí. No puedo estar
contigo; ni siquiera puedo mirarte. Sólo quiero que seas el primero en saberlo
ya que era tu hijo también. Puedes irte ahora. Quiero que le digas a Jessica
que venga después. —Ella pone su rostro en sus manos y siento como que acabo de
morir. No entiendo cómo pudo ser tan cruel conmigo.
Si ella no quiere nada que ver conmigo, entonces está
bien. No voy a sentarme aquí y dejarla acabar conmigo cuando no lo merezco.
Me levanto y salgo del cuarto, y al segundo en que
estoy afuera me apoyo contra la pared, cayendo al suelo, sollozando. Toda mi
vida acaba de decidir salir. Hay otra persona a la que di mi corazón y ella no
lo quería tampoco. ¿Cómo superas eso?
Siento una mano sobre mi cabeza, y miro a través de
las lágrimas para ver a Bauti. Antes de siquiera pensar, lo agarro en un
abrazo, sollozando más fuerte.
—Vamos hermano, tenemos que sacarte de aquí. Vico está
a punto de matarte. Cuando averigüe lo que le pasó a Lali, no va a ser bonito.
Sacudo la cabeza en acuerdo y me levanto. Puedo
escuchar voces y sollozos en el cuarto donde toda mi vida solía estar. Casi me
mata caminar lejos de ella.
Nos saltamos, parando en la sala de espera para decir
adiós. Simplemente no puedo hacerles frente en el estado en que me encuentro.
Pero eso no detiene a Vico de venir tras de mí. Siento un fuerte empujón en mi
espalda y me equilibro antes de plantar cara.
—¿Qué mierda, Peter? ¿Tú dejas a mi hermana en cinta y
la abandonas? ¿Qué clase de hombre eres? —Él desprecia con sus preguntas hacia
mí como si fuera el pedazo más bajo de suciedad en su zapato.
—No la dejé, Vico. Ella me dejó. No quiere que esté en
ningún lugar cerca. ¿Adivina qué? ¡No voy a ir a donde no me quieren! —le
grito, empujándolo de regreso.
Supongo que está por hablar, porque el imbécil me da
un puñetazo en la cara. Mi ojo está punzando, pero todavía puedo ver por el
otro y esquivo su siguiente golpe. Bautista lo agarra por los brazos para que
no me golpee otra vez.
—Calma la mierda, amigo. No hay necesidad de usar la
violencia —le dice Bautista.
—Sí, la hay. Se ha estado tirando a mi hermana por
meses y ni siquiera tuvo las pelotas para decírmelo —escupe en mi dirección.
—Déjalo ir, Bautista. Ya no va a lastimar a Peter.
—Llega la voz de Gastón—. De hecho, voy a dejarlo con un pequeño secreto. Lali
es la única que no quería decirte. Peter se ha sentido mal por ello desde el
comienzo. Así que, si quieres enojarte con alguien por no decirte, entonces
mejor que sea con tu propia sangre, porque todos sabíamos. Todos hemos sabido
hasta hoy. —Mira a Vico poniendo cordura en su rostro.
—Me importa una mierda quién sabía y quién no. Él era
mi mejor amigo, fue su elección no decirme. Debería haber ido contra los deseos
de Lali. Nada de esto habría pasado. ¡Porque ese cabrón no la habría tocado!
—grita él, señalando en mi dirección.
Gastón lo ignora volviéndose hacia mí.
—Lo siento por lo que pasó entre tú y Lali. Deberías
irte antes que este idiota se ponga más furioso. Hablaremos más tarde, lo
prometo.
Asiento y hago señales con la mano a Bautista, y nos
dirigimos hacia el auto. Me siento tan vacío por dentro y no sé a dónde ir
desde aquí.
CONTINUARÁ...
pobress .. entiendo a lali pero no fue necesario que deje a peter .. subiii masss
ResponderEliminar